¿Algas marinas en una playa antártica?
Fue un descubrimiento desconcertante para el biólogo marino chileno Erasmo Macaya.
Las algas habían recorrido hasta 20.000 km para llegar a esa playa, atravesando barreras de vientos y corrientes que se consideraban casi invencibles.
El hallazgo, realizado en el verano de 2014 y analizado ahora en un nuevo estudio de la revista Nature Climate Change, es considerado clave para entender posibles cambios en el continente helado debido al calentamiento global.
"Encontré unos trozos del alga parda Durvillaea antarctica llamada comúnmente en Chile 'Cochayuyo'", relató a BBC Mundo Macaya, director del Laboratorio de Estudios Algales de la Universidad de Concepción en el sur de Chile y uno de los autores del nuevo estudio.
Los trozos de alga estaban varados en la península de Fildes, en la Isla Rey Jorge, en una playa cercana a la base Julio Escudero del Instituto Antártico Chileno (INACH) en la península Antártica.
"De hecho, fue de casualidad. En esos momentos no estaba desarrollando algún estudio en particular, debido a que me encontraba de paso en el lugar para embarcarme rumbo a Base Yelcho, más al sur, para llevar a cabo algunos estudios sobre macroalgas", señaló Macaya, quien también es investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL).
Miles de kilómetros
El alga encontrada es común a lo largo de la costa de Chile, sur de Argentina, varias islas subantárcticas y Nueva Zelanda, según el biólogo.
"El hallazgo fue inusual porque dicha alga, pese a que su nombre científico es D. antárctica, no crece en ese lugar. Por lo tanto, los trozos varados en Fildes debían haber realizado un viaje de varios cientos o miles de kilómetros para llegar a dicha playa".
Macaya explicó a BBC Mundo que esta especie de alga posee aire en sus tejidos. Por ello, en caso de desprenderse de las rocas, puede flotar y permanecer a la deriva durante algún tiempo.
Lo que dio una pista sobre el recorrido de miles de kilómetros realizado por las algas fue la presencia de percebes.
"Las especies de percebes que encontramos sobre el alga crecen exclusivamente sobre objetos flotantes, lo cual nos indicaba que el alga llevaba un tiempo a la deriva. Lo interesante era saber de dónde venía y qué distancia había recorrido".
"No tan aislada como pensábamos"
El hallazgo de las algas fue apenas el inicio de un esfuerzo internacional para resolver el misterio.
"Con las muestras de algas (incluidas otras algas de la misma especie encontradas ese mismo verano de 2014 por otro colega, Nelson Valdivia de la Universidad Austral de Chile), contacté a la doctora Crid Fraser, de la Universidad Nacional Australiana, quien ha estudiado bastante la Durvillaea y el proceso de dispersión vía algas flotantes", explicó Macaya a BBC Mundo.
"Envié las algas a su laboratorio en Australia y utilizando herramientas genómicas de última generación lograron determinar el punto exacto desde el cual los ejemplares habían salido".
Las muestras de ADN tomadas de los "cochayuyos" revelaron que un espécimen se había desplazado desde las islas Kerguelen, en el océano Índico meridional, y otro desde las islas Georgias del Sur, en el Atlántico sur.
El origen de los organismos "indica que Antártica no estaba tan aislada como pensábamos y que las barreras aparentemente infranqueables, como son el frente polar y la corriente circumpolar antárctica, sí pueden ser vulnerados por especies marinas de zonas templadas y subantárticas", según Macaya.
Y este proceso podría ocurrir de manera frecuente, aunque "hasta el momento el ambiente extremo de Antártica impide el desarrollo de especies de ambientes más cálidos".
Crid Fraser, de la Universidad Nacional Australiana, señaló que "este hallazgo nos muestra que plantas y animales vivos pueden llegar a la Antártica a través del océano, con especies marinas templadas y subantárticas que probablemente bombardean las costas antárticas todo el tiempo".
"Siempre pensamos que las plantas y los animales antárticos eran distintos porque estaban aislados, pero esta investigación sugiere que estas diferencias se deben casi por completo a extremos ambientales, no al aislamiento".
Calentamiento global
Que especies como Durvillaea antarctica pueden ingresar en la Antárctica tiene importantes implicaciones en relación al cambio climático.
"En un contexto de calentamiento global y en el cual hay predicciones de incremento de vientos, estos cruces podrían ser más frecuentes y las condiciones ambientales permitirían un eventual establecimiento (de especies) en el continente blanco", afirmó Macaya.
"En un escenario de mayores temperaturas en Antártica, el entorno podría de esta manera ser 'habitable' para las especies foráneas, lo cual sin duda tendrá implicancias para la biota marina antárctica".
Macaya explicó a BBC Mundo que el estudio incorpora además modelos oceanográficos para simular el desplazamiento de partículas desde zonas "fuentes" hasta la Antárctica.
Y estos modelos tienen aplicaciones para otros elementos que también flotan a la deriva, como pueden ser basura y plásticos.