Hace diez años, el juicio del asesino serial más mortífero de Canadá comenzaba en Vancouver. Durante mucho tiempo el detective Lorimer Shenher había sospechado de un hombre que eventualmente confesó unos 50 asesinatos, pero los intentos del agente por interrogarlo siempre eran obstaculizados por la burocracia. Todavía se siente perseguido por este fracaso.
Lorimer Shenher tenía dos días como jefe de Unidad de Personas Desaparecidas de Vancouver durante cuando un desconocido le dio un nombre.
Era una pista del hombre que podría ser responsable de la desaparición de mujeres del distrito Downtown Eastside de la ciudad.
Era julio de 1998 y Shenher había sido comisionado para averiguar qué había pasado con 17 mujeres, algunas de las cuales eran trabajadoras sexuales o consumidoras de drogas, pertenecientes en su mayoría a la población indígena de Canadá.
El nombre era Willie Pickton, o Robert William Pickton, el cual Shenher introdujo en la base de datos de la policía. De inmediato el detective vio la figura de su sospechoso.
A principios de ese año se habían levantado los cargos contra el hombre de 49 años, criador de cerdos, acusado de encarcelar y apuñalar casi hasta la muerta a una trabajadora sexual.
La persona que llamó aseguró que podrían encontrarse bolsos, identificaciones y ropa ensangrentada de las mujeres en la granja de Willie Pickton. Y dijo que había escuchado a Pickton hacer chistes preocupantes.
"Pickton tenía un molino de carne del que podría hablar", dice Shenher. "Le decía a sus amigos, 'si alguna vez necesita deshacerte de un cuerpo...'".
Averiguar si Pickton tenía algo que ver con las desapariciones sería simple, pues bastaba con una orden de registro y llevarlo a un interrogatorio, pensó Shenher.
Pasaron cuatro años antes de que los agentes finalmente buscaran en la propiedad de Pickton, por un cargo no relacionado, y en ese momento al menos otras 14 mujeres habían sido asesinadas.
Una búsqueda forense de la granja de Pickton finalmente reveló el ADN de 33 mujeres en varias construcciones, congeladores y máquinas.
Tal como se había jactado, el criador de cerdos había usado el molino de carne para triturar los cadáveres de sus víctimas. Algunas de ellas fueron alimento para sus cerdos.
Más tarde confesó a un agente encubierto que se había quedado corto en su objetivo de matar a 50.
¿Por qué tomó tanto tiempo atraparlo?
Lorimer
Shenher comenzó su carrera policial en la década de 1990 como Lorraine Shenher, una atlética trabajadora de 27 años que alcanzó una de las calificaciones más altas para ingresar al Departamento de Policía de Vancouver.
Entonces pasó por una reasignación de género, cambiando su nombre de Lorraine a Lorimer.
En una de sus primeras tareas fue de agente encubierto en el Downtown Eastside.
Con una falda corta, esperaba en las esquinas a hombres que solicitaban sexo y entonces los detenía.
La experiencia le dio a Shenher una idea de la brutalidad que experimentan las trabajadoras sexuales rutinariamente. Los clientes pueden ser violentos a tal grado que uno lo amenazó de muerte y otro trató de secuestrarlo a punta de pistola.
También se dio cuenta de que los policías, que deberían protegerlas, a menudo ignoraban sus quejas. En este momento, tenía una perspectiva única sobre lo que pasaba en su alrededor.
"Sentí que era un hombre observando la situación. Pero también, viviendo como una mujer, no podía soportar la opresión y sexismo que las mujeres enfrentan", dice.
"Tenía mucha rabia por ello".
Unos años más tarde, los residentes de Downtown Eastside comenzaron a informar de las mujeres desaparecidas.
Una era una joven trabajadora sexual y consumidora de drogas llamada Sarah de Vries que escribía sus miedos en su diario. "¿Soy la siguiente?", se lee en una nota de 1995.
"¿Él me está viendo ahora? Acechándome como un depredador a su presa. Esperando por algún momento perfecto, el momento o un error. ¿Cómo escoge una víctima? Buena pregunta. Si lo supiera, nunca sería tomada".
En abril de 1998, Sara desapareció. Era la persona número 17 en la lista de Shenher de personas extraviadas.
Varios agentes del Departamento de Policía de Vancouver ya habían comenzado a sospechar de un asesino en serie.
Uno de ellos era el detective Kim Rossmo, quien recientemente había completado una investigación doctoral sobre perfiles criminales. "Fui 20 años atrás con los datos y por lo general encontrábamos ninguna, o una o dos personas desaparecidas en un año", dice.
"Este número comenzó a crecer en 1996, 1997 y 1998. Pensé que la única explicación era un caso de asesinato en serie".
Pero cuando Rossmo llevó a sus conclusiones al agente a cargo de la Sección de Delitos Graves, le dijeron que dado el tipo de vida de las mujeres era probable que simplemente se hubieran ido.
De hecho, eso era incorrecto.
Estigma
A pesar de que las mujeres eran consumidoras de drogas, todavía tenían fuertes lazos con familiares, amigos y su comunidad.
Debido a que nadie había encontrado los cuerpos, Rossmo pensó que no se había cometido ningún y que con el tiempo las mujeres volverían a aparecer eventualmente.
Uno de los primeros pasos de Shenher fue ponerse en contacto con el agente que había detenido y acusado a Pickton en 1997 por un ataque a una trabajadora sexual en su granja.
A pesar de la gravedad de las lesiones de la víctima, los fiscales habían desechado el caso porque era una adicta a la heroína y se consideró que no aportaría un testimonio convincente.
Shenher consideró que eso era una decisión inexplicable y sus puntos de vista fueron compartidos por el agente que lo detuvo, de la Real Policía Montada de Canadá.
Debido a que la granja de Pickton estaba fuera de la ciudad, cayó bajo la jurisdicción de la Policía Montada en lugar del Departamento de Policía de Vancouver.
En opinión de Shenher tenía sentido que ambas corporaciones trabajaran juntas en el caso, pero en los más altos niveles de ambas fuerzas no hubo respaldo a la idea sino hasta varios años después.
Así que Shenher regresó a su pista inicial dada por teléfono.
La persona había mencionado las fiestas que se celebraban en la granja de Pickton en un granero conocido localmente como el Palacio de los Cerdos.
Estas reuniones nocturnas eran populares entre bandas de motociclistas y el sexo y las drogas eran parte del atractivo.
Una amiga del informante había asistido a estas fiestas y fue como vio objetos personales y ropa ensangrentada que podría haber pertenecido a las mujeres desaparecidas.
Shenher rápidamente identificó a esta mujer, pero ella no quería hablar con la policía.
Así que el detective propuso una operación encubierta para confirmar su historia, usando a una agente de policía que se haría su amiga y confidente. El plan fue rechazado.
En su lugar, Pickton fue puesto bajo vigilancia durante tres días. Pero como el hombre hizo poco para despertar sospechas, se suspendió la vigilancia.
"Si estas mujeres tuvieran otra vida, habría un escándalo, grupos de búsqueda, voluntarios, bloqueos de carreteras", dice Shenher.
"En un nivel muy profundo, un gran segmento de la sociedad y la comunidad policial no sentía que valiera la pena la búsqueda de estas mujeres y mucha gente dudaba incluso si querían encontrarlas".
Otra pista
En mayo de 1999, el Departamento de Policía de Vancouver estableció un equipo especial para revisar los casos de personas desaparecidas con Shenher a la cabeza.
Aunque esto era una mejora, aún carecía de los recursos para una investigación de homicidio debida.
Entonces surgió otra fuente con una historia que parecía identificar a Pickton como el hombre que mataba y se deshacía de las mujeres desaparecidas.
La fuente dijo que había visto esposas en el dormitorio de Pickton y un congelador en su granero en el que vio una "extraña carne" que podría haber sido humana.
También habló de una amiga, a quien nombró como Lynn Ellingsen, que había ido con Pickton a Downtown Eastside para ayudarle a elegir mujeres.
Ellingsen le había dicho a esa fuente que entró en el matadero de Pickton y había visto lo que parecía ser un cuerpo femenino que colgaba de un gancho para carne.
Pickton estaba cortando tiras de las piernas del cuerpo. Dijo que no se había dado cuenta que la grasa humana era de color amarillo, un detalle que dio credibilidad a su historia.
En este punto, Shenher sintió que tenía pruebas suficientes para llevar tanto a Ellingsen y Pickton a interrogatorio, pero debido a que la granja estaba bajo jurisdicción de la Policía Montada, dependía de ellos llevar a cabo la investigación.
La Policía Montada quiso interrogar a Ellingsen dos veces, pero en ambas ocasiones se negó a hablar.
Shenher supo más tarde que un oficial de la Policía Montada visitó la granja, pero un hermano de Picketon le dijo que "volviera durante la temporada de lluvias" porque estaban demasiado ocupados trabajando.
Cuatro meses más tarde, finalmente entrevistaron a Pickton, quien negó haber matado a las mujeres. Accedió a una búsqueda en su propiedad, pero sorprendentemente su oferta no fue tomada.
Para entonces, el número de mujeres desaparecidas se había elevado a 30 y Shenher estaba empezando a experimentar síntomas físicos provocados por lo que él consideraba su incapacidad para resolver los crímenes.
Sufría pesadillas y misteriosos dolores en su cuerpo, tenía problemas para comer y desarrolló alergias.
"Me preguntaba tantas veces si podía entrar físicamente a la granja y tratar de ejecutar una orden de registro", dice.
"La respuesta era no. No era mi jurisdicción. Lo que nos faltaba era que alguien de nivel muy alto en mi fuerza se acercara a alguien de muy alto nivel en la Policía Montada. Pero no funciona de esa manera. No conseguimos el apoyo".
A finales de 2000, Shenher estaba agotado y desmoralizado. Estaba empezando a sufrir de trastorno de estrés postraumático por lo que pidió ser transferido a una unidad diferente.
Un sospechoso más
Luego, en enero de 2001, casi tres años después de que Shenher recibió su primera pista sobre Pickton, la Policía Montada y el Departamento de Policía de Vancouver finalmente realizaron una operación conjunta para volver a examinar los casos de desaparecidas y asesinadas.
En lugar de que esto animara a Shenher lo hizo deprimirse.
"A pesar de tener toda la información acerca de Pickton, no lo pusieron en el número uno de la lista de sospechosos", dice.
Fue hasta febrero de 2002, cuando un agente de la Policía Montada visitó la granja de Pickton en busca de un arma de fuego sin licencia y vio un inhalador para el asma que lleva el nombre de una de las mujeres desaparecidas, que finalmente el hombre fue detenido.
En cuestión de horas, la propiedad Pickton se convirtió en el sitio de la más grande búsqueda en una escena de crimen en la historia canadiense.
Cuando se dio cuenta de ello, Shenher experimentó una oleada de emociones contradictorias.
"Shock, euforia, miedo, emoción, tristeza, dolor, náuseas, todo lo que hay, mezclados juntos", dice.
"Fue una victoria hueca y lo único que pude hacer fue llorar".
Rendición de cuentas
En 2007, un tribunal encontró a Pickton culpable de seis cargos de asesinato. No hubo pruebas suficientes para acusarlo de otros 20 asesinatos, pero los fiscales decidieron no proceder porque ya había sido dada la sentencia de cadena perpetua.
Las críticas a las investigaciones de la policía de Shenher fueron compartidas por los amigos de las víctimas y familiares.
En 2010, en respuesta a la presión popular, el gobierno de Columbia Británica anunció la formación de una Comisión de Investigación de Mujeres Desaparecidas para estudiar la conducta de la policía.
Se dictaminó que sus investigaciones sufrieron de una falta de liderazgo, un "flagrante fracaso" marcado por un profundo sesgo en contra de las víctimas, a menudo pobres y con problemas de drogadicción.
Al mismo tiempo, la comisión alabó a ciertos oficiales, como Shenher, por luchar valientemente para resolver el caso.
Pero lo que podría haber sido una auténtica oportunidad de examen de conciencia acerca de los fallos de los sistemas policiales y judiciales se desperdició, dice Shenher.
Ahora está de baja médica por parte de la policía. En 2015 publicó un libro que detalla sus frustraciones con la investigación de Pickton, That Lonely Section of Hell ("Esa sección solitaria del infierno").
"Sin la rendición de cuentas, creo que un asesino como Pickton podría salirse con la suya de nuevo", dice.
*Este artículo fue apoyado por el Pulitzer Center on Crisis Reporting