La Mona Lisa: cuán difícil es trasladar de sitio el cuadro más famoso de Da Vinci y por qué lo hacen
El de la Mona Lisa es uno de los rostros más reconocibles del mundo, con una sonrisa que ha sido impresa en tazas de café, bolsos y camisetas alrededor de todo el planeta.
Pero solamente ha salido de su país un puñado de veces y durante los últimos 14 años ha permanecido en la misma habitación.
La obra maestra de Leonardo da Vinci lleva desde 2005 en la Sala de los Estados en el Museo de Louvre en París.
Pero se prevé que a partir de este miércoles y hasta finales de octubre esté expuesta en otra sala del mismo museo, la Galería Médicis.
La necesidad de cambiar la pieza obedece a los trabajos de remodelación que durante los últimos cinco años se han venido realizando en el Louvre y que, finalmente, toca ejecutar en la Sala de los Estados, la más visitada de todo el museo y -por tanto- la que más desgaste ha sufrido durante los últimos 14 años.
Aunque la pintura no irá demasiado lejos, trasladarla sigue siendo una operación delicada.
Minimizar los riesgos
Pero, ¿es realmente difícil trasladar a la Mona Lisa?
La respuesta corta es "sí", pero la respuesta larga es que "no es más difícil que con la mayoría de las otras obras de arte".
Catriona Pearson, gerente de exhibiciones del Museo Ashmolean de la Universidad de Oxford, le dice a la BBC: "El riesgo no cambia independientemente del valor, siempre trasladamos las piezas de la misma forma: ¡muy, muy, muy cuidadosamente!".
Ella explica que los trabajadores de la galería intentan limitar cuánto se mueve una obra y de mantener al mínimo el número de personas que participan en esa operación debido a que "a más traslados, mayores riesgos".
Pese a que el director del Louvre, Jean-Luc Martinez, le dijo a la agencia AFP que la Galería Médicis está solamente a "100 pasos" de la Sala de los Estados, aún existen riesgos.
Uno de los principales es la gente.
Por esa razón, se intentan planificar estos traslados para realizarlos a las horas cuando hay menos visitantes. En el caso de Louvre, por ejemplo, se decidió que la Mona Lisa cambiaría de sitio durante la noche, después del cierre del museo.
Antes de siquiera tocar la pieza. Los trabajadores realizan un traslado de prueba con una pieza de madera que sea de un peso y tamaño similar al de la obra de arte.
Pearson explica que cuando se traslada una pintura dentro de un museo miras la ruta con anticipación y puedes hacer un recorrido junto a las personas que van a mover el objeto.
"Esto es algo que hacemos en ocasiones si se trata de un cuadro particularmente grande y no estamos seguros de si va a poder pasar a través de las puertas y de los ascensores", indica.
"Hacemos una madera del tamaño del objeto y pasamos por el recorrido para verificar porque, en ocasiones, hay ángulos en las esquina y objetos que te dejan un espacio más ajustado de lo que esperabas. Tú puedes medirlos, pero hasta que no intentas llevar la pieza hasta el sitio no te vas a dar cuenta", agrega.
Pearson advierte que en el caso de que la obra de arte se traslade fuera del museo, las cosas son un poco más complicadas.
"En los traslados de un museo a otro y de un país a otro hay todo un conjunto de riesgos distintos. Tienes que estar seguro de que la pintura va a estar correctamente embalada", señala.
Luego debes decidir cómo quieres que sea transportada: por carretera o por aire, por ejemplo, dependiendo de cuán frágil es la pieza.
Cuando la obra llega a su destino, necesita aclimatarse a su nuevo ambiente -especialmente si ha hecho un viaje transoceánico- por lo que la pieza es dejada dentro de su embalaje por un tiempo.
En total, un proceso como este puede requerir ser planificado con un año de anticipación.
Pocos viajes y polémicos
En tiempos recientes, la Mona Lisa ha salido de Francia en muy contadas ocasiones.
La última vez ocurrió en 1974, cuando fue enviada a Rusia y a Japón.
Unos 11 años antes había sido prestada a la Galería Nacional de Estados Unidos y al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, conocido como el Met, para dos enormes exposiciones que pasaron a la historia por lo concurridas que estuvieron.
Según el Met, durante un viaje a Washington del entonces ministro de Cultura de Francia, André Malraux, la primera dama de Estados Unidos, Jackie Kennedy, le pidió si sería posible exhibir la Mona Lisa en Estados Unidos.
Malraux estaba dispuesto a acceder a la solicitud pero muchas personas en Francia protestaron, argumentando que el viaje a través del Atlántico pondría en riesgo la obra.
Por suerte, la pieza sobrevivió bien al viaje y pudo ser admirada por decenas de miles de personas que hicieron colas durante horas y con mucho frío solamente para darle una mirada.
Antes, en 1911, la pintura fue robada del Louvre por Vincenzo Perugia, un trabajador de una galería de arte en Italia que pensaba que la Mona Lisa debía regresar a su país.
Dos años después, la obra fue hallada en Florencia.