Cansados del alcoholismo y los problemas asociados a él, como desempleo y criminalidad, las autoridades de Gales (nación que forma parte de Reino Unido) se pusieron a pensar qué hacer para que la gente beba menos.
Cuando nada parecía funcionar, lanzaron una estrategia dirigida a prohibir las ofertas excesivamente baratas.
Una nueva ley establece cuál debe ser el precio mínimo de cada bebida alcohólica vendida en el mercado: el objetivo es salvar una vida por semana y evitar 1.400 hospitalizaciones semanales.
Bajo esta normativa, una botella de vino no puede costar menos de US$6, la lata de sidra o cerveza al menos tiene que valer US$1,3 y el litro de vodka debe costar más de US$26.
"Hay un vínculo claro y directo entre el consumo excesivo de alcohol y la disponibilidad del producto a bajo precio", dijo la ministra de salud, Rebecca Evans.
Tenemos que implementar medidas decisivas ahora para enfrentar el precio del alcohol, como parte de un esfuerzo más amplio para abordar este problema".
Los bebedores de alto riesgo
Científicos de la Universidad de Sheffield estudiaron los patrones de consumo de los bebedores, el mercado y el sistema de salud en Gales.
Con esos antecedentes, el estudio contribuyó al desarrollo de una fórmula para calcular el precio mínimo, basada en la relación entre el grado alcohólico de una bebida y su volumen.
Establecieron un costo mínimo por "unidad" y luego aplicaron esa medida a distintos tipos de productos y formatos.
Aunque el nivel de consumo ha bajado en los últimos años, las autoridades de salud están preocupadas porque el consumo excesivo afecta particularmente a los jóvenes y los mayores de 50.
Según sus cálculos, la medida le permitiría ahorrar millones de dólares al sistema de salud y tener un impacto positivo en la economía al reducir el ausentismo laboral y las tasas de criminalidad.
El jefe de salud de la Policía, Frank Atherton, dijo que no se trata de convertirse en un "Estado niñera", sino que es una manera de enfrentar un grave problema de salud.
"Los efectos llegarán a los bebedores más peligros, que son los que más consumen alcohol barato y de mayor grado".
"Conseguirán de cualquier manera"
Alex Loveland, un alcohólico rehabilitado que ayuda a gente con problemas de dependencia, está preocupado por la efectividad de la medida.
"Ellos van a tratar de conseguir alcohol de cualquier manera. Creo que esta medida va a poner más presión sobre las personas con menos privilegios".
El Consorcio Galés de Comerciantes también manifestó su preocupación sobre la fijación de un precio mínimo por considerar que afectará a los consumidores moderados y "no necesariamente a los que tienen problemas con el alcohol".
Entre los académicos locales, algunos creen que la ley tendrá un efecto positivo entre los más jóvenes, mientras que otros creen que será muy difícil fiscalizar el control de precios.