Los inesperados beneficios de trabajar en un idioma que no es el tuyo
Recientemente, pasé cuatro meses trabajando para la BBC en Londres. Mi inglés siempre sonaba mucho mejor en mi cabeza que cuando salía de mi boca.
Solía olvidarme palabras, cometer errores gramaticales y no tenía la precisión habitual de mi español nativo. Me sentía como si estuviese tratando de comer sopa con un tenedor.
Mientras escribo tengo frente a mí un diccionario abierto, porque aprendí a desconfiar sobre mis ideas de qué significan algunas palabras.
Sin embargo, trabajar en un idioma que no es el propio también tiene sus ventajas.
Investigaciones recientes demostraron que la gente que puede hablar un idioma extranjero tiende a ser más analítica.
Otros estudios concluyeron que la gente que es bilingüe toma decisiones de manera diferente que quienes hablan una sola lengua.
Esto quiere decir que, además de ser una competencia adicional en cuanto a los lugares en los que puedes trabajar, un idioma extranjero también te hace un trabajador diferente.
Pero la pregunta importante es: ¿te hace realmente mejor trabajador?
Distancia emocional
De acuerdo a una investigación liderada por Albert Costa, profesor de psicología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, cuando la gente hace pruebas de razonamiento en un idioma no nativo tiende a cometer menos errores que aquellos que hacen la misma prueba en su propia lengua.
"En una lengua extranjera, la gente parece tomar más distancia psicológica cuando evalúa los riesgos", dice Costa.
"Tienen un menor impacto emocional y se involucran en un proceso mental más analítico".
Costa y su equipo especulan que este "efecto de la lengua extranjera" está asociado a la distancia emocional que alguna gente siente cuando habla un idioma extranjero.
Las causas no son claras, pero puede estar relacionado con el contexto en que se usa.
Por ejemplo, "si la usas con amigos, en situaciones relevantes, tendrás un mayor compromiso emocional con ella", afirma Costa.
También puede ser que si aprendes esta segunda lengua de pequeño, experimentes un mayor "compromiso emocional", agrega.
¿O será simplemente que tu cerebro tiene que trabajar más duro cuando hablas un idioma que no es el tuyo?
Precisión analítica
Según el psicólogo Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002, el esfuerzo cognitivo hace a la gente más analítica.
Así, el efecto de la lengua extranjera podría explicarse porque realizar tareas en otro idioma requiere un proceso de pensamiento más trabajoso.
Pero Costa argumenta que, cuando una decisión no involucra ninguna emoción, el efecto desaparece.
"Solo ocurre en el contexto de tomar una decisión que despierta en ti una reacción emocional".
Otros psicólogos creen que hablar en un idioma extranjero genera diferencias en la forma en que la gente piensa y reacciona.
Ceri Ellis, psicólogo de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, dice que la gente puede ser más objetiva en una lengua extranjera, ya que son mejores a la hora de rechazar críticas falsas sobre su propia cultura cuando son expresadas en otro idioma.
"Cuanto más alejada esté la segunda lengua de tu idioma nativo, más grande será el efecto", señala Ellis.
Por eso, mi propia incomodidad cuando trabajaba en inglés quedó compensada por mi precisión a la hora de pensar.
Claro que esta pequeña ventaja se habría desvanecido si hubiese desarrollado una relación más emocional y cercana con este idioma.
Mejor negociador
Pero ¿qué quiere decir ser más analítico? Imagínate que 600.000 personas tienen una enfermedad y que morirán si no reciben tratamiento.
Tienes dos opciones: o les das una droga que matará a 400.000, o les das otra que tiene un 33,3% de posibilidades de salvar a los 600.000... pero también un 66,6% de opciones de no salvar a ninguno. ¿Qué harías?
Si eliges la que matará a 400.000 pacientes, has tomado la decisión correcta porque es el escenario más seguro.
Pero también es la opción que la mayoría quiere evitar, porque está presentada de una manera perturbadora.
Curiosamente, cuando se le presenta a la gente el mismo escenario planteado de otra manera (diciéndoles que salvarán a 200.000), la mayoría elige esta opción.
La matemática es la misma, pero el planteamiento de la pregunta es otra y afecta la manera en que la gente responde.
Las personas que toman la decisión acertada en esta clase de experimentos psicológicos son una minoría, y están considerados como más analíticas ya que no caen en las trampas o prejuicios que les harán equivocarse en sus razonamientos.
En un contexto de negocios, tener la capacidad de no caer en estas trampas puede ser extremadamente beneficioso si tienes que tomar decisiones críticas.
Más tonto = más inteligente
Por otro lado, tener un poco de distancia frente a una situación puede ser muy útil. Puede también hacer que las situaciones emocionalmente agotadoras sean más tolerables.
Esto puede ser particularmente beneficioso durante negociaciones en las que hay mucho en juego.
Si bien a simple vista negociar en un idioma que no es el nuestro puede parecer una desventaja, esto puede hacer que tú seas la persona con más cabeza fría en la reunión.
"Mucha gente se siente insultada cuando está negociando", dice Costa.
"Si puedes tomarlo de una manera más relajada, sería mejor. Hablar en un idioma extranjero te permite ganar tiempo en una negociación. Puedes actuar como si no hubieses comprendido mientras piensas la respuesta".
Este es justamente el tipo de truco que los negociadores internacionales expertos -como diplomáticos y empresarios- utilizan con frecuencia.
No hablar con fluidez un idioma puede ser también una estrategia útil para mostrarte menos inteligente de lo que eres.
Esto puede servir para que tu oponente no se prepare lo suficiente y esto te de una ventaja inesperada.
Clientes locales vs. clientes extranjeros
A título personal, no recuerdo haber sido más racional durante mi estadía en Londres.
Puede ser porque mi inglés era lo suficientemente bueno como para cancelar este efecto, o porque simplemente no lo haya notado.
Natalia Vivas, emprendedora colombiana y consultora de experiencia del usuario, y que ahora vive en Londres, recuerda cuánto más fácil era lograr un contrato beneficioso con un cliente sueco en inglés.
"No me daba miedo decirle 'esto es lo que cuesta'", dice.
Pero puede que el efecto de la segunda lengua no sea la única razón por la que pudo ser tan directa con su cliente.
Como extranjeros, era muy probable que ya no se volviesen a ver.
"Con clientes locales en español, sobre todos los grandes, las negociaciones fueron mucho más lentas y me sentía mucho más insegura", explica.
Las ventajas de ser directo y breve
Para algunos, el vocabulario limitado en un idioma extranjero puede ser la razón por la que pueden ser sucintos y racionales.
"Es más fácil explicarle a mi equipo lo que quiero de ellos, que expresarles mis sentimientos asociados a lo que quiero", dice María Paz Castañeda, una ingeniera colombiana que trabaja en una refinería de petróleo en Rotterdam, Holanda.
"En español, puedo encontrar cinco formas diferentes de decir algo, pero en holandés solo puedo pensar en una".
También está el desafío de entender una cultura diferente y cómo funcionan los códigos de comportamiento.
"Me siento ansiosa por la manera en la que la gente escribe sus emails, cómo saludan y se despiden", cuenta Vivas en referencia a su nuevo trabajo en Londres.
De nuevo, ser breve, es la mejor manera de evitar errores.
El efecto combinado de todos estos factores es que muchos trabajadores de otra lengua nativa tienen que usar su cerebro más que sus colegas, que tienen ese idioma como primera lengua.
"En inglés, tengo que tomar tiempo para pensar", dice Castañeda.
Ser bilingüe y trabajar en una lengua que no es la tuya te hace un trabajador diferente, no necesariamente uno mejor o uno peor.
Si tu trabajo necesita que seas un comunicador rápido y preciso, hablar en una segunda lengua hará que las cosas sean un poco más difíciles.
Pero si tu trabajo requiere una cabeza más fría, pensar con calma y racionalmente, usar una lengua extranjera te da una pequeña ventaja.
Desafortunadamente, mi trabajo en Londres requería las dos cosas.