John Hobson está escuchando un disco de vinilo que contiene conversaciones con su difunta madre. Pero esas palabras no son solo recuerdos grabados en un disco.
Se trata de un vinilo que además contiene las cenizas de su madre, su fotografía y algunos detalles de su vida escritos en él.
"Es el disco familiar perfecto que puede ser transmitido de generación en generación", dice Jason Leach, fundador de la empresa And Vinyly.
Esta compañía es parte la industria "para el final de la vida", un sector que está creciendo rápidamente en distintos lugares del mundo.
Mientras escucha las palabras de su madre, Hobson, dice que ella, una devota de la iglesia, aprobaría la creación del disco.
"Tuve que medir la cantidad de cenizas que tenía en la urna, y poner una cucharada grande en distintas bolsas de plástico. Una para cada disco".
Quince copias de discos fueron hechas con las cenizas para repartir entre familiares y amigos.
"Creo que este vinilo ha permitido mantener viva la memoria de mi madre", dice Hobson.
Jason Leach, con su empresa en Scarborough, Inglaterra, comenzó a pensar en la idea de comprimir las cenizas hace unos 10 años. No tenía un plan de negocios, simplemente estaba reflexionando sobre la mortalidad.
"Estaba impactado por el hecho de que ni yo ni mis amigos habíamos considerado o aceptado la mortalidad", dice Leach.
"No se trataba de hacer un negocio. Fue el resultado de pasarlo bien con aquello que en esa época parecía una conmovedora y desconcertante inevitabilidad".
El proceso es el mismo que se utiliza en la producción de cualquier vinilo, agregando las cenizas (humanas o de una mascota) en una de las etapas de elaboración.
"Es el equilibrio entre agregar la suficiente cantidad de cenizas para que se vean, pero no demasiadas para que no afecten el sonido", dice Leach.
Los precios varían entre US$1.200 y cerca de US$4.000.
Por ahora Leach produce solo dos discos al mes con cenizas comprimidas, pero está buscando inversionistas y acuerdos comerciales con funerarias.
"Claro que hay gente que lo encuentra extraño, hasta terrorífico, pero la mayoría de las personas termina comprendiendo la idea".
Rinaldo Willy tuvo otra idea para recordar a los muertos: convertir las cenizas en diamantes.
"Fui diagnosticado con cáncer a los 21 y desde ese momento me sensibilicé con el tema de la muerte".
Cuando era estudiante de negocios, Willy leyó sobre el aislamiento del carbón de las cenizas para crear diamantes sintéticos. Un año después, junto a su profesor, fundó Algordanza en Suiza.
Un diamante es 99,9% carbono, mientras que el cuerpo humano es 20%. Después de la cremación cerca de 1,5% del carbono permanece.
Los diamantes naturales, símbolos de amor y durabilidad, se hacen bajo enormes cantidades de presión y altas temperaturas al interior de la Tierra.
Algordanza replica ese proceso en su laboratorio creando piedras en pocas semanas.
Producen cerca de 85 diamantes al mes que cuestan entre US$3.600 y US$16.500.
La empresa partió con una inversión inicial de unos US$390.000.
"Después de seis años hemos podido pagarnos un salario como corresponde". La compañía ahora emplea 60 personas en distintos países.
Algunos de los clientes de Algordanza han pasado por situaciones traumáticas. "Tenemos familias que han perdido a sus parientes en eventos como el tsunami de Tailandia, un terremoto en Chile, la guerra en Afganistán o los ataques terroristas de Madrid", cuenta Willy.
En Santa Fe, Estados Unidos, Justin Crowe utiliza las cenizas de los difuntos como material para cerámica. Crowe, egresado de arte, fundó Chronicle Cremation Designs en 2016.
En esa época, él trabajaba en su propio estudio de cerámica y, por lo tanto, necesitaba una mínima inversión inicial.
Actualmente se ha conseguido US$100.000 como capital semilla para expandir su negocio.
Una típica pieza de cerámica está hecha de piedra pedernal, minerales y arcilla.
"Hemos desarrollado una receta especial que incorpora las cenizas en el proceso para formar el brillo que se ve en la superficie del trabajo", asegura Crowe.
Su línea de productos con cenizas incluye floreros, urnas y tazas de café. Los productos más populares son las luminarias para velas y las joyas.
Los precios van desde los US$195 por un collar hasta US$995 por un cuenco grande.
Crowe recibe muchas solicitudes inusuales. Por ejemplo, un día llegó una mujer que quería las cenizas de su hermana y de sus dos perros convertidas en tazas de café.
El emprendedor reconoce que algunas personas piensan que transformar las cenizas de alguien en un objeto doméstico podría ser una falta de respeto.
Pero él cree que un florero o un portavelas permiten recordar cotidianamente a los seres queridos.
"Finalmente, las piezas son para mantener los recuerdos cerca de nuestra vida diaria".