Los cerdos que tienen su propio paraíso en una pequeña isla de Bahamas
Las islas de Bahamas son un destino soñado. Con sus playas perfectas, sus aguas idílicas y sus cerdos nadadores.
Sí, leíste bien: cerdos nadadores. Y muy buenos nadadores.
"¡Eran más rápidos que yo!", le contó el cinematógrafo canadiense Mike Corey a la BBC.
Y es que si bien hoy en día los cerdos son famosos entre los que toman vacaciones en las 365 islas que conforman el distrito de Exuma en las Bahamas, cuando Mike se los encontró en 2011 no eran tan conocidos.
Estaba trabajando en busca de tiburones, dirigió su bote hacia el cayo Big Major, un pequeño islote inhabitado.
Se detuvieron a almorzar y cuando el operador de la embarcación botó los sobrantes de la comida al mar, vieron que unos animales salieron corriendo del bosque del cayo.
"Eran negros, blancos, marrones. Pensé que eran perros o cabras... no sabía. No pensé que se fueran a meter al agua".
A medida que se fueron acercando se fue dando cuenta de que eran cerdos nadadores.
"¡Este mundo es muy loco! Fue uno de los mejores días de mi vida", recuerda.
Triste noticia
Durante los años siguientes, los marranos se convirtieron en tal atracción turística que al cayo se lo conoce ahora más como "La isla de los cerdos".
Los visitan celebridades, conquistan a niños y adultos, aparecen en propagandas y en canciones; todo eso no sólo por sus habilidades en el agua sino porque, aunque asilvestrados, son muy amigables.
O quizás la palabra indicada es "adorables", de ahí la tristeza que produjo a principios de este año la noticia de que 10 de ellos aparecieron muertos en la playa.
El gobierno de las islas debió tomar medidas, particularmente reglas sobre la comida que se les puede dar... por más que sea difícil resistir sus súplicas.
Artistas
"¡Yo no sabía que los cerdos podían nadar!", exclamó Mike recordando su inesperado encuentro hace siete años.
Muchos desde entonces han hecho eco de su sorpresa.
Sin embargo, desde hace un tiempo se sabe que los puercos pueden chapotear en el agua y de hecho, lo hacen muy bien.
En los años 70, en Texas, llegaban cientos de miles de visitantes a ver el show de Ralph, el cerdo nadador en Aquarena Springs que hacía piruetas bajo el agua.
Y en Cantón, China, hasta hay competencias de natación porcinas.
Los cerdos no tienen glándulas sudoríparas funcionales así que para refrescarse necesitan revolcarse en el lodo o meterse al agua.
De manera que, el que unos puercos que viven en una isla deshabitada en el Caribe sepan nadar no es tan extraño.
Más bien la pregunta es cómo llegaron estos nadadores porcinos a ese paraíso.
Sin ciencia cierta
Las teorías de cómo llegaron a cayo Big Major se han convertido en leyendas locales.
¿Será que llegaron nadando de otra isla?
Es posible. Hace unos años, por ejemplo, dos jabalíes fueron vistos nadando 1,5 kilómetros para llegar de la Isla de Longa a Escocia.
O quizás son descendientes de unos pocos que se salvaron de un naufragio.
Hay quienes dicen que a un niño que tenía un cerdo le dio miedo que su familia se lo comiera así que se lo llevó a la isla y todos los días lo iba a alimentar. Con el tiempo, más cerdos llegaron y él los seguía alimentando.
Otra versión es que en algún momento unos marineros los dejaron para tener comida cuando volvieran a pasar por ahí, pero nunca regresaron.
Nadie sabe exactamente qué pasó, pero lo más probable es que hayan sido introducidos por los nativos de la isla.
Lo cierto es que, una vez ahí, prosperaron.
Vacaciones permanentes
Antes de la tragedia llegaron a haber unos 40 cerdos viviendo en el cayo.
Eso no es tan sorprendente: los cerdos son inteligentes y usan su astucia para encontrar alimentos.
Así que, encallados en las Bahamas, aprendieron una nueva forma de conseguir nutritivas comidas: en vez de pasar horas excavando en búsqueda de lo que esté escondido bajo la tierra, se dieron cuenta de que podían alimentarse de lo que les daban los humanos que pasaban en sus botes.
Sólo tenían que lanzarse a las cristalinas aguas y nadar hacia ellos, refrescándose en el camino.
Luego, como cualquier vacacionista, hacer la digestión recostados en las blancas arenas de las playas.