La madrugada del 10 de septiembre de 1977 en Marsella, Francia, un joven tunecino discapacitado fue decapitado en el patio de la prisión de Baumettes.
La guillotina suele asociarse con el inicio de la Revolución Francesa, en 1789, y los años subsiguientes. Pero la máquina se siguió utilizando en Francia durante 200 años más para cumplir sentencias de penas de muerte.
La decapitación del tunecino Hamida Djandoubi fue, sin embargo, la última que se realizó en el país.
"La noche en la que estaba previsto que se efectuara la sentencia, yo no pude dormir? sólo pensaba en que se iba a asesinar a una persona", recuerda Nicole Pollak, la hija del abogado que estuvo a cargo de la defensa de Djandoubi.
"Todavía recuerdo el momento en el que le informaron a mi padre, Emile, que la ejecución se llevaría a cabo", indica Pollak.
El principio
El uso de la guillotina fue introducido por el cirujano francés Joseph Ignace Guillotin, quien también era diputado de la Asamblea Nacional.
Recomendó su utilización por considerarlo un método más humano para ejecutar a un prisionero condenado a la pena de muerte debido a que la persona moría sin agonía. Hasta ese momento se utilizaba el ahorcamiento o la estrangulación.
"En un parpadeo, se decapita a la persona, que no siente más que frescura". Fue lo que dijo, de acuerdo a los relatos de la época.
Y de allí, salió su nombre.
Guillotin, sin embargo, no fue su inventor. Máquinas similares se utilizaron durante el siglo XIII en Alemania, Escocia, Inglaterra e Italia.
Con el transcurso de los años, se dejó de utilizar en Europa. Francia fue el último país europeo en seguir el ejemplo de sus vecinos.
Movimiento en contra
En la década de los 70, la moralidad del uso de la guillotina para ejecutar una sentencia de pena de muerte se empezó a cuestionar.
Sin embargo, la mayoría de los franceses estaba a favor de su utilización.
"Yo era parte de un grupo que hacía campaña a favor de su abolición, pero íbamos en contra de la mayoría. Si se hubiese realizado un referendo en torno al tema, el uso de la guillotina habría ganado", recuerda Henry LeClear, un abogado que también representaba a los detenidos en casos en los que se solicitaba la pena de muerte.
Nicole Pollak refiere que los juristas que expresaban públicamente su rechazo al uso de la guillotina fueron amenazados en varias oportunidades.
"Incluso a mí se me asignó una escolta policial", cuenta Pollak.
En secreto y a escondidas
Hasta 1939 todas las ejecuciones eran públicas, cualquiera podía asistir. Pero a partir de esa fecha, empezaron a realizarse en secreto y dentro de las prisiones. Después de que ocurría, se informaba al respecto.
"Ese año se produjo una gran controversia. Muchísima gente asistió a la decapitación de un reo y el evento se convirtió en un show, hubo quienes incluso alquilaron apartamentos para ver mejor", explica LeClear.
El caso de Djandoubi generó mucha atención. Fue sentenciado porque torturó y asesinó a quien fuera su novia.
"Lo que hizo fue una atrocidad y, para muchos, eso justificaba la ejecución", dice Pollak.
Y continúa: "Pero la discapacidad de Djandoubi hizo que todo fuera peor. Tenía una prótesis en la pierna como consecuencia de un accidente laboral. Pero para la decapitación se la quitaron, así que tuvo que ir de rodillas a la guillotina".
El fin
Monique Mabelly, una juez que estuvo presente cuando el preso murió, escribió acerca de lo que pasó ese día antes de morir.
"Cuando los guardias abrieron la puerta, se vio la guillotina. Y al lado, una cesta. Por modestia, me volteé en el momento en el que la cuchilla iba a caer. Cuando volví a ver, todo estaba lleno de sangre".
La pena de muerte se abolió en Francia el 9 de octubre de 1981. Fue un punto esencial en la campaña presidencial de François Mitterrand, quien gobernó al país desde 1981 a 1995.
"A mi padre se le conocía como el genio de las palabras, pero ese día, no tenía ninguna. Hubo un silencio sepulcral cuando regresó a la casa. Me entristece saber que murió pocos meses antes de que la pena de muerte se aboliera", concluye Pollak.