Mark Wahlberg, estrella de Hollywood y nominado dos veces a los premios Oscar, reveló recientemente que se levanta cada día a las 2:30 de la mañana para poder completar un régimen que incluye 90 minutos de ejercicio, golf, rezos y recuperación en una cámara criogénica. A las 7:30 de la tarde (¿o noche?) se va a dormir.
No es el único famoso que madruga tanto.
El director de Apple, Tim Cook, se despierta a las 3:45 de la mañana y el de Disney, Bob Iger, debe estar de pie a las 4:25 para su rutina de ejercicios, algo que aparentemente ha inspirado a los jugadores de la NBA a ir al gimnasio más temprano.
En LinkedIn y en perfiles de líderes corporativos, suele haber un mismo mantra: si quieres tener éxito, madruga.
Así que, ¿deberíamos todos decir adiós a la cama a primera hora de la mañana? ¿Nos ayudaría esto a ser más productivos? Tal vez, pero tiene un precio y, posiblemente, un deseo escondido de impresionar a los demás con lo "productivos" que somos.
Horario vergonzoso
Puede parecer que si comenzamos el día a las 2:30 de la mañana, nos esperará un día extremadamente largo sin casi tiempo para dormir.
Sin embargo, la hora a la que se acuesta Wahlberg indica que respeta sus siete horas de sueño nocturno.
Esto es importante para la productividad, ya que la falta de sueño le pasa factura a la salud y la habilidad cognitiva.
Dos investigadores estadounidenses, Christopher Barnes y Gretchen Spreitzer de la Universidad de Washington y de la Universidad de Michigan, respectivamente, han estudiado este tema exhaustivamente. Examinan cuestiones como si las compañías deben asegurarse de que sus empleados están durmiendo lo suficiente.
Spreitzer cree que, en el caso de Wahlberg, simplemente está cambiando las horas en las que está despierto a otras -no obstante- extremas y, efectivamente, está siendo más productivo.
"Hay algunas ventajas: creas disciplina cuando tienes mucho más tiempo para ti mismo, para lograr tus metas personales antes de que se despierte tu familia y antes de que tus colegas quieran reunirse contigo", afirma.
Pero irse a la cama tan temprano puede llevarlo a "sacrificar su red social y su habilidad para desarrollar relaciones sociales fuertes", que son necesarias para una buena salud mental.
"Supongo que si te vas a la cama a las 7:30 de la noche te pierdes muchas buenas conversaciones con la familia en las que no estés cayéndote de sueño, o actividades sociales con amigos", añade.
Pero, ¿podemos todos ser madrugadores?
Alondras y búhos
Los humanos y sus patrones de sueño siguen patrones circadianos, es decir, relojes internos de 24 horas que desatan un estado de alerta o de sueño a intervalos regulares. Muchos tienden a despertarse y querer acostarse cada día a la misma hora, por eso el jet lag puede ser tan chocante para nuestros cuerpos, ya que cambiamos de zona horaria.
Basados en estos patrones, los investigadores agrupan a las personas en dos grandes categorías: las alondras (que se despiertan y acuestan temprano) y los búhos (que se despiertan y acuestan tarde).
Barnes asegura que hay una variación natural entre la población, pero señala que muchos de nosotros tendemos a ser alondras de pequeños, viramos hacia un comportamiento de búhos durante la adolescencia y volvemos a los horarios de alondra a medida que envejecemos.
No obstante, sospecha que el número de gente que puede ser "súper alondra" y despertarse a las 2:30 de la madrugada como Mark Wahlberg es muy escaso.
"En el plano de la psicología y la conducta, estarás mejor si compaginas tu horario con tu propio ritmo circadiano", afirma Barnes.
Algunas de las personas que se adhieren a horarios extremos (y luego se lo cuentan a todo el mundo) pueden tener una motivación diferente.
Intentando impresionar
¿Por qué a tanta gente le gusta fanfarronear sobre lo temprano que se despierta? Tal vez solo quieran aparentar que están siendo productivos. Es más, en ciertas sociedades existe un sesgo que favorece a los madrugadores.
Un estudio de 2014 que involucró a 120 trabajadores descubrió que quienes empezaban la jornada laboral más tarde recibían peores valoraciones de sus supervisores, que los percibían como empleados menos meticulosos.
Sin embargo, los supervisores "búhos" tendían a percibir menos negativamente a quienes empezaban el día tarde que los supervisores "alondras".
"La gente tiene un sesgo a la hora de evaluar el horario laboral. Eres visto más favorablemente si empiezas tu día temprano", dice Barnes. "¿Qué estás intentando maximizar? ¿Estás intentando impresionar a los demás?"
Al final del día, uno necesita oír a su cuerpo, seguir lo que te dice y saber cuándo descansar. Si bien comenzar tu día temprano puede resultar más productivo, pregúntate por qué lo estás haciendo: ¿es realmente para hacer más cosas? ¿O para intentar convencerte a ti mismo o a otros de eso?
Sean cual sean tus razones, tu salud debe ir primero. La investigación de Barnes demuestra que las consecuencias pueden incluir tener que esforzarse por mantenerse despierto continuamente e incluso una mayor tendencia a involucrarse en comportamientos poco éticos.
"Cuando estás bajo de energía y no estás en óptimas condiciones, sucederán cosas malas", advierte el investigador estadounidense.