Un satélite de la NASA logró capturar en gran detalle cómo el dióxido de carbono (CO2) se mueve a través de la atmósfera de la Tierra.
El Observatorio de Carbono en Órbita (OCO) registró el comportamiento de este gas entre 2015 y 2016, un período en el que El Niño se manifestó con fuerza.
Este fenómeno climático aumenta la cantidad de CO2 en el aire.
El satélite OCO de la agencia espacial estadounidense mostró cómo este incremento está vinculado con la respuesta de los bosques tropicales al calor y la sequía.
La capacidad del bosque de absorber dióxido de carbono (en parte producido por la actividad humana) quedó severamente restringida.
Este hallazgo, publicado recientemente en la revista Science. tiene implicaciones significativas porque se espera que las condiciones normalmente asociadas con El Niño se tornen más comunes por el calentamiento global.
"Si el clima en el futuro es más como El Niño más reciente, el problema es que la Tierra podría de hecho llegar a perder los servicios de absorción que prestan los bosques tropicales, y entonces el CO2 aumentará aún más rápido en la atmósfera", explicó Scott Denning, investigador de la Universidad del Estado de Colorado en Fort Collins, Estados Unidos, y miembro del equipo de OCO.
De hecho, agregó Denning, esto amplificará el calentamiento.
Aumento sin precedentes
El Niño ocurre cada períodos que van entre 2 a 7 años, cuando las aguas cálidas de la región central del océano Pacífico se expanden hacia el este, acercándose a las costas de América.
Esto afecta a los sistemas climáticos en todo el mundo, redistribuyendo globalmente las lluvias y elevando las temperaturas.
El evento que tuvo lugar entre 2015 y 2016 fue uno de los más fuertes de los que se tiene registro y esto se evidenció en el aumento del CO2.
Normalmente, la concentración del gas en la atmósfera aumenta cada año en cerca de dos partes por millón por volumen (ppmv, por sus siglas en inglés) de moléculas de aire, el equivalente a cuatro gigatoneladas adicionales de CO2.
Actualmente, por ejemplo, el total es aproximadamente 400 ppmv.
Pero en este extraordinario período del Niño, el aumento fue de 3 ppmv por año, es decir, seis gigatoneladas.
Es una tasa de aumento que no se ha visto en la Tierra en al menos 2.000 años.
El rol de la sequía y el calor
Lo llamativo, sin embargo, es que las emisiones de dióxido de carbono como resultado de la actividad humana fueron relativamente estáticas durante el mismo período, lo que significa que algo debió haber interferido con los procesos que normalmente eliminan el CO2 de la atmósfera.
La capacidad de OCO de rastrear el gas y evaluar la tasa de fotosíntesis permitió descubrir la causa.
En América del Sur, mostró que la mayor sequía en 30 años limitó la capacidad de la vegetación de absorber CO2.
En África, temperaturas más cálidas de lo habitual provocaron un aumento en la descomposición de material orgánico, que liberó dióxido de carbono en la atmósfera.
Y en Asia, condiciones extremadamente secas contribuyeron al aumento de incendios, particularmente en Indonesia. "Los incendios liberaron carbono que se había acumulado por miles de año en la turba", señaló Junjie Liu, investigadora de OCO.
"Solíamos pensar en los trópicos como algo uniforme, pero ahora podemos decir que una región se comportó de uno modo y otra de otro, y juntas crearon este efecto de más carbono en la atmósfera", le dijo a la BBC Annmarie Eldering, otra de las investigadoras del proyecto de la NASA.
Monitoreo de las promesas de París
Paul Palmer, científico de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, describió las observaciones de OCO como revolucionarias.
"Esta es la primera variación grande en el clima de la que hemos obtenido observaciones satelitales de la composición de la atmósfera, de las propiedades de la tierra y del océano, todo al mismo tiempo".
Si bien las mediciones de OCO son muy precisas, solo observa una franja muy angosta (de 10 kilómetros de ancho).
Europa está planificando lanzar una constelación de satélites llamados Sentinel 7 que mapearán el CO2 en un área mucho más amplia, con la misma precisión.
Los S7 registrarán en mucho más detalle tanto las fuentes como los lugares de absorción de dióxido de carbono.
Esta red de satélites hará incluso posible monitorear cómo los países cumplen o no las promesas que hicieron para reducir sus emisiones de carbono bajo acuerdos internacionales como el firmado en París en 2015.