¿Cuándo el coqueteo se convierte en acoso sexual?
Una declaración de atracción sexual. Una mano que reposa sobre una rodilla. Un mensaje de texto coqueto.
Si viene de la persona correcta en el momento adecuado, puede hacerte sentir muy bien.
Pero de una persona equivocada y en un momento no apropiado, un mensaje de flirteo descoloca y una caricia no deseada puede causar incomodidad, ofender o avergonzar.
Las crecientes acusaciones de acoso sexual y hasta violación contra el reconocido productor de Hollywood Harvey Weinstein impulsaron un debate mundial en el que han participado miles de mujeres.
Bajo la etiqueta #metoo (yo también), han hablado en redes sociales sobre las situaciones en las que se han sentido víctimas de acoso sexual.
Harvey Weinstein ostentaba gran poder y era capaz de impulsar o acabar con la carrera de sus supuestas víctimas, pero el acoso puede ser igual de dañino por fuera del ambiente de trabajo.
En un debate global, la pregunta sobre cuáles son las fronteras del acoso sexual no tiene una respuesta del todo clara.
Aunque el concepto de acoso sexual laboral está establecido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), darle significado en otros ámbitos de la vida es complejo, según advierten los expertos.
Y esa línea entre el coqueteo y el acoso puede llegar a ser delgada y a menudo borrosa.
Del coqueteo al acoso
Si estás atraído e interesado en alguien, tienes que coquetear, le dijo a la BBC el experto en relaciones personales James Preece.
Pero se trata de hacerlo en el ambiente apropiado y no cuando las personas menos lo esperan, señaló.
Preece les aconseja a sus clientes, hombres y mujeres entre los 23 y los 72 años, que flirteen de una manera juguetona pero no sexual.
En una situación ideal, la persona que no consiente el coqueteo que recibe debería manifestarlo y la otra tendría que parar en sus intenciones, señala a BBC Mundo la socióloga chilena María José Guerrero, quien preside el Observatorio Contra el Acoso Callejero en Chile (OCAC).
"La respuesta puede ser verbal, pero también puede darse en un plano físico, como cuando alguien rechaza un beso", dice.
El problema empieza, según los expertos, cuando el mensaje es ignorado.
"El acoso se da cuando el hombre o la mujer no atiende a los mensajes claros de que sus comentarios o comportamientos no son deseados, ni bienvenidos e incluso son insultantes", le dice a BBC Mundo la socióloga Catherine Hakim, quien investiga sobre la mujer en el Instituto para el Estudio de la Sociedad Civil (Civitas) en Inglaterra.
Pero la académica acota también que, en el caso de algunas mujeres, "desafortunadamente, no hacen que su reacción negativa sea obvia ni clara".
¿Cuáles son las razones para que esto pase?
Los expertos tienen argumentos diferentes e incluso enfrentados a la hora de explicar los motivos de que en ocasiones, la respuesta de algunas mujeres no sea contundente.
Catherine Hakim lo atribuye a que la mujer occidental "espera a que otro proteste por ella, que la cuide, como si fuese incapaz de hacerlo por sí misma".
Esta actitud se fundamenta, según la autora, en una "mentalidad de víctima que debilita a las mujeres y fortalece a los hombres".
Pero otros consideran que las estructuras sociales cimentadas en el machismo dificultan que la voluntad de una mujer sea oída.
La socióloga chilena María José Guerrero señala que a las mujeres latinoamericanas se les inculca la idea de que cuando dicen que no, en realidad quieren decir que sí.
"Es un mensaje que se nos mete en la cabeza desde niñas y se extiende por toda la región", dice.
La abogada y profesora mexicana Nora Picasso coincide.
"Nos crían para hacernos de rogar; nos dicen: 'no le digas que sí, hazlo sufrir'", le dice a BBC Mundo la académica, que enseña en la Universidad de Los Andes, en Colombia.
Picasso añade que también hay una idea social de que, al rechazar el coqueteo, la mujer puede ser "grosera, exagerada u ofensiva o con el hombre".
En este contexto, dice, es difícil que un "no" se entienda como tal, lo que puede llevar a una situación de acoso sexual.
¿Cuestión cultural?
Pero en la discusión también entra la pregunta sobre si las idiosincrasias y los países de origen hacen variar lo que se entiende como acoso sexual.
Hakim pone un ejemplo con la cultura anglosajona del norte de Europa: "Lo que se considera como un elogio o una rutina de seducción en el continente (europeo), en esa región es más probable que sea acoso sexual marcado".
En cuanto a Latinoamérica, Guerrero reconoce que la forma de interactuar en el Caribe es muy distinta a la chilena, por ejemplo.
Aunque esta salvedad, advierte, no debería servir de excusa para incomodar a nadie.
Y en el contexto de una misma cultura, agrega, existen códigos sociales que, por lo general, dictan lo que se entiende como inapropiado.
"En Chile, por ejemplo, se suele dar un beso en la cara para saludar, pero no se ponen los labios sobre la mejilla del otro. Así que si alguien hace algo distinto puede ser incómodo en un ambiente y persona no deseados", dice.
Más allá de las diferencias culturales, las expertas coinciden en que lo importante es alzar la voz cuando una situación de coqueteo inicial se torna incómoda y ofensiva.