El predecible comportamiento que todos adoptamos cuando nos perdemos
En la era del GPS, donde nos hemos acostumbrados a orientarnos fácilmente mirando la pantalla del celular, es fácil olvidarse lo aterradora que puede ser la sensación de estar perdidos.
Pero si nos extraviamos en medio de un bosque, un desierto o cualquier otro espacio abierto con el que no estamos familiarizados y en el que el móvil no tiene señal, el pánico tiende a apoderarse de la mayoría de las personas, independientemente de la experiencia que tengan.
"Casi todo el mundo, cuando se siente realmente perdido, sufre una especie de colapso emocional. Es una reacción muy primitiva: la gente tiende a pensar que se puede morir y por ello se comporta de manera muy irracional, y entra en el modo de huida o lucha", le explica a BBC Mundo Michael Bond, periodista científico, exdirector de la revista New Scientist y autor del libro "Wayfinding: The art and science of how we find and lose our way" (Wayfinding: el arte y ciencia de cómo encontramos y perdemos nuestro camino").
En ese momento, la gente "no puede pensar con claridad, no recuerda dónde ha estado, y no reconocerá puntos de referencia obvios que le pueden ser de ayuda".
"La teoría es que eso se remonta a nuestros ancestros prehistóricos, para quienes perderse podía convertirse en una situación catastrófica. Al estar rodeados de depredadores peligrosos, perderse podía hacer que acabasen muertos".
Esta respuesta visceral, irracional, que aún se suscita en los humanos modernos, es lo que nos impulsa a hacer exactamente lo contrario a lo que deberíamos para encontrar el camino, o ayudar a que nos encuentren.
Qué debes hacer...
Lo primero que hay que hacer cuando uno se da cuenta de que está completamente perdido es no moverse del lugar.
"Trata de quedarte quieto, como si parases a tomarte un té, hasta que la sensación de pánico (que es temporal) se pase. Eso te permitirá tomar mejores decisiones que harán más fácil que alguien te encuentre", explica Bond.
Eso, por supuesto, es lo que rara vez ocurre, ya que ese miedo primitivo que nos lleva a caminar o correr sin rumbo, es muy difícil de superar.
Hacerlo, sin embargo, es clave.
La mayoría de la gente perdida está en un punto fijo cuando se la encuentra, pero solo porque ya no tiene energía para seguir andando.
Según un análisis hecho en la provincia de Nueva Escocia, en Canadá, de cerca de 800 personas rescatadas, solo dos se habían quedado en el lugar en que se habían extraviado: una era una mujer octogenaria y otra un niño pequeño que había aprendido qué hacer en un curso de supervivencia de la escuela.
Claro que la recomendación de quedarse en el sitio no se aplica en todos los casos.
Eso funciona si otros saben que te has ido a caminar, ya que si no regresas levantarán la alarma.
De no ser así, lo mejor es -después de haberte calmado y detenido a pensar- tratar de subir a un sitio elevado y ver si desde allí puedes reconocer mejor el área.
Y si estamos en medio de un lugar de difícil visibilidad, es preferible acercarse a un lugar más abierto donde se nos pueda detectar más fácilmente.
El quedarse quieto tampoco funciona por ejemplo en una situación completamente diferente, como cuando nos desencontramos con un amigo en lugar muy concurrido, ya que si las dos personas se quedan en su lugar, resultará complicadísimo encontrarse.
No hay una respuesta correcta sobre qué hacer en esos casos (sobre todo si no podemos contar con un celular), lo único que puedes hacer en ese caso es tener un plan de antemano, dice Bond, sobre qué hacer si se produce un desencuentro.
Lo que hacemos...
En el momento de pánico, la gran mayoría sale corriendo o caminando a toda prisa hacia cualquier parte, para dejar atrás el lugar donde se siente perdido, atrapado.
Pero en las situaciones en que perdemos la referencia de dónde estamos, cuando aún no nos ha inundado el pánico, "la gente tiende a dirigirse hacia los bordes, como por ejemplo el límite del bosque con un campo o la orilla de un lago. Sigue senderos, o las líneas creadas por las torres de electricidad", explica Bond.
También se dirigen a estructuras o edificios que pueden encontrar en el paisaje.
Y, al igual que en las películas donde vemos al protagonista perdido en la selva llegar una y otra vez al mismo sitio después de horas de agónica caminata, en un espacio sin rasgos identificables, los humanos tendemos a caminar en círculos, según demostró un estudio de hace más de una década de investigadores del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica, en Alemania.
Esto no solo ocurre cuando nos perdemos sino cuando el paisaje no tiene puntos destacados o cuando todos se parecen demasiado entre sí, como los árboles en un bosque.
Sin estas referencias, "nuestro sistema de orientación en el cerebro no tiene un ancla", dice Bond, y esta deriva suele "acabar a pocos cientos de metros de donde empezaron a caminar".
Sin embargo, existen ciertas pequeñas diferencias en cómo se comportan hombres y mujeres, sobre todo si hablamos de senderistas.
"Aunque la gente tiende a seguir rastros o huellas definidas, las estadísticas muestran que los que se alejan de ellas suelen ser hombres, mientras que las mujeres tienden a mantenerse en el camino", le dice a BBC Mundo Dave Perkins, del Centro de Búsqueda e Investigación de Northumberland, que analiza estadísticas de personas perdidas en Northumberland, en Reino Unido.
En este sentido, Perkins explica que es importante saber antes de iniciar una búsqueda, "a qué categoría pertenece una persona: si es hombre o mujer, su edad, si son senderistas, o sufren de demencia u otros problemas".
La capacidad de orientarse también ha desmejorado en mucha gente por el uso constante de tecnologías como el GPS.
"Nuestro cerebro tiene una habilidad increíble para navegar por áreas que no nos son familiares y recuerda lugares y mapas de donde hemos estado", dice Bond.
"Pero si dejamos de usar la zona del cerebro (el hipocampo) involucrada en la tarea de ubicarnos, y nos acostumbramos simplemente a seguir instrucciones, esta habilidad decrece", agrega.
Lo bueno, es que podemos reentrenarnos. Solo es cuestión de prestar atención, tomar conciencia de hacia donde vamos y cómo es el espacio que nos rodea.