Como muchos empresarios, Andrés Moreno, fundador de Open English, despierta reacciones encontradas.
Algunos destacan su liderazgo y capacidad emprendedora y otros lo critican por vender productos virtuales cuya calidad podría ser discutible.
Se hizo conocido en América Latina con unos comerciales de televisión -simples y divertidos- donde él mismo era el rostro de la marca Open English, la mayor empresa de cursos de inglés online en Latinoamérica que en 10 años ha conseguido cerca de 500.000 clientes.
Moreno, un venezolano de 35 años, cuenta que su negocio partió en un pequeño departamento en Caracas. Ahí trabajaba con 15 programadores, la mayoría amigos, tratando de encontrar un modelo de negocios para la enseñanza del idioma extranjero.
"Al principio hicimos casi todo mal. No le pegamos hasta el tercer o cuarto intento", cuenta Moreno a BBC Mundo.
Probaron varios caminos, como entregar el contenido gratis y financiar la empresa con anuncios; o poner una escuela tradicional offline llevando profesores de Estados Unidos a Venezuela.
Hasta que llegaron a la idea de los cursos virtuales cuando, en 2007, se masificó la tecnología que hacía posible conectar a las personas a través de la pantalla.
Pero como no conseguía financiación, decidió -con apenas US$1.000 en el bolsillo- irse a Sillicon Valley, el paraíso de las empresas tecnológicas en Estados Unidos, a conseguir inversionistas dispuestos a arriesgar sus fondos en un proyecto emergente.
Dormía en el sillón de un amigo y cada mañana se vestía con traje y corbata para tratar de vender su idea. Al final no fue uno, sino varios inversionistas los que apostaron por la iniciativa y pusieron sus recursos a cambio de acciones de la empresa.
En dos años, dice el emprendedor, reunió US$2 millones, que fue el capital semilla de Open English.
En 2013, según cuenta Moreno, la firma había logrado más de US$120 millones de inversionistas estadounidenses. Una cifra considerada un récord de inversión para una empresa tecnológica latinoamericana.
La compañía -que hoy tiene oficinas en Miami, Bogotá, Sao Paulo, Caracas y Buenos Aires- es vista como un ejemplo de éxito empresarial por su rápido crecimiento.
Pero, como en muchos negocios, también hay que decir que algunos clientes han criticado algunas políticas de Open English como, por ejemplo, seguir cargando el costo mensual del curso a la tarjeta de crédito incluso después de que éste terminó.
Es lo que se conoce como una cláusula de renovación automática estipulada en el contrato, bajo la cual, si el cliente no declara explícitamente que no desea seguir pagando cuando se acaba el curso, el cargo se sigue haciendo automáticamente.
Conseguir inversionistas en América Latina
El empresario cree que falta educación en Latinoamérica sobre cómo ser emprendedor, por un lado, y cómo ser inversionista, por el otro.
"El caminar del emprendedor es difícil. Me he encontrado en América Latina con un hambre de emprendimiento enorme y eso me entusiasma. Al latinoamericano le gusta tomar riesgos y muchas veces lo que están esperando es la oportunidad", dice Moreno.
Bajo el modelo tradicional, una familia o un grupo empresarial decidía invertir dinero en una empresa emergente, pero a cambio, querían tener el control del negocio.
Ese modelo ha ido evolucionando en la última década y "cada vez más los inversionistas están entendiendo que su papel es comprar acciones y obtener la rentabilidad por esa vía", comenta Moreno.
"En la región es mil veces más difícil comenzar con una empresa. En Estados Unidos puedes levantar entre US$300.000 a US$400.000 en una ronda con inversionistas. En América Latina conseguirás US$20.000 o US$30.000 como máximo".
Es por eso que muchos emprendedores van a Estados Unidos en busca de financiamiento.
El riesgo del fracaso comercial
En el mundo digital, se calcula que nueve de cada diez empresas fracasan.
Los estudios en este sentido señalan que el 85% de las empresas no pasa del primer año y que más del 90% no logra superar el segundo.
Esas estadísticas no hacen fácil el camino para que un inversionista decida poner su dinero en un proyecto con un futuro lleno de incertidumbre.
Con todo, Moreno dice que en la región actualmente hay una gran cantidad de fondos de capital de riesgo, muchos inversionistas "ángeles" (los que ponen el capital semilla) y un ecosistema de emprendimiento más activo que hace una década.
Los empleos que demanda el mercado digital
Expertos en desarrollo web, aplicaciones móviles, comercio electrónico o marketing digital. Esas son algunas de las especialidades más requeridas en el mundo digital, según el empresario.
Y aunque hay muchas instituciones que ofrecen cursos presenciales para aprender aquellas habilidades requeridas por el mercado, Moreno decidió aplicar la misma estrategia de venta de cursos virtuales de inglés en cursos de capacitación digital online. Le puso el nombre de Next University, aunque no sea una universidad como las que conocemos tradicionalmente.
Moreno cuenta que logró US$4 millones para iniciar el proyecto y que actualmente la empresa tiene más de 30.000 alumnos. "En un viaje a Colombia me di cuenta que había 50.000 vacantes laborales que no se iban a llenar por falta de personas calificadas".
Finalmente en 2015 creó el holding Open Education, una empresa que agrupa varios negocios online relacionados con educación y tecnología.
Y ha lanzado recientemente Open English Junior en Bogotá, Colombia, para niños entre 7 y 14 años.
Con todo, la competencia no es fácil en un mercado lleno de opciones similares y de instituciones que han abierto sus aulas para que cualquier persona pueda capacitarse.
El boom de los cursos online
A nivel global han proliferado las plataformas de educación online en distintas áreas, muchas de ellas gratuitas.
Las más conocidas son los MOOC (sigla en inglés de cursos online masivos y abiertos), que funcionan a distancia y generalmente sin costo.
Bajo este esquema no hay un tutor personal, ni relación en línea, ni mucho menos se obtiene un título. Se trata de ver los videos de clases de los mejores profesores en las mejores universidades tradicionales del mundo.
Es el caso de Coursera, una plataforma con más de 23 millones de usuarios a nivel global. La mayor parte de las personas que siguen estos cursos, lo hacen por un interés personal y no para obtener una calificación que les permita conseguir un empleo.
Pero también está la alternativa de certificarse. Por ejemplo, recientemente el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), presentó un nuevo MOOC sobre emprendimiento e innovación empresarial. Es gratuito y si los estudiantes quieren obtener un certificado de participación, deben pagar US$69.
También estos cursos masivos ofrecen capacitación en el mundo digital y en áreas con alta demanda en el mercado laboral.
Básicamente la competencia entre los proyectos educativos virtuales ha crecido a un ritmo vertiginoso.
Es por eso que el grupo de Andrés Moreno tendrá que seguir posicionándose en un mercado donde cada vez aparecen más jugadores e inversionistas dispuestos a hacer ambiciosas apuestas.