"Me quito las botas de soldado y me pongo la bufanda de escritor: Carlos Freyre, militar y novelista
Una mañana de 2006, el soldado Carlos Freyre finalmente llegó a El Dorado.
Así llamaban a una decena de cabañas empobrecidas esparcidas sobre un claro perdido en la espesura amazónica, muy cerca de donde se elevan los andes del norte peruano.
Todo el pueblo compartía un televisor, pero como no llegaba ninguna señal, se dedicaban a ver una y otra vez el mismo puñado de películas que uno de ellos trajo de su largo viaje a la ciudad más cercana.
"Nadie sabía nada de lo que pasaba en el resto del país, pero todos eran fans de Quentin Tarantino", cuenta Freyre.
Carlos Enrique Freyre es comandante del ejército peruano y escritor. O escritor y comandante.
Para vivir en un mundo de jerarquías rigurosas, Freyre no tiene claro el orden de sus dos grandes pasiones: Sigue escribiendo en los helicópteros cuando vuela hacia zonas de emergencia o bajo los rumores de la selva tras una jornada de búsqueda de columnas guerrilleras.
Uniformado y de pie en una sala del Cuartel General del Ejército Peruano, Freyre recibió a BBC Mundo para hablar de su reciente libro "La Guerra que hicieron para mí", y de esa aparente batalla entre sus dos vocaciones.
La pluma y la espada
Escritor de ficción y a la vez militar, hay quienes hasta lo consideran antagónico.
Es verdad que escribo novelas, cuentos y guiones de cine, pero también ensayos y doctrinas. Finalmente, lo que soy es un intelectual. Y de eso sí hay bastante en el Ejército.
Lo que abunda es la literatura sobre los militares, aunque normalmente como denuncia o crítica, ¿Sientes que los autores suelen ser injustos con ustedes?
La literatura es crítica con la vida militar porque hay desconocimiento, y ante la oscuridad, la gente llena el vacío con sus temores. Antes, el ejército era también más hermético y eso sucedía en todo el mundo. Le tomabas foto a un cuartel y te agarraban del pescuezo. Hoy los militares están tendiendo más puentes.
Recuerdo la novela "La Ciudad y los perros", de Mario Vargas Llosa sobre su experiencia como cadete del ejército y la brutalidad del trato hacia ellos.
No creo que solo el ejército haya sido así. Era toda la sociedad. Las fuerzas armadas eran un reflejo de esa ciudad.
¿Y eres escritor por tu experiencia como militar o a pesar de tu experiencia como militar?
(ríe) Igual hubiera sido escritor, pero el ejército es fascinante. La verdad es que la vida militar te permite conocer a tus personajes y eso no le suele pasar al artista normalmente.
Pasas mucho tiempo destacado en zonas normalmente inaccesibles.
En Perú hay muchos países dentro de un país. Cada lugar tiene sus códigos, sus fantasmas y cuando vives en uno de esos lugares, los personajes se meten en tu piel. ¡Es un gran insumo para la literatura!
Mi guerra
Una decena de soldados se relajaba jugando futbol en la base del distrito andino de Llochegua, cuando uno de ellos se desplomó en pleno patio.
A la distancia, un francotirador le había acertado.
En "La Guerra que hicieron para mí", publicada por Editorial Planeta, los enemigos parecen siempre merodear a la espera de una oportunidad.
Sin embargo, no son autómatas sanguinarios.
"Siempre me interesó saber por qué peleaban los terroristas", señala Freyre a BBC Mundo.
Los guerrilleros de la novela padecen su humanidad: son contradictorios, débiles y hasta los más fanáticos están llenos de grietas por donde escurren sus conflictos.
"Muchos de ellos eran muy pobres y les ofrecieron poder. Pensaron que cualquier riesgo era mejor que mantener su situación", explica Freyre, quien conversó muchas veces con insurgentes arrepentidos.
Su novela pinta un fresco amplio sobre el conflicto interno peruano que entremezcla escenas, dramas y personajes de los últimos 30 años.
Desde las brutales masacres de la década de los 80, hasta épocas más recientes, cuando los movimientos guerrilleros se convirtieron en una excusa para el narcotráfico.
Como militar, Freyre fue testigo y por momentos protagonista de historias que gritaban ser contadas.
"Cuando regresaba a la base, por la noche, me quitaba las botas de soldado y me ponía la bufanda de escritor", ironiza el comandante.
Amores improbables
¿Es un arma la literatura?
Sí, definitivamente. En mi caso ha sido un arma para enseñarle a la gente las dificultades del mundo militar. Combatir no solamente es empuñar un fusil. Entra también el miedo.
¿Qué tipos de miedo?
En la selva alta no se ve nada. Te pueden emboscar muy fácilmente. Debes ejercitar mucho la intuición, pero, además, no solo te mata una bala. También te enfrentas a la naturaleza y hay gente que ha terminado muerta hasta ahogada en los ríos.
¿Te tocó estar cerca de la muerte?
Todos los oficiales de mi generación hemos vivido situaciones complejas, pero lo que más recuerdo fue lo que le pasó a un suboficial de apellido Cruz. Él pisó una mina cuando patrullábamos en Navidad.
Cuando te cae un tiro, te mueres. En cambio, la mina es un arma psicológica. Sufres mucho y todos tus compañeros alrededor también, porque intentan salvarte.
Pero no todas tus historias tienen temática militar
También he escrito una novela de amor, y lo hice mientras estaba destacado a una zona de emergencia (donde hay enfrentamientos con la guerrilla). ¿Quién diría que ese lugar puede inspirar una historia así?
¿Preferirías ser el general más destacado de tu promoción o el escritor más reconocido de tu generación?
Es una pregunta difícil. Cuando era capitán me dijeron que en algún momento tendría que decidir. Pero la verdad es que hasta ahora puedo llevar las dos cosas a la vez. Cuando me toque pasar a retiro no sé qué tan doloroso va a ser.
Incluso llevas el uniforme puesto para la entrevista.
A mí hasta me cuesta levantarme tarde. A las siete de la mañana estoy siempre despierto.
El cómic de Vargas Llosa
Ser soldado y a la vez escritor es también caminar sobre un campo minado.
Una de sus profesiones le exige reserva, la otra aviva la llama de contar sus experiencias. Es una balanza que Freyre hace con cuidado.
"No soy infidente, pero a la vez estoy siempre empecinado en encontrar personajes que puedan ser una historia", señala.
Y aunque parece vivir en dos mundos distintos, al final del día, ambos se mezclan de tal manera que resultan el mismo.
Es más, al escribir su nombre en Google, lo primero que aparece es una fotografía del comandante en uniforme camuflado de combate, y debajo de ella la descripción: poeta.
Alguna vez hasta le tocó terminar el guion de un cómic sobre Vargas Llosa mientras viajaba en un avión de carga Antonov para atender la emergencia de un terremoto.
Freyre prefiere explicar cómo se siente con una antigua leyenda.
"Había un hombre aymara que en el siglo XVI logró ensamblar una pequeña imprenta sin tener los planos para hacerla", cuenta.
"Hoy ese aymara sería un genio, pero en aquel tiempo lo querían quemar porque decían que estaba poseído", añade mientras sostiene su libro sobre el regazo.
La luz de la sala brilla sobre las medallas que le cuelgan del pecho.
"La verdad es que la gente que se sale del cuadro es la que gente que hace que el mundo avance", sentencia.