Desde principios de año, Nigeria se ha visto afectada por un brote de una enfermedad mortal: la fiebre de Lassa, una de una serie de enfermedades que pueden causar epidemias peligrosas, pero para las cuales no existe vacuna en la actualidad.
La fiebre de Lassa no es una enfermedad nueva, pero el brote de ahora no tiene precedentes ya que se extiende más rápido que nunca.
Los trabajadores de la salud están sobrecargados, y algunos se infectaron y murieron.
La enfermedad conocida como "fiebre hemorrágica viral", puede afectar a muchos órganos y dañar los vasos sanguíneos del cuerpo.
Pero es difícil de tratar.
La mayoría de las personas que contraen la fiebre solo muestran síntomas leves, como fiebre, dolor de cabeza y debilidad general. También es posible que no tengan ninguno.
Sin embargo, en casos severos, puede simular otra fiebre hemorrágica mortal, el ébola, que causa sangrado a través de la nariz, la boca y otras partes del cuerpo.
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Se cree que alrededor del 1% de los casos son fatales, pero las mujeres que contraen la enfermedad al final del embarazo enfrentan una probabilidad del 80% de perder a su hijo o morir ellas.
Cifras inciertas
Desde enero, se han reportado más de 1.000 casos sospechosos de Lassa en todo Nigeria, según el Centro para el Control de Enfermedades del país.
Se cree que, hasta el momento, han muerto unas 90 personas, pero la cifra real puede ser mucho mayor, porque es muy difícil de diagnosticar.
En las primeras etapas es casi imposible distinguirla de otras enfermedades comunes como la malaria y el dengue.
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Sin una prueba disponible, la única forma de confirmar un diagnóstico es analizar una muestra de sangre o tejido en uno de los pocos laboratorios especializados.
La enfermedad se identificó por primera vez en la ciudad nigeriana de L assa en 1969, luego de un brote en un hospital misionero.
Desde entonces se ha visto en muchos países de África Occidental, incluidos Ghana, Malí y Sierra Leona.
Sin embargo, este brote está causando particular preocupación porque el número de casos es inusualmente alto para la época del año.
Los funcionarios de salud están trabajando para entender por qué.
El huésped natural
Los brotes pueden verse influenciados por las condiciones climáticas estacionales, que afectan el número del huésped natural del virus: la rata común africana.
Este pequeño mamífero es común en el oeste de África, donde fácilmente encuentra su camino hacia los hogares de sus habitantes..
Otra posibilidad de por qué se habla de una mayor epidemia que en otras ocasiones es que el elevado número de casos refleje una mayor conciencia pública.
O también es posible que algo en el virus haya cambiado.
La mayoría de las personas contraen la fiebre de Lassa a través del contacto con cualquier cosa contaminada con orina de rata, heces, sangre o saliva.
También puede transmitirse de persona a persona a través de fluidos corporales, lo que significa que los trabajadores de la salud y las personas que cuidan a parientes enfermos sin equipo de protección corren un riesgo especial.
El período de incubación del virus es de hasta tres semanas. Los investigadores están tratando de determinar si, como el ébola, la fiebre de L assa puede permanecer en el cuerpo y transmitirse a través del contacto sexual, incluso después de que la enfermedad ceda.
Nigeria tiene un sólido sistema de salud pública y está acostumbrado a lidiar con epidemias como esta.
Qué hacer
La Organización Mundial de la Salud (OMS) está trabajando con las autoridades nigerianas para ayudar a coordinar la respuesta y el gobierno de Reino Unido ha desplegado un equipo de expertos.
Se aconseja a las personas que viven en las zonas afectadas que tomen precauciones básicas como bloquear los agujeros que puedan permitir que las ratas entren a sus casas, tirar la basura en cubos de basura cubiertos y almacenar alimentos y agua en recipientes herméticos.
También se aconseja a las personas que usen guantes de protección cuando cuiden a alguien que pueda tener la enfermedad y cuando lleven a cabo prácticas seguras de entierro.
A pesar de estas medidas, la lucha contra esta fiebre y otras enfermedades infecciosas se ve obstaculizada por la falta de herramientas médicas efectivas, como pruebas de diagnóstico, tratamientos y vacunas.
En busca de la vacuna
Es probable que en algún momento se encuentre una vacuna para la fiebre Lassa, reduciendo la posibilidad de que un brote se convierta en una emergencia sanitaria mundial, pero al igual que otras enfermedades epidémicas que afectan principalmente a los países más pobres, el progreso se ha estancado.
El desarrollo de vacunas es un proceso largo, complejo y costoso. Esto es así, sobre todo, para las enfermedades epidémicas emergentes, en las que, por lo general, una vacuna prototipo solo puede analizarse cuando hay un brote.
Una nueva organización llamada CEPI, creada en 2017 con el apoyo financiero de Wellcome Trust, los gobiernos nacionales y la Fundación Bill y Melinda Gates, espera acelerar la producción de vacunas.
El objetivo es el de resaltar lagunas en nuestro conocimiento de estas enfermedades y comenzar nuevas investigaciones.
Pero la investigación sola no es suficiente.
Se necesitan sistemas de salud más fuertes en los países donde es más probable que surjan epidemias.
Esto podría significar construir mejores instalaciones de salud y capacitar al personal para reconocer y responder a los brotes.
También significa trabajar con las comunidades para comprender cómo identificar los brotes en una etapa temprana y prevenir su propagación.