El origen de la religión ha sido siempre un rompecabezas para los científicos.
Hasta ahora se pensaba que las creencias religiosas habían propiciado la creación de sociedades complejas gracias a sus rígidos principios sobre el bien y el mal, lo que permitía a grupos grandes de personas vivir en paz.
Pero un nuevo estudio de la universidad de Oxford (Inglaterra) y la de Keio (Japón) afirma que la historia no fue exactamente así.
De hecho, esta investigación sostiene que las sociedades humanas solo necesitaban venerar una deidad moral cuando llegaban al millón de habitantes.
El dios de Abraham
Este estudio se basa en análisis de 414 sociedades en 30 regiones distintas durante un periodo de 10.000 años.
Los investigadores midieron los niveles de complejidad social y si dicha sociedad veneraba a una deidad moral.
Los agentes sobrenaturales que castigan las afrentas directas (por ejemplo, no realizar sacrificios en su honor) suelen aparecer durante la mayor parte de la historia, pero estas deidades rara vez se preocupaban de castigar violaciones morales en las interacciones humanas.
Los dioses moralizantes, como el dios de Abraham, y los castigos por transgresiones morales, tal como el karma en el budismo, solo comienzan a aparecer en los últimos milenios.
Y tal como descubrieron los investigadores, estos poderosos dioses con sus temibles castigos sobrenaturales no precedieron el surgimiento de grandes poblaciones, sino que aparecieron en sociedades que ya eran grandes y complejas.
Esto significa que estos dioses moralizantes no eran un requisito previo para la evolución de una sociedad compleja, pero pudieron ayudar a sostener y expandir imperios multiétnicos una vez ya establecidos.
Un pegamento social
La primera diosa moralizante fue Maat en Egipto, alrededor del año 2800 a. C., cuando la población se acercaba al millón de habitantes.
Otros dioses moralizantes surgieron en Anatolia en el 1500 a. C. o en China en el 1000 a. C.
Se cree que los dioses romanos ya castigaban romper un juramento en el año 500 a. C.
Y la difusión más amplia de las religiones transnacionales comenzó durante el primer milenio a. C., con el zoroastrismo y el budismo, seguido más tarde por el cristianismo y el islam.
El coautor del estudio Harvey Whitehouse, profesor de antropología social en la Universidad de Oxford, desarrolla la siguiente teoría:
"Lo que creemos que sucede cuando una sociedad llega al millón de habitantes es que se vuelven más vulnerables a tensiones internas, ya que tiene que mantener juntos a múltiples grupos étnicos como resultado de este proceso de expansión", señala.
"El temor a ofender a una deidad que juzga tu comportamiento hacia otras personas podría haber proporcionado a estas sociedades la manera de prosperar a pesar de estas tensiones".
Los investigadores también proponen que la estandarización de creencias y prácticas por parte de las autoridades religiosas establecieron una identidad común que ayudó a mantener la cohesión de estas sociedades multiétnicas.
Esto puede explicar por qué los dioses morales se difunden cuando los grandes imperios conquistan sociedades más pequeñas.
Esta investigación puede no satisfacer a aquellas personas que sigan buscando prueba de la existencia de Dios.
Pero tal y como dice el autor principal Patrick Savage de la Universidad Keio, demuestra una vez más a que "la religión es una parte fundamental de la evolución humana".