Iain Cunningham siempre creyó que su nacimiento tuvo algo que ver con la muerte de su madre, pero parecía ser un secreto familiar del que no se podía hablar.
No fue hasta que Iain era un adulto y con su propia familia que descubrió quién era realmente su madre y por qué había muerto.
Nunca olvidará la sensación que tuvo al abrir la caja en su 18 cumpleaños.
"Fue como una experiencia religiosa", dice Iain.
"Fue muy intenso. Era la primera vez que veía fotografías de ella. La primera vez que veía algo".
La caja había estado acumulando polvo en el ático durante 15 años, desde que la mujer cuyas pertenencias habían sido cuidadosamente guardadas en su interior había muerto: la madre de Iain, Irene.
Había fotos del día de la boda de Irene a principios de la década de 1970 y la figura de plástico que había decorado la parte superior del pastel de bodas.
Un tesoro escondido
Había una caja de música de madera.
Al abrirla una bailarina giraba por encima de varios compartimentos forrados de satén donde Irene guardaba sus joyas.
También había un conjunto de tocador que aún conservaba cabello de Irene entrelazado en las cerdas de los cepillos.
Iain también encontró su libro para bebés en la caja y vio que su madre había comenzado a documentar la vida de su primogénito recién nacido.
Había escrito su fecha de nacimiento y el color de sus ojos, pero la mayor parte del libro estaba vacío.
"Me pareció como las páginas de una historia no contada", dice Iain.
"Necesitaba llenar ese espacio en blanco".
Don, el padre de Iain, tenía 18 años cuando conoció a Irene en un baile en la localidad de Coventry, en Reino Unido.
"Acordamos reunirnos una semana después bajo el reloj de la estación de autobuses", dice Don.
La pareja fue al cine y desde entonces se vieron regularmente.
Don tenía un trabajo en la fábrica de Dunlop, en Coventry, haciendo frenos de avión, mientras que Irene, que era un año mayor, trabajaba en una fábrica de textiles en la localidad vecina de Nuneaton.
Ella y las otras chicas a veces pasaban de contrabando su propio material para hacerse ropa a escondidas.
Más tarde empezó a trabajar para una fabricante de calcetines llamado Flude's.
Allí le ponía las medias a la pierna de un maniquí antes de que continuaran por la cadena de producción.
"No teníamos nada de dinero", recuerda Don.
"La inflación estaba muy alta, así que no salíamos mucho, pero había un pub no muy lejos al que solíamos caminar, y nos sentábamos con un trago toda la noche porque estábamos ahorrando para casarnos".
Don e Irene se casaron un par de años después, justo cuando la economía del Reino Unido se estaba estancando, y dos años después del enlace esperaban su primer hijo.
"Irene estaba muy feliz durante su embarazo", dice Don.
"Los dos estábamos muy felices".
Pero poco después del nacimiento de Iain, en enero de 1976, las cosas comenzaron a ir mal.
Irene le contó a su mejor amiga que había tenido alucinaciones mientras se recuperaba del parto en el hospital, y cuando trajo a su hijo a casa no podía dormir, comenzó a escribir notas extrañas y le dijo a su madre: "No soy Irene, ya sabes, soy el fantasma de Irene".
Don llevó a Irene al médico que diagnosticó depresión postparto.
Irene fue internada en la unidad psiquiátrica del hospital local, donde fue sedada y sometida a terapia electroconvulsiva (TEC).
"No mucho después de eso, entró en ese estupor catatónico", dice Don.
Durante un período, Irene no respondió a ningún estímulo.
Estaba inmóvil, casi como si estuviera en coma.
Cuando se recuperó, su personalidad había cambiado: estaba paranoica, retraída y miraba al espacio, pero de vez en cuando se sentaba en la cama y comía galletas.
"Estaba devastado", dice Don.
"Pero tenía que cuidar a Iain, ir a trabajar y visitar a Irene por las tardes. Tenía que seguir".
La familia y los vecinos se reunieron para ayudar con recién nacido mientras Irene estaba en el hospital.
Un período durante el cual Don recuerda haberse sentido "completamente a oscuras" acerca de lo que estaba sucediendo con la salud de su esposa y el tratamiento que estaba recibiendo.
"Era un mundo diferente: los médicos no me dieron ninguna información y no me dijeron qué medicamento estaban tomando o para qué", dice.
"Nunca me explicaron qué era un estupor catatónico y en esos días no existía internet para ir a buscar cosas. Mi vida consistía en ir al hospital todas las tardes y simplemente sentarme al lado de alguien que no se comunicaba para nada".
Irene pasó unos nueve meses en el hospital.
Pero a esa etapa le siguió otra de alrededor de 18 meses durante el cual vivía feliz en casa con su pequeño hijo y su esposo, llevando a Iain al parque y a los cafés, y visitando amigos.
Pero en cierto momento Irene comenzó a volverse maníaca.
No podía dejar de hablar, día y noche, dejó de dormir y pronto tuvo que ser readmitida en el hospital.
"Simplemente no entendía por qué podía volver a ocurrir cuando parecía tan feliz de estar con Iain", dice Don.
Una tarde de octubre, unos tres meses después, sonó el teléfono mientras Don estaba trabajando en una oficina de la fábrica de Dunlop.
Era Tom, el hermano de Don. Tenía noticias terribles. Irene estaba muerta.
El hospital pidió a Don que identificara el cuerpo de su esposa.
Le dijeron que había muerto de insuficiencia cardíaca, pero muy poco más: no le dieron una explicación adecuada de lo que había sucedido o por qué.
"Tenía 28 años y mi vida se desmoronaba", dice Don.
"No sabía qué hacer conmigo mismo, solo y con un niño muy pequeño. ¿Cómo iba a recuperar mi vida?".
Durante su infancia y adolescencia, Iain tuvo muchas pesadillas sobre la muerte de su madre.
Se veía huyendo de un fuego abrasador por el pasillo de un lejano hospital.
Todavía recuerda esos sueños vívidamente, al igual que la sensación de perder a su madre, que se quedó con él mucho después de que su rostro se hubiera desvanecido de su memoria.
Nadie hablaba de ella
Pero cada vez que intentaba hablar con su padre sobre su madre, siempre parecía tocar un punto sensible.
La respuesta más frecuente es que Don se marchaba e Iain decidía no presionarlo.
Y aparte de su abuela, con quien ocasionalmente hablaba sobre Irene, nadie más parecía realmente dispuesto a hablar de ella.
Así que Iain creció casi sin tener idea de cómo había sucedido todo.
Aproximadamente un año después de la muerte de Irene, Don conoció a Judith, quien más tarde se convirtió en su segunda esposa.
Judith e Iain enseguida congeniaron, "casi como una madre biológica y un hijo", dice Don.
Pero Iain tampoco habló nunca con su nueva madre sobre Irene y recuerda haber llorado cuando fue al hospital a conocer a su media hermana.
Estaba preocupado de que, como Irene, Judith no volviera nunca.
Con los años, Don perdió el contacto con la mayoría de la familia de Irene y muchos de sus viejos vecinos y amigos.
Cuando se acuerda, no está exactamente seguro de por qué nunca habló con su hijo sobre Irene, solo estaba tratando de sobrellevarlo lo mejor que podía.
"¿A esa edad lo habría entendido? No lo sé. Es muy difícil decidir cuándo contarle a alguien algo así", dice Don.
"Cuando construyes una nueva vida, no quieres seguir repasando qué sucedió antes, solo te concentras en ser una familia unida".
Y por eso, hasta que Iain no cumplió 18 años Don no sacó la caja que contenía las pertenencias de Irene.
Juntos desempolvaron y examinaron las fotos y los recuerdos que contaban la historia de una mujer que Iain ya no podía recordar.
Iain se quedó con su libro de bebé, pero el resto de la caja fue reempacado y llevado de nuevo al ático en el que había permanecido durante tanto tiempo.
Después de eso, no se volvió a hablar de Irene.
A los 30 años, Iain se casó y se convirtió en padre.
Cuando su hija mayor se acercaba a la edad que tenía cuando murió su propia madre, Iain decidió que era hora de tratar de llenar algunos de los huecos de lo que sabía sobre Irene.
"Cuando tienes un hijo de esa edad, que llega a los tres años, ves que es un ser humano completo y emocional. Y empecé a preguntarme cada vez más sobre lo que le sucedió a Irene y el impacto que eso tuvo en mí, " él dice.
"Quería recordarla un poco y celebrarla como persona, pero primero necesitaba descubrir quién era. Realmente no sabía nada de ella".
Por primera vez desde que cumplió 18 años, Iain le pidió a su padre que bajara la caja del ático.
Inicio de la búsqueda
Luego colocó un anuncio en el Nuneaton Telegraph pidiendo que le contactaran las personas que habían conocido a su madre.
También pegó carteles en los postes de luz.
Con el tiempo llegó a hablar con los amigos más cercanos de Irene, sus compañeros de clase, parientes, viejos vecinos y ex colegas.
Todos compartieron historias y fotografías de Irene.
"Todas esas fotos eran fragmentos de la vida de mi madre, que estaban esparcidos por las casas de otras personas", dice Iain.
"Ella todavía vivía en los recuerdos de esas personas y eso es lo que quería reunir".
La gente le decía a Iain cuánto se parecía a Irene, y a veces le resultaba un poco agobiante ver nuevas fotos de ella.
Pero a través de los álbumes de fotos de personas que no conocía, las cartas que habían guardado y las experiencias compartidas que nunca habían olvidado, Iain consiguió construir una imagen detallada de una chica tranquila, amable y artística que siempre se reía.
Su madre había sido la reina del carnaval local, le encantaba bailar los viernes y los sábados por la noche, y viajar a Margate para tomar el sol y ver los espectáculos.
"Hasta que tuve 18 años, nunca vi una foto de mi madre, e incluso entonces solo tuve acceso a las que estaban en la caja", dice Iain.
"No había muchas y en la mayoría de las fotos ella no aparecía bien. Así que verla como una persona joven, vibrante y colorida que la pasaba bien, a mis ojos la devolvió a la vida. Realmente tuve una idea de lo divertida que era y me sentí muy conectado con la persona que había sido".
Pero Iain todavía tenía muchas preguntas sin responder.
Siempre le había preocupado que de alguna manera él fuera responsable de lo que le había sucedido a su madre.
Don tampoco había entendido completamente por qué Irene había muerto, y las personas que la conocían parecían contar historias contradictorias.
A Iain le llevó más de dos años, pero después de una larga búsqueda y una espera aún más larga para conseguir permiso, finalmente logró acceder a los registros médicos de Irene.
Historial médico
"Y cuando los abrí, descubrí que contenían muchas de las respuestas que andaba buscando", dice.
Algunas personas dijeron que Irene había tenido un parto difícil, otras que su corazón había dejado de latir, pero los registros describían un parto normal.
"Creo que hubo confusión en lo que sucedió", dice Iain.
"Y la salud mental era algo difícil de que hablar. Todavía hay un estigma en torno a eso".
Iain mostró los registros médicos de su madre a los médicos que lo ayudaron a él y a su padre a entender lo que probablemente le sucedió a Irene en aquel entonces.
"La descripción aquí es claramente la de una psicosis posparto con episodios adicionales de lo que ahora llamaríamos trastorno bipolar", dijo el doctor Alain Gregoire, un consultor del NHS especializado en psiquiatría de madres y bebés.
"Aproximadamente una de cada 500 mujeres desarrolla esta enfermedad después del parto".
Psicosis postparto
- La psicosis posparto es una enfermedad mental rara pero grave que puede afectar a una mujer poco después de tener un bebé.
- Los síntomas generalmente comienzan repentinamente dentro de las primeras dos semanas después del parto, aunque pueden llevar varias semanas.
- Pueden incluir: alucinaciones, delirios, un estado de ánimo maníaco (hablar y pensar demasiado o demasiado rápido), sentirse eufórico o depresivo, ser retraído o lloroso, falta de energía, pérdida de apetito, ansiedad o problemas para dormir, sentirse muy confundido o comportarse fuera de lugar entre otros
- La mayoría de las mujeres con psicosis posparto necesitan tratamiento hospitalario.
Otro médico le dijo a Iain que los medicamentos antipsicóticos que le recetaron Irene eran tóxicos para su corazón, y que las dosis que le recetaron podrían haberla llevado a la muerte.
"Pero ahora es difícil decirlo con absoluta certeza", dice Iain.
"Si lees entre líneas, la noche anterior a su muerte fue sedada porque estaba inquieta y ruidosa, y eso puede cubrir una multitud de cosas".
Después de haber construido una vívida imagen de la niña que Irene había sido y de la mujer en la que se había convertido, fue muy doloroso para Iain leer sobre lo traumático que había sido su internamiento en el hospital.
Pero entre las notas médicas también descubrió transcripciones de conversaciones que su madre tuvo con el personal médico.
"Y fue muy agradable leer cosas dichas por ella", dice.
"Dijo que amaba a su esposo y que 'adoraba' al niño. No disfrute mucho tiempo de su amor, así que me encantó leer eso".
Aunque evitaron hablar de Irene durante casi 40 años, Iain y su padre son ahora mucho más abiertos sobre el tema.
"Era una conversación que necesitábamos tener y ha sido de gran ayuda para los dos", dice Iain.
"Ahora entiendo mejor lo que le pasó a mi padre y tal vez simplemente no tenía las herramientas para explicarlo".
Don también encontró alivio en saber mejor qué le sucedió a su esposa.
"No podía decirle a Iain porque no lo sabía", dice.
"Pero finalmente encontramos la explicación de cómo murió. Creo que Iain y yo nos hemos acercado, y se me hace mucho más fácil hablar con él".
La caja de las pertenencias de Irene, que permaneció intacta durante tantos años en el ático de Don, ahora está en la casa de Iain.
Los recuerdos de la abuela
El conjunto de tocador dorado, los recuerdos de la boda y la caja de música de la bailarina todavía están guardados de forma segura.
De vez en cuando, Iain y sus hijas echan un vistazo a las cosas que una vez pertenecieron a su abuela.
Nunca tuvieron la oportunidad de conocerse y hablan sobre Irene y por qué ella no está cerca para verlas crecer.
"Es bueno poder introducir suavemente estas ideas porque es importante que los niños aprendan sobre la salud mental", dice Iain.
Nunca hubo expuesta ninguna fotografía de Irene cuando Iain crecía, pero la hija mayor de Iain tiene una foto de su abuela en su habitación, y hay un retrato de su madre y su padre en la década de los 70 que se encuentra en el escritorio de Iain.
"Siento que ahora tengo una relación con la verdadera Irene. Hablar de ella ya no es un tema tabú", dice Iain.
"Los registros médicos me confirmaron que 'me adoraba', pero las personas con las que hablé me dijeron cuánto me amaba, y eso significó mucho para mí".