El rabino, el monje budista y el cura católico que experimentan con drogas psicodélicas
Un rabino, un cura católico, un monje budista y otros líderes religiosos descansan echados en una sofá, en una de las salas de la Universidad de John Hopkins en Baltimore, Estados Unidos.
Con gafas oscuras que esconden la mirada perdida y auriculares en las orejas, escuchan música litúrgica.
Están bajo los efectos de la psilocibina, el ingrediente activo de los hongos mágicos.
Esta no es una escena de la última película de Tarantino: es un experimento conducido por científicos de las Universidades de Nueva York y John Hopkins, que investiga los efectos de las drogas psicodélicas en las experiencias religiosas.
El objetivo es evaluar en qué medida las experiencias trascendentales les permiten a los líderes religiosos hacer su trabajo de forma más eficiente y con más confianza y cómo estas experiencias alteran su pensamiento religioso.
Si bien no es el primer estudio que analiza la relación entre drogas alucinógenas y experiencias místico-religiosas, es el primero que incluye entre sus sujetos personas de diferentes creencias.
Los participantes son hasta ahora 24 y de distintas denominaciones, aunque el equipo aún no ha logrado persuadir a un imán musulmán ni a un sacerdote hindú.
Dos dosis
El experimento consiste en tomar dos dosis psilocibina, con una distancia de un mes entre una y otra.
Los participantes -que fueron previamente sometidos a un riguroso examen psicológico y médico- permanecen juntos escuchando música en una sala, supervisados por dos guías.
"La instrucción es dejarse llevar y acumular experiencias", explica William Richards, psicólogo de la Universidad de John Hopkins uno de los investigadores del estudio.
La música que deben escuchar, dicen, tiene como fin magnificar la experiencia espiritual.
Resultados preliminares
La investigación concluirá al cabo de un año, durante el cual los investigadores seguirán el progreso de los participantes.
No obstante -y mientras la investigación está en curso- ya han tomado nota de algunas cosas que han pasado.
Por empezar, todos han valorado la experiencia, dice Richards, y "nadie se ha mostrado confundido o molesto, o se arrepiente de haber participado".
"Aunque es muy temprano para hablar de resultados, la gente en general parece haber podido apreciar de una manera más profunda su propia herencia religiosa".
"El dogma muerto cobra vida y significado. Descubren que realmente creen en las cosas de las que están hablando", señaló Richards.
Otro beneficio que notó el investigador es que tras la experiencia con la psilocibina, la noción de religión dejó de ser sectaria para tornarse más universal.
"Incrementa la apreciación de otras religiones del mundo".