La curiosa historia de la isla de Ocracoke, el único lugar de EEUU donde no se habla inglés
Tal vez pienses que en Estados Unidos solo se habla inglés americano.
Sin embargo, existe una isla en Carolina del Norte cuyo dialecto es el hoi toider y es bastante particular.
Es como si alguien tomara el inglés isabelino, lo combinara con algunos tonos irlandeses y acentos escoceses de principios de 1700 y luego lo mezclara todo con una jerga pirata.
Pero el dialecto hoi toider es más que eso. También es una cultura, una que se está desvaneciendo lentamente.
Con cada generación, menos personas juegan meehonkey (similar a las escondidas), cocinan los platos tradicionales o saben lo que es estar mommucked (cansado, harto).
Paraíso de piratas
Ubicada a unos 54 km del continente, Ocracoke está bastante aislada.
No puedes llegar en auto porque no hay puentes. Tampoco en un avión regular porque no hay vuelos comerciales. Si quieres ir allí, tienes que hacerlo en barco.
A principios de 1700, eso significaba que Ocracoke era un lugar perfecto para que los piratas se escondieran, ya que ningún soldado rastrearía los más de 25 km de playas y bosques remotos para dar con fugitivos de la justicia.
William Howard era uno de ellos. Trabajaba en el barco "La Venganza de la Reina Ana" del famoso pirata Barbanegra, aunque abandonó su tarea antes de la batalla final del corsario en 1718.
Durante varias décadas se perdió de vista, pero reapareció en 1759 cuando compró la Isla de Ocracoke por 105 libras de ese entonces a un hombre llamado Richard Sanderson, un juez que más tarde se convirtió en miembro de la Asamblea General en la parte continental de Carolina del Norte.
Así empezó todo
Howard se estableció en Ocracoke junto a otros expiratas y comenzó a construir una comunidad con conductores de botes que vivían en la isla y ayudaban a los barcos mercantes a sortear los bancos de arena en el área.
Una tribu nativa de Carolina del Norte también interactuó con los primeros pobladores. La tribu Woccon había establecido puestos de caza y pesca en la isla, que llamaron Woccocock. A través de errores ortográficos y malas pronunciaciones, se convirtió en Wokokon, Oakacock y Okercock, antes de llegar a la versión actual de Ocracoke a mediados del siglo XVIII.
Así que había nativos americanos, marinos ingleses y piratas de varios lugares, todo en un solo lugar.
Y esa comunidad aislada de poco menos de 200 personas comenzó a mezclar palabras y dialectos y, finalmente, a construir su propia forma de hablar.
"Es el único dialecto estadounidense que no se identifica como estadounidense", aseguró Walt Wolfram, profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte que estudió el dialecto Ocracoke durante más de 20 años y actualmente trabaja como director del Proyecto de Lenguaje y Vida de Carolina del Norte.
"Es fascinante. Puedes encontrar pronunciación, estructuras gramaticales y vocabulario en Ocracoke que no hay en ningún otro lugar de América del Norte".
Aislamiento
La comunidad de Howard vivió casi aislada durante casi dos siglos.
La electricidad no llegó a la isla hasta 1938 y el servicio de ferry no comenzó hasta 1957, dejando a los isleños casi sin contacto exterior, excepto por el ocasional viaje de suministro al continente.
Incluso en la actualidad, las cosas son un poco diferentes para los 948 residentes de la isla que en la parte continental de Carolina del Norte.
"Tienes que ser un cierto tipo de individuo para disfrutar de la vida aquí", dijo Chip Stevens, de 56 años, propietario del hotel local Blackbeard's Lodge y uno de los descendientes directos de Howard.
En Ocracoke no hay supermercados y la vida nocturna está lejos de ser agitada.
Los teléfonos móviles y las computadoras portátiles funcionan y, si quieres sentarte y ver algún partido de béisbol en un pub, también tienes opciones.
Pero de muchas otras maneras, la isla es un retroceso a un tiempo anterior a internet y la televisión.
En lugar de cines, hay grupos de teatro al aire libre. Tiendas de té, mercados de especias y otros locales familiares reemplazan a las cadenas de supermercados.
Los autos están permitidos en la isla, pero la mayoría de la gente elige caminar.
Los niños de la isla asisten a una única escuela y en cuanto al empleo, hay quien se dedica a la pesca, ostenta una cervecería o se dedica a la carpintería.
"Es increíble cómo tomar ese ferry es casi como ir a un país diferente", dijo Stevens, sentado en el porche delantero del hotel.
"Sientes esa separación. Es una sensación muy agradable poder darles libertad a tus hijos".
"Cuando era niño, salíamos de casa después del desayuno, almorzábamos en la casa de otra persona, caminábamos a la playa, tomábamos un bote de remos y nuestros padres nunca tenían que preocuparse por nosotros. Aún mantenemos mucho de eso".
Y también (casi) han conservado su forma única de hablar.
¿Qué tiene de particular el hoi toider?
Una de las características del dialecto de Ocracoke es el cambio del sonido "i" a un "oi", por lo que dicen "hoi" en lugar de "high" (alto).
De ahí viene el nombre de hoi toider: se basa en cómo los O'cockers, habitantes de Ocracoke, dicen high tide (marea alta).
"Tenemos muchas palabras que se han transformado para hacerlas nuestras", describió Amy Howard, otra descendiente de William Howard, quien dirige Village Craftsmen, una tienda local de artesanía.
Por ejemplo, la palabra "pizer" proviene de la palabra italiana piazza, que significa porche. "Así que si vas a estar sentado en tu pizer, estás sentado en tu porche".
Hay una larga lista de palabras en el vocabulario de Ocracoke que se toman de países de todo el mundo.
"Quamish", por ejemplo, significa enfermo o nauseabundo que viene de la palabra inglesa qualm del siglo XVI.
Luego está "buck", que significa un amigo masculino. Puede rastrearse hasta la Alemania del siglo XIII, donde originalmente se refería a un ciervo macho.
Los lugareños también inventaron palabras. Por ejemplo, los primeros niños colonos jugaron un juego similar a las escondidas llamado meehonkey. Todos se escondían y gritaban "meehonkey" mientras una persona trataba de encontrarlos.
Luego está "dingbatter", que se usa para referirse a cualquier persona que no sea nativa.
Desapareciendo
El mundo está llegando a la isla a través de la televisión e internet, así como con los turistas que la visitan cada verano. También hay más gente de la parte continental que se muda.
"Lo que está sucediendo es que algunos de estos pequeños dialectos que prosperan en el aislamiento están muriendo porque eso ya es una cosa del pasado", opinó el especialista Wolfram.
En el pasado, los niños adoptaban el dialecto porque esa era la única versión que escuchaban. Ahora hay cientos de dialectos e idiomas que la mayoría escuchará antes de graduarse de la escuela secundaria.
De hecho en esta isla de 948 personas, menos de la mitad en realidad habla el hoi toider completo.
"Dentro de una o dos generaciones habrá desaparecido", pronosticó Wolfram. "Se está muriendo y no podemos detener eso".
Adaptándose
Mientras que el dialecto puede estar en peligro, los isleños logran mantener su cultura acomodándose a los cambios (y a lo que tienen disponible).
"Siembre bromeo que necesitamos hacer un libro de cocina para Ocracoke que diga lo que contiene la receta original y luego lo que realmente se puede conseguir", opinó Amy Howard.
Así es como surgió la torta de higo, que ahora es el plato típico de Ocracoke. La historia cuenta que en 1964, la residente de la isla Margaret Garrish estaba haciendo un pastel de dátiles y tenía todos los ingredientes mezclados, excepto el principal.
"Encontró que no tenía ningún dátil, así que hizo lo que todos hacemos: miró en su armario y encontró un frasco de conservas de higo", dijo Amy, explicando que son un remanente de los colonos originales y se pueden encontrar higueras en casi todos los jardines.
Desde entonces, en agosto, la isla celebra el Festival de Higos, que incluye degustaciones de pasteles y otros productos hechos a base de la fruta, bailes y juegos tradicionales como meehonkey.
Si bien algunas tradiciones se mantienen firmes, los residentes ven que la isla está cambiando con la llegada de nuevas y diferentes personas, tal como la isla experimentó en sus comienzos.
Pero no importa qué cambie, algunas cosas seguirán igual en Ocracoke, opinan muchos.
Si alguien está enfermo, la comunidad colaborará. Si el propietario de uno negocio necesita ayuda, otros 14 aparecerán para resolver el problema.
El dialecto puede cambiar, pero la intención detrás de esas palabras seguirá siendo la misma.