El trautonio, el instrumento musical electrónico que encantó a Goebbels y a Hitchcock
Fue uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos jamás inventados. Se ha utilizado en bandas sonoras de películas, música clásica y fue promovido por los nazis. Se llama el trautonio.
Al principio se usó como un instrumento clásico, y el compositor alemán Paul Hindemith escribió muchas piezas para el trautonio en los años 30.
Pero el trautonio puede crear sonidos muy extraños y singulares.
Quizás hasta los has escuchado sin saberlo: ¿alguna vez viste la película de terror de Alfred Hitchcock "Los pájaros"?
El director quería sonidos espeluznantes para los aterradores pájaros.
"Quizás no era un sonido realista, más bien un sonido impresionista de pájaros chillando y atacando una casa, y todo fue hecho con un artilugio electrónico", le dijo Hitchcock a la BBC en 1972.
El artilugio
El trautonio parece una gran versión temprana de un sintetizador. Pero en lugar de un teclado, el instrumento tiene dos tablas que sostienen un cable de resistencia sobre una placa de metal.
Puedes presionarlas o deslizar los dedos sobre ellas.
Fue inventado en 1929 por el ingeniero alemán Friederich Trautwein -de ahí el nombre- en la Universidad de Música de Berlín.
Desde el principio, un joven músico llamado Oskar Sala trabajó con él y durante más de 70 años, Sala fue la única persona en el mundo que tocó el trautonio en los conciertos.
En 1933, el fabricante alemán Telefunken comercializó una versión pequeña, denominándola Volkstrautonium, o el trautonium de la gente.
Era del tamaño de una máquina de escribir grande y tenía que estar conectado a una radio doméstica, para amplificar el sonido.
Fue la primera producción en masa de un instrumento electrónico.
"Pensaron que llamarlo Volkstrautonium ayudaría, pero fue en vano. Fue un fracaso comercial. La producción se interrumpió casi de inmediato. Sólo se hicieron unos 60", me dijo Oskar Sala en 1997 cuando lo entrevisté en el Instituto Goethe de Londres.
Me contó además que cuando Hitler llegó al poder, los nazis decidieron que les gustaba el trautonio.
"Hubo un ministro alemán que se quejó al gobierno de que el trautonio no estaba recibiendo el apoyo adecuado, ya que era un invento alemán y a la gente parecía gustarle.
"Así que organizaron una presentación pública para el ministro de Propaganda e Ilustración Pública, Joseph Goebbels.
"Goebbels dijo: 'Me gusta, continúe'".
Como resultado, se comisionaron más trautonios y Oskar Sala tocaba en un programa semanal de radio, llamado "Música en el Trautonio".
Durante la Segunda Guerra Mundial, Sala actuó en Alemania y los países ocupados. Pero cuando fue reclutado, en 1944, los conciertos de trautonio llegaron a su fin.
Después de la guerra, Oskar Sala creó un estudio en Berlín, donde trabajó en bandas sonoras para documentales, cortometrajes y comerciales, y en comisiones como los efectos de sonido para 'Los pájaros' de Hitchcock.
Desarrolló una nueva versión del instrumento, el mixturtrautonium, capaz de un sonido más rico y polifónico.
También lanzó grabaciones de piezas de Paul Hindemith y Harald Genzmer, compuestas específicamente para el trautonio.
Oskar Sala murió en 2002. Tenía 91 años.
La historia del trautonio podría haberse detenido ahí, de no haber sido por un joven músico de Múnich, Peter Pichler.
Pichler encargó un mixturtrautonium a la única compañía en Alemania que aún produce el instrumento. Pesaba 85 kilos y no había nadie que pudiera enseñarle a tocarlo.
"¡Es difícil! Como cualquier instrumento hay que practicar y practicar".
Pichler se había enamorado del trautonio "cuando era un estudiante de música y estaba viendo un film independiente con este sonido que no era ni electrónico ni de cuerdas... quedé absolutamente confundido y fascinado".
"Luego averigüé que era un trautonio de 1930 y que quien lo tocaba, Oskar Sala, seguía vivo, así que fui a conocerlo en 1996 y lo vi otras veces después".
Pichler se ha presentado principalmente en Europa, pero pronto lo hará en Australia, y será la primera vez que el pesado instrumento viaje al extranjero en un avión.
Para él, los cálidos sonidos electrónicos del trautonio van directamente al corazón, y espera que otros continúen con la tradición que comenzó con Oskar Sala.