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Las inesperadas lecciones económicas que nos pueden enseñar los monos

Las inesperadas lecciones económicas que nos pueden enseñar los monos
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Un experimento llevado a cabo con monos en Puerto Rico demostró que estos animales son capaces de tomar decisiones financieras a pequeña escala. ¿Qué podemos aprender desde el punto de vista económico del comportamiento de estos primates?

En una isla frente a la costa de Puerto Rico, tuvo lugar un fascinante experimento con simios.

Los resultados podrían darnos una comprensión más profunda de la economía del comportamiento, la psicología del riesgo y podría explicar por qué nuestras economías sufren crisis financieras periódicas.

El experimento involucró seis monos capuchinos que llevaban el nombre de personajes de películas de James Bond.

Los investigadores los entrenaron para que intercambiaran pequeñas fichas de metal por comida. Los pusieron en un pequeño mercado donde les ofrecerían diferentes alimentos a diferentes precios.

Una de las que "comerciaba" con los monos fue Laurie Santos, profesora de ciencia cognitiva y psicología en la Universidad de Yale.

"Podríamos usar ese escenario para preguntarnos ¿los monos le prestan atención a cosas como el precio? ¿Están tratando de maximizar sus simiomonedas?", explica.

"Lo que nos sorprendió fue que, con muy poco entrenamiento, los monos compraban a los vendedores que les daban comida a menor precio", dice Santos. "Entonces, si obtenían el doble de comida por una ficha, compraban allí más a menudo".

Los monos también mostraron otros rasgos similares a los humanos, como el oportunismo. Intentaban agarrar cualquier ficha que quedara tirada mientras los científicos no prestaban atención. Ese comportamiento también mostró que los monos consideraban las fichas como objetos valiosos.

Sin embargo, es la actitud hacia el riesgo que mostraron los monos la que podría contener las lecciones más intrigantes para nosotros los humanos.

Una chica robando una billetera
Una chica robando una billetera

Los investigadores introdujeron un elemento de elección en su experimento. Los monos podrían comerciar con una de dos personas. Una de ellas les daba dos piezas de comida, uvas en este caso, a cambio de una ficha. Era una opción segura y sin pérdidas.

Pero la otra persona les daba una uva o tres uvas, a cambio de su ficha. Esta opción implicaba más riesgo, ya que la mitad de las veces recibían una uva y la otra mitad tres.

Traducido a términos humanos: tienes una opción, puedes obtener US$$2.000 garantizados o tienes un 50% de posibilidades de obtener US$1.000 y una probabilidad del 50% de obtener US$3.000.

Una mujer pensando
Una mujer pensando

¿Qué opción elegirías?

La mayoría de las personas optan por la opción segura: toman los US$2.000. Eso es también lo que hacen los monos.

Hasta aquí todo bien. Los simios son, después de todo, nuestros parientes animales más cercanos. Compartimos una historia evolutiva. Sin embargo, una vez que el experimento se ajustó para que los monos tuvieran las mismas opciones, pero desde un punto de partida diferente, sucedió algo fascinante.

En esta modalidad, el mono entra y ve que ambos vendedores tienen tres uvas cada uno, por lo que el mono probablemente piensa "ah, hay oportunidad de obtener tres uvas".

Personas apostando
Personas apostando

Uno de los vendedores es seguro, siempre hace lo mismo...cuando el mono le entrega la ficha, aunque tiene tres uvas, solo le entrega dos y se queda con una. Para el mono "es es una pérdida fija, pequeña pero fija", explica Santos.

El segundo vendedor implica un riesgo: a veces le da al mono las tres uvas, pero a veces se lleva dos y solo le da una uva al mono.

De nuevo, veamos eso de otra manera: comienzas con US$3.000, ahora tienes una opción. O tomas una pérdida garantizada de US$$1.000 que te deja con solo US$2.000 o apuestas. Si apuestas la mitad del tiempo, perderás US$2.000, lo que te deja solo US$1.000, pero la mitad del tiempo no perderás nada. ¿Qué harías?

La mayoría de la gente apostará e irá por la opción más arriesgada. Sorprendentemente, también lo hacen los monos. La idea de perder es tan dolorosa que se arriesgarán a una pérdida mayor solo por la posibilidad de no perder nada.

Un hombre tratando de subir una flecha de crecimiento
Un hombre tratando de subir una flecha de crecimiento

Cuando las bolsas y las acciones colapsan o los precios de la vivienda caen, se esperaría que la gente se vuelva más cautelosa. De hecho, ocurre lo contrario, toman más riesgos.

La gente se aferrará a acciones que están perdiendo valor, especulando que el precio subirá nuevamente, porque no podemos soportar la idea de tener menos de lo que tenemos ahora. Esto es aversión a la pérdida.

Entonces, si la aversión a la pérdida está integrada en nosotros, ¿qué podemos hacer al respecto?

La profesora Santos dice que a veces tiene sentido encontrar formas astutas para empujar a las personas hacia un comportamiento contrario a nuestros instintos destructivos.

Un hombre y una mujer con una alcancía
Un hombre y una mujer con una alcancía

Un ejemplo es ahorrar.

"A muchas personas les gustaría ahorrar, pero el hecho de retirar dinero de tu salario y ponerlo en una cuenta de ahorros puede parecer una pérdida", dice Santos.

Para compensar esto, los académicos han ideado programas que toman esto en cuenta y restan los ahorros de los aumentos de ingresos que la persona recibirá más adelante en la vida, por lo que nunca se siente como una pérdida".

Los economistas Richard Thaler y Shlomo Benartzi idearon el plan Ahorra Más Mañana (conocido como SMarT, en inglés). Esta es una forma simple, pero inteligente de dar un empujón a los empleados para ahorrar hasta la jubilación. Funciona en cuatro pasos.

En primer lugar, se alienta a los empleados a inscribirse en el programa mucho antes de que realmente comience, por lo que no hay consecuencias financieras inmediatas.

Dos personas al borde de un precipicio
Dos personas al borde de un precipicio

Luego, las contribuciones a la pensión no comienzan hasta que obtenga su próximo aumento de sueldo, por lo que el empleado no siente que esté perdiendo el salario que recibe actualmente.

Las contribuciones aumentan con el tiempo, con cada aumento de sueldo, hasta que la alcancía llega a un máximo preestablecido.

Por último, los empleados pueden optar por salirse en cualquier momento. Este paso final funciona sobre la base de que los humanos tienen una tendencia hacia mantener el status-quo. En otras palabras, no hacer nada es más fácil que hacer algo.

Las decisiones que los humanos toman sobre el dinero a menudo parecen irracionales y pueden generar burbujas de precios y caídas del mercado. A veces simplemente tomamos malas decisiones que no tienen sentido.

Entonces, tal vez lo que Santos y su simioeconomía subraya es que puede haber algunas peculiaridades evolutivas que aún son difíciles de borrar.

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