La extraordinaria historia de cómo encontré a mis padres tras ser abandonado en Vietnam
Nguyen Quoc Tuy nació en 1970 o 1971 en Sa Dec, una pequeña aldea en el sur del delta de Mekong, Vietnam, y a los 7 días de nacido fue entregado a una iglesia que fungía como orfanato.
La extendida y sangrienta Guerra de Vietnam seguía ardiendo en la pantanosa región del delta al sur de Ciudad Ho Chi Minh, o Saigón, como se llamaba en ese entonces.
A la edad de 1 año, Tuy contrajo poliomielitis por agua contaminada. El virus atacó los músculos de sus piernas y dejó sus extremidades inferiores subdesarrolladas.
Para cuando cumplió 3 años, fue trasladado a un orfanato mejor dotado en Ho Chi Minh y, debido a su condición de salud, pronto fue colocado en la lista de adopciones.
A miles de kilómetros, una pareja en la costa oeste de Estados Unidos, se preparaban para darle un nuevo hogar.
"Abandonado"
Kristin y Thomas Buckner habían decidido formar una familia multicultural y darles a niños "olvidados" una oportunidad para prosperar.
Ya tenían un hijo propio, Paul, cuando empezaron a adoptar niños de otras partes del mundo.
"Queríamos una familia grande", dice Thomas, "pero, en ese entonces, se hablaba mucho de la sobrepoblación del planeta. Decidimos traer sólo un solo hijo nuestro al mundo pues había tantos otros niños que necesitaban familias".
Kristin -que ahora usa su apellido de soltera, Brockschmidt, después de su divorcio de Thomas- cuenta que el tamaño de su familia se dio tanto por una "suerte ciega" como por un plan o filosofía firmes.
"En Vietnam, Tuy estaba catalogado como abandonado. Dijeron que nadie lo había visitado desde que llegó al orfanato".
Tuy se convirtió en el cuarto de los hermanos Buckner. Otros dos niños seguirían después.
"Éramos la 'Tribu Buckner'", ríe Tuy, "imitando la popular serie de TV de EE.UU. 'La tribu Brady'".
Difícil inicio
Los primeros días de Tuy en Berkeley, California, no fueron fáciles.
Sufría de una ansiedad y el nuevo ambiente hizo poco para calmar sus temores.
"Lo cargué a todas partes, por los primeros seis meses, para que se sintiera seguro", relata Kristin.
Gradualmente, Tuy empezó a abrirse y a confiar en sus nuevos padres y hermanos.
También ganó más autoestima a medida que superaba los desafíos físicos que enfrentaba debido a la falta de musculatura en sus piernas.
Kristin recuerda una visita que hicieron a un parque en las colinas arriba de Berkeley, cuando Tuy observaba a sus hermanos y hermanas jugando y divirtiéndose.
La madre vio cómo gateó hasta alcanzar la escalera de un tobogán que subió por sí solo, miró desde arriba a su alrededor y se deslizó por su cuenta.
"Fue en ese momento que supe que estaría bien y que los desafíos de Tuy eran apenas obstáculos para vencer"-
Se desplazaba en muletas y aparatos ortopédicos, aprendió inglés rápidamente y antes de los 6 años sabía cómo montar en bicicleta, escalar y esquiar con unas muletas especiales que tenían esquís en los extremos.
Se volvió muy bueno para jugar ajedrez, tallar madera, construir cosas y resolver problemas.
No obstante, tuvo varios problemas con sus estudios.
Además de ser severamente disléxico, la escuela secundaria pública no le ofrecía el apoyo ni las oportunidades de aprendizaje que requería.
Fue así que, después de pasar un tiempo por un colegio privado en la vecina ciudad de Oakland, Tuy se mudó de la casa de familia.
Se trasladó más de 3.000 kilómetros a la Gran Isla de Hawái, donde había pasado unos veranos con su familia, para asistir a un más pequeño colegio de internos privado.
Allí, Tuy se sintió más independiente y la vida en la isla le sentó bien. Se identificó tan fuertemente con la cultura hawaiana que se hacía pasar por un isleño.
También estableció una tienda en el dormitorio escolar para vender fideos, caramelos y refrescos para ganar un poco de dinero adicional.
¡Buenos días, Vietnam!
Tuy reconoce que, de joven adulto, se distraía fácilmente y perdió el compás. Pero, en 1991, tuvo la oportunidad de viajar a Vietnam con Kristin.
Sus padres siempre fueron francos respecto a sus orígenes y Kristin lo había llevado consigo en anteriores viajes a Asia, pero esta sería la primera vez desde la guerra que ellos, como civiles estadounidenses, tenían la oportunidad de visitar Vietnam.
Fueron a una marcha de la paz que combinaba a veteranos estadounidenses de la guerra con trabajadores de la paz y migrantes vietnamitas que regresaban a su país.
"Es difícil de describir, pero hay algo cuando regresas a tu país. Hasta ese entonces, no tenía a Vietnam in mi consciencia", reconoce Tuy. "Pero cuando aterrizamos, me detuve a medio camino para besar el suelo. Fue algo que sentí que tenía que hacer".
Tuy y Kristin aspiraban ir al delta del Mekong -lugar de nacimiento de Tuy- después de terminadas las marchas de la paz, pero las restricciones de viaje a los extranjeros lo hicieron imposible.
No obstante, la visita tuvo un efecto duradero sobre Tuy.
Asuntos pendientes
De vuelta en EE.UU., Tuy se zambulló en la cultura vietnamita y conoció a los hijos vietnamitas adoptados de algunos de los amigos de sus padres.
La familia DeBolt, también basada en el norte de California, se hizo bastante famosa en EE.UU. por haber criado una numerosa familia de hijos adoptados, siete de los cuales eran discapacitados y de Vietnam.
Tuy se acopló muy bien a ellos. Formó una amistad estrecha con Ly, Tich y David.
Pasaban el tiempo juntos, jugando un juego de naipes vietnamita llamado Tin Lin, comiendo comida vietnamita y tomando café sua da (café helado con mucha leche azucarada).
Así que, en 1993, cuando Ly se fue a Vietnam para casarse, Tuy aceptó unirse a sus amigos para una estadía de tres meses.
Esta vez, tendría la oportunidad de viajar dentro de Vietnam con mayor libertad que antes en 1991 con los de la marcha de paz.
También tenía asuntos por resolver en el delta del Mekong.
"Simplemente quería ver la aldea de Sa Dec y el primer orfanato donde estuve", dice.
"Esperaba poder agradecer a las monjas allí y, de cierta forma, el ver la gente de la región sería como estar viendo a mi madre y padre".
Arduo camino
Pero el viaje a través de Vietnam no fue fácil y, para una persona discapacitada era mucho más duro viajar por carreteras en mal estado.
Después de un intento fallido, optó por hacer otro esfuerzo para llegar hasta Sa Dec antes de abandonar Vietnam y poder cerrar ese capítulo de su vida.
Tres días antes de tomar el vuelo de retorno a EE.UU., Tuy partió una vez más de Ho Chi Minh con sus amistades
Esta vez, después de más de cinco horas de viaje en auto por carreteras llenas de huecos, lograron llegar.
El arribo de este inusual grupo de vietnamitas estadounidenses discapacitados creó un alboroto inmediato.
Tuy recuerda saludar a los niños y sentarse en los agrietados bancos de concreto para contemplar las desteñidas paredes naranja del orfanato.
Las monjas le mostraron una bitácora de todos los huérfanos que se habían quedado con ellas.
Tuy encontró el registro 313 y vio su foto de bebé con el nombre de Nguyen Quoc Tuy, el mismo que en su certificado de nacimiento.
Escrito bajo este decía: "madre/padre -desconocidos".
"Lo que me pareció asombroso es que todavía tuvieran estos registros y que mi nombre vietnamita era, efectivamente, el correcto", dice Tuy.
Afuera, la emoción en la calle aumentaba. Una mujer entró a la iglesia. Las monjas claramente la conocían. Una se presentó ante Tuy como Phien y le mostró la foto de la bitácora.
En ese orfanato, los niños mayores se encargaban de los pequeños. Resultó que Phien fue la que cuidó de él cuando tenía 7 años.
Phien empezó a hablar con las monjas muy emocionada, mientras David, el amigo de Tuy de la familia DeBolt, le traducía.
Phien tenía información sobre la madre de Tuy. Todavía vivía.
"Vive muy lejos y podría tomar algún tiempo, pero ella puede ir a traerla para que la conozcas", le dijo David.
"Me estaba quedando mudo", comenta Tuy. "No tenía idea de cuánto había que esperar. Estaba feliz, temeroso y triste".
"El tiempo pasaba lentamente, también todo borroso. Apenas recuerdo viendo de un lado a otro a través de un mar de caras en la multitud".
"¡Este es mi hijo!"
Finalmente, empezó una conmoción a la entrada. Parecía como si toda la población le abría espacio a un pequeño grupo de personas que se desplazaban lentamente hacia adelante.
Cuando el grupo llegó al frente, una mujer se acercó a Tuy y lo tomó por la cabeza para acercarlo a su nivel. Le retiró el pelo de la cara, que en esa época lo tenía largo.
"Tengo esta marca de nacimiento en mi cabeza", revela Tuy. "Es una de las razones por la que me dejé crecer el pelo, para esconderla".
Cuando la mujer vio la marca, lo soltó y le golpeó el brazo declarando: "¡Este es mi hijo!"
"Todo el mundo vitoreó", dice Tuy. "Fue en ese instante, sin duda alguna, que esta mujer me demostró que era mi madre y yo su hijo".
Entre lágrimas le preguntó por su padre biológico y ella le dijo que era filipino.
"Eso me sacudió. Cuando estaba en Hawái, la gente allá me decía que parecía filipino y yo pensaba que me estaban bromeando", contó Tuy
"Me identificaba exclusivamente como vietnamita, pero resulta que ellos siempre tuvieron la razón".
Tuy expresa que él y su madre biológica, Nguyen Thi Be, se sentaron un tiempo a hablar -con sus amigos traduciendo- le dio un nombre y un lugar referente a su padre.
Seis meses después de la reunión madre-hijo, Tuy aterrizó en Manila, Filipinas, para buscar a un tal Fantaleón Sánchez en la ciudad de Calamba.
No tenía idea de dónde empezar pero llevaba consigo una foto de su madre vietnamita y hermana mayor.
Una agencia tomó la foto y unos días después le comunicaron que habían encontrado a su padre.
"Había estado en Vietnam durante la guerra, tenía 65 años y su nombre real era Pantaleón Mance"
Le dijeron que vendría a visitarlo a Manila el día siguiente a las 8 am.
El sudor frío que Tuy había experimentado seis meses antes en Sa Dec regresó.
"Fue diferente a cuando conocía a mi madre", confiesa. "Mi agenda era que él debía probar que era mi padre. Si sus respuestas no eran correctas, terminaría la reunión".
Se hicieron preguntas y se dieron respuestas. En algún momento, quedó evidente que eran padre e hijo.
"Con papá, éramos sólo los dos. Dos personas, dos hombres, que podían comunicarse. Con mamá, fue un espectáculo, y sólo podíamos hablar en un inglés muy sencillo y con gestos.
"Arrendamos un auto y fuimos a Calamba para conocer a mis hermanastras, Tess y Faye, y luego a celebrar en la casa de un amigo de Pantaleón.
"Dos días después, él y sus hijas me despidieron en el aeropuerto. Mi vida estaba completamente convulsionada, tenía que tomar grandes decisiones".
Una nueva vida
Tuy no sólo tenía parientes en Filipinas que no había conocido. En Vietnam había otros tantos.
Además de su madre biológica, Thi Be, tenía otra hermana mayor completamente consanguínea llamada Phuong y cinco hermanastros más.
"Vivían en una choza con un piso de tierra y sin electricidad, mientras yo me había ganado la lotería y asistía a una academia de arte en California", manifiesta.
Los lazos emocionales de Tuy con Vietnam y sus parientes se fortalecieron.
Durante los siguientes años, continuó visitando y su vida se concentró más en Vietnam que en EE.UU.
Construyó un pequeño hotel cerca del aeropuerto de Ho Chi Minh con unos amigos vietnamitas. También compró una casa en Da Nang y empezó a aprender vietnamita.
En sus viajes a Sa Dec ayudó a sus hermanos y la familia empezó a salir de la pobreza.
Tuy también trabajó con su amigo David Dang, uno de los adoptados por la familia DeBolt que había conservado su apellido original.
David había fundado Ablenet, una organización sin ánimo de lucro que, por un tiempo, llevó computadoras personales usadas de EE.UU. a Vietnam. También se estableció una escuela para enseñar a los vietnamitas con discapacidades cómo usar y programar computadoras.
Pero en 1996, Tuy resultó lesionado en un accidente de auto en EE.UU. que lo forzó a estar permanentemente en una silla de ruedas.
Clinton
Sin embargo, en octubre de 2000, David le hizo una oferta demasiado buena para rechazar.
Debido a su trabajo en Ablenet, ambos estaban invitados a unirse a una delegación de TI que seguiría al entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton, durante un histórico viaje a Vietnam.
Era el primer viaje de un presidente de EE.UU. en funciones desde que Richard Nixon viajó a Vietnam del Sur en 1969.
Tuy soñaba con conocer al presidente Clinton, pero con la gira acercándose a su fin, apenas lo había podido ver por televisión.
El último día de la visita, Tuy tuvo el impulso de ir hasta el ayuntamiento de Ho Chi Minh donde se realizaba un almuerzo de negocios de TI y logró que lo dejaran entrar.
Clinton iba a dar un discurso en el lobby. Esta era su oportunidad.
Logró pasar por entre el público y parqueó su silla de ruedas frente al podio. Cuando el presidente salió, el lobby estaba atiborrado.
Clinton habló de sus esperanzas de normalizar las relaciones entre EE.UU. y Vietnam, cómo internet podría cambiar el futuro de las empresas vietnamitas y sobre cuánto le gustaba la tradicional sopa de fideos pho.
Al final, el presidente se dirigió a los que estaban en la primera fila para darles la mano.
Tuy aprovechó para extenderle las dos manos, al estilo vietnamita, y Clinton le correspondió igualmente.
Tuy le contó toda su historia tan rápido como pudo y elogió sus políticas, que permitirían a muchos vietnamitas en el exterior reconectar con sus familias, cultura y patria.
"Pensé que me soltaría la mano en ese momento, en cambio me contestó que eran las personas como yo las que hacían que su viaje valiera la pena".
El presidente luego llamó a su fotógrafo oficial para tomar una imagen que salió en los noticieros de nacionales de Vietnam.
Casa de fotografías
Esa foto forma parte de cientos de fotografías que cuentan cientos de historias y están pegadas a las paredes de una casa moderna en Sa Dec.
Se casó en 2016 con Huong -o Katie, como también la llama- y la madre de Tuy vive con ellos en Ho Chi Minh.
Tuy estima profundamente a su familia en Vietnam, la de EE.UU. y la de Filipinas. El día de su boda se cumplió su esperada meta de reunir sus tres familias; la de Vietnam, la de EE.UU. y la de Filipinas.
Después de comer y beber juntos, hablaron de todas sus tribulaciones, de las dudas, de tratar de entenderse mutuamente.
Lloran a medida que cuentan su historia compartida.
¿Son lágrimas de felicidad o tristeza?
Todos contestan: "Vui", que significa "felicidad".