Generalmente en los bloques de apartamentos de las ciudades no nos comunicamos con demasiada frecuencia con quienes viven al otro lado.
Leemos con asombro noticias sobre ancianos que son hallados muertos tras varios días en los que nadie los extrañó y muchos de nosotros echamos la llave en cuanto entramos en casa.
Pero hay otras formas de vivir en comunidad que van cobrando cada vez más partidarios globalmente.
El fenómeno del cohousing, término que engloba distintos tipos de comunidades para convivir en las que se mantiene un espacio privado pero se comparten servicios y actividades comunes, está extendido por todo el mundo.
Algunas de las iniciativas empiezan como un proyecto de amigos que deciden instalarse en un terreno común y lo construyen de la nada.
En otros casos, los residentes se establecen en edificios ya existentes, que son reinventados para funcionar como una comunidad.
Así nació por ejemplo la ecoaldea LA Eco Village de Los Ángeles, muy cerca del centro de la ciudad. BBC Mundo estuvo allí.
Vida más sostenible
"A mí me encanta estar con personas. Para mí es un gran placer la vida aquí. Me encanta lo social y tener gente cerca que tiene los mismos valores que yo", le cuenta a BBC Mundo Jessica Ruvalcaba, una joven californiana con raíces mexicanas.
Jessica y su esposo llegaron a la ecoaldea en octubre de 2015 y a los pocos meses tuvieron un hijo.
"Le recomendaría a todos esta forma de vida, es más sostenible", subraya.
"Cada quien no va a poder tener su propia casa, no tiene sentido. Antes de vivir aquí mi esposo y yo estábamos centrados en nuestros trabajos, nunca había nadie que cuidara de nosotros.
"En EE.UU. es muy usual que los dos miembros de la pareja trabajen -y mucho, más de 40 horas semanales- para tener siempre cosas nuevas que no tienen tiempo de disfrutar".
"Creo que hemos perdido la apreciación de eso, de tener el tiempo de cuidarnos.
"Para mí fue un poco como encontrar mi tribu", agrega.
Para Ana Isabel Mercado, joven colombiana que reside en la comunidad desde hace tres años, la construcción de un mundo ecológicamente más sostenible es algo vital.
"Este ambiente es lo que más va conmigo. Siempre soy de las que si ve a alguien tirando algo en la calle, le digo que lo recoja, me he metido en problemas por eso", confiesa.
"Aquí me permito ser una completa friki de todo lo del ambientalismo: hacer el compost, el reciclaje y hablar con gente que se siente igual que yo en estos temas".
Cómo es la ecoaldea
Cerca de 40 personas pertenecen a esta comunidad formada por dos edificios bajos rodeados de jardines que por un momento te hacen olvidar que estás en una de las ciudades más habitadas de Estados Unidos.
También es una de las más caras y enfrenta un serio problema de personas sin hogar.
Recién esta semana se conoció que el número de indigentes subió más del 20% en sólo un año, algo que este tipo de comunidades puede ayudar a combatir.
Las unidades residenciales son de alquiler o en propiedad.
El resto del complejo está formado por espacios comunes en los que los habitantes comparten comidas, hacen reuniones semanales o celebran cumpleaños, veladas de música o cualquier otra ocasión que merezca una fiesta.
Una pequeña habitación sirve de tienda en la que se pueden encontrar los enseres más básicos a precios más baratos que en el exterior y a su lado está la sala de bicicletas.
En los jardines hay huertos y árboles frutales que alimentan a la comunidad.
Actitud participativa
El proceso para entrar en la comunidad se puede prolongar entre seis meses y un año.
Una vez que tienes claro que quieres vivir aquí, puedes empezar a participar en las actividades de la comunidad aunque todavía no formes parte de ella.
Tanto Jessica como Ana Isabel hablan de la importancia de acudir a las comidas colectivas de los domingos por la tarde.
Es una actividad social fundamental para que el aspirante a residente se empiece a relacionar con sus futuros vecinos y potenciales amigos.
También es positivo que la persona colabore con tareas del jardín y que asista a algunas de las reuniones de los distintos comités que hacen que la comunidad funcione.
"No es un proceso de lo más fácil, pero pienso que se ha diseñado de esta manera para asegurarse de que la persona tiene ese deseo de formar parte", indica Ana Isabel.
Resolución de conflictos
Y como ocurre en las mejores familias, ¿qué pasa cuando surgen tensiones entre los habitantes de la ecoaldea?
Existe un comité de resolución de conflictos que funciona como mediador en caso de que haya problemas o roces.
"Me gustaría que se usara más, la verdad", apunta Jessica. "Ese es para mí el espacio ideal para resolver los conflictos porque es gente que no tiene nada que ver con el problema".
"Pero en general la gente opta por mandar un mensaje a una lista de correo en la que estamos todos los residentes, con lo que el asunto se hace público, o a veces las personas se dejan de hablar por un tiempo", explica.
"No todo es color de rosa". añade Ana Isabel, "pero para mí vale la pena, es más lo positivo que lo negativo".
"Antes vivía en un complejo de bungalows muy bonitos acá en Los Ángeles pero nunca llegué a conocer a más de dos vecinos. Normalmente las personas llegan, entran en su casa, cierran la puerta y hasta ahí.
"Soy colombiana y me hace falta esa cosa del vecindario, compartir la comida, ayudarnos unos a otros... Aquí salen cosas improvisadas todo el tiempo, no me había pasado en ninguno de los sitios donde había vivido antes".
Celebración de la diversidad
"Me gusta muchísimo el hecho de tener amigos de edades que normalmente no me sería fácil conocer o de distintos géneros u orientaciones sexuales", exclama Ana Isabel.
"Me parece muy enriquecedor vivir en cercanía de gente tan diferente a mí.
"Celebramos la diversidad, queremos que sea una comunidad diversa. Es algo que yo aprecio muchísimo de vivir aquí", sostiene, aunque reconoce que hay un campo en el que la comunidad no es diversa: las ideas políticas.
En el reciente proceso electoral, la única diferencia entre los residentes estaba en apoyar a Bernie Sanders o Hillary Clinton en las primarias del Partido Demócrata.
"Esto es como una pequeña burbuja de gente que políticamente pensamos parecido", expone Jessica.
"Somos como una familia, todos nos cuidamos. Nadie va a poner un sticker de Trump o va a llamar a la migra... en ese sentido es muy especial".