Cómo evitar los 7 años de mala suerte cuando se rompen y otras 7 cosas sobre espejos
"¿Qué se ve en un espejo que se mira en otro espejo? ¿Lo sabes tú, Señora de los Deseos, la de los Ojos Dorados?"
La pregunta la hace el Viejo de la Montaña Errante en la novela de Michael Ende, "La historia interminable", y ayuda a resumir la vieja fascinación del hombre por ver su reflejo.
Y desde el antiguo Egipto hasta la fecha, los espejos han sido un instrumento útil, desde para comprobar que estás vestido para la ocasión hasta como poderoso aliado a la hora de ensayar los gestos que acompañan un discurso.
Los primeros surgieron del arte de pulir metales como el bronce o la plata, pero después, casi en el siglo XIII, comenzaron a fabricarse con una lámina de aluminio cubierta por vidrio y se volvieron la mejor manera de "verse como las otras personas nos ven".
Pero, ¿conoces estas curiosas historias sobre los espejos?
Un vistazo del futuro
En la Antigua Grecia, contaban que las Brujas de Tesalia, las dueñas de la Luna, usaban espejos mágicos -que entonces eran láminas metálicas- para escribir con sangre sus oráculos o las respuestas de las deidades a las consultas que les hacían.
Se dice que también Pitágoras tenía un espejo mágico que apuntaba hacia la Luna para ver el futuro.
Los romanos que tenían la habilidad de leer espejos eran llamados "specularii".
Espejito, espejito
Antiguamente se creía que los espejos tomaban nuestro reflejo y lo almacenaban para utilizarlo más tarde.
Esa creencia pudo haber sido el origen del espejo más famoso en la literatura: el que utiliza la malvada madrastra de Blancanieves para saber "quién es la más bella de todas".
Parece ser que la inspiración que tomaron los Hermanos Grimm para su relato provino de una historia de la vida real: la de una baronesa bávara cuyo padre se volvió a casar en 1743.
De acuerdo a los relatos históricos, la madrastra había recibido un enorme espejo como regalo de su nuevo marido.
A este espejo se le conoció como el "espejo que habla", porque así se llamaban a los que se hacían en la región de Lohr, en el sur de Alemania. ¿La razón del nombre? Su reflejo era tan claro que era como si "hablaran con la verdad".
Actualmente, en la ciudad de Lohr am Main se puede visitar un museo de la familia Erthal donde se conserva el famoso espejo.
Amigos en altas posiciones
En China, los espejos fueron utilizados para capturar energía, especialmente de la Luna.
Se dice que un gobernante chino se convirtió en emperador gracias a uno de estos "espejos mágicos".
Qin Shi Huang, el primer emperador de la dinastía Qin y cuyo mausoleo está rodeado por los famosos Guerreros de Terracota de la provincia de Xian, aseguraba que su espejo mágico le permitía ver las cualidades o virtudes internas de las personas que se reflejaban en él.
Sin embargo, estudios recientes -como el realizado por el físico Michael Berry- lograron descifrar que la particularidad de estos espejos "mágicos" se debía a que eran hechos de bronce, lo que algunas veces, con el reflejo directo de la luz en el lado que estaba más pulido, parecían transparentes.
Buena suerte
El espejo es objeto de muchas supersticiones. Por ejemplo, se dice que si rompes un espejo vas a tener siete años de mala suerte.
Esta teoría viene de la creencia romana de que la vida se daba en ciclos de siete años, así que más tarde, cuando hubo espejos de vidrio, surgió el mito de que al romper un espejo, el alma se quedaría encerrada entre los pedazos rotos.
Sin embargo, una forma de evitar el maleficio era recoger todos los pedazos, juntarlos en una bolsa de papel o de tela y botarla a un río caudaloso, para que se lleve lejos la mala suerte, o enterrarla bajo la tierra.
Algunos actores consideran una señal de mala suerte ver su reflejo en el espejo cuando la ven por encima del hombro de otra persona.
Pero digamos que son puras suposiciones.
El velo sobre los cajones
En tiempos de la reina Victoria (1819-1901), cuando alguien moría en su casa se cubrían todos los espejos con un velo con el fin de evitar que su alma se quedara atrapada en ellos.
Y debido a la expansión del imperio británico, esta práctica se extendió por Inglaterra, Escocia, Estados Unidos, China, Madagascar y la India.
De hecho esta costumbre todavía es utilizada por los judíos cuando alguien muere, durante el periodo de luto -conocido como "shiva"-, pero tiene otro sentido: la idea es que no haya durante este lapso de tiempo -que se extiende por una semana- ningún objeto que permita algún tipo de vanidad.
Los colmillos no se reflejan
Algunas culturas antiguas creían que los espejos reflejaban la "sombra del alma", la verdadera naturaleza de la persona que se reflejaba en ella.
Y esa creencia, muy arraigada en las culturas que poblaron los actuales territorios de Bulgaria y Croacia, alimentaron una característica específica de las leyendas de vampiros y demonios: que no podían verse reflejados en los espejos.
De hecho, la novela "Drácula"- que trata sobre vampiros y demonios- del escritor británico Bram Stroker transcurre en la región de Transilvania, en Rumania, muy cerca de la frontera con Bulgaria.
Haciendo espejos
Actualmente los espejos se hacen utilizando polvo de aluminio, pero lo que hacían los egipcios -los precursores de estos objetos- era pulir el cobre.
El cobre estaba relacionado con la diosa egipcia Hato, quien era la deidad de la belleza, el amor, el sexo, la fertilidad y la magia.
Pero del otro lado del Atlántico, los espejos también estaban relacionados con los dioses.
Los aztecas los hacían con obsidiana, y creían que este objeto estaba relacionado con el dios Tezcatlipoca, cuyo nombre en español es "espejo humeante".
Tezcatlipoca era conocido como el señor de la noche y utilizaba los espejos para cruzar de la Tierra hacia el inframundo.