Quinientos kilos de explosivos ocultos en un conducto bajo la calzada hacen saltar por los aires tres automóviles blindados en el kilómetro 4,7 de la autopista que une el aeropuerto y la ciudad siciliana de Palermo (Italia), a la altura del desvío de Capaci.
Son las 17 horas, 56 minutos y 48 segundos del 23 de mayo de 1992.
El resultado: 5 muertos y 23 heridos, entre ellos el objetivo del ataque, el juez antimafia Giovanni Falcone, quien falleció en el atentado.
Apenas dos meses después, el 19 de julio a las 16:58, un auto bomba acabará con la vida de su colega Paolo Borsellino y de cinco personas más en la Via D'Amelio, en Palermo.
Desde entonces, los nombres de Falcone y Borsellino irán de la mano y se convertirán en símbolo trágico de la lucha contra la mafia en Sicilia.
Sus funerales convocaron a miles de sicilianos en las calles de Palermo en una movilización de rechazo al crimen organizado sin precedentes en la isla italiana.
"No los han matado, sus ideas caminan sobre nuestras piernas". La frase que se leía en las pancartas que colgaron de los balcones de la capital siciliana aquellos días se convirtió en un lema.
Cambio radical
Las muertes de Falcone y Borsellino marcaron el momento álgido en la estrategia de ataques emprendida por la Cosa Nostra, la mafia siciliana, a finales de los 80 y principios de los 90 que dejó decenas de muertos.
También supusieron una ruptura en la percepción social de la mafia. El profesor Rocco Sciarrone, sociólogo experto en el fenómeno mafioso, se refiere a aquellos ataques como un "trauma cultural".
"Fue un cambio radical. Por primera vez en la historia de Italia la mafia se convierte en un mal público a nivel general, en un enemigo al que hay que combatir", le dice a BBC Mundo el profesor de sociología de la Universidad de Turín.
"Antes de esto, la mafia o no era combatida o era combatida solo por algunos sectores de la sociedad", asegura.
Sin embargo, esta transformación ya había empezado algunos años antes gracias a la labor antimafia de Falcone y Borsellino entre otros.
Quizá el episodio más destacado fue el denominado "Maxiproceso de Palermo", que se desarrolló entre 1986 y 87 y se saldó con 360 condenas y más de 2.200 años de cárcel en penas.
Fue uno de los golpes más duros contra la Cosa Nostra hasta la fecha.
El debilitamiento
Las muertes de Falcone y Borsellino cuatro años después fueron vistas como una venganza y una demostración de fuerza con la que la Cosa Nostra pretendió amedrentar a los poderes del Estado italiano.
Con la perspectiva que dan 25 años, surgen preguntas inevitables: ¿realmente logró la Cosa Nostra ese objetivo último? ¿Qué influencia y poder mantiene actualmente en Sicilia?
Los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en describir a la mafia siciliana como una organización debilitada que ha perdido gran parte de su control social en la isla.
Para Salvatore Lupo, uno de los estudiosos del fenómeno mafioso más citados de Italia, los atentados contra Falcone y Borsellino tuvieron un efecto paradójico a largo plazo que, con los años, acabó por dinamitar a la propia organización criminal.
"El pico terrorista de la mafia entre 1991 y 1993 la llevó después al desastre. El grupo dirigente al completo, muchos de estos líderes mafiosos, terminaron en prisión. Se arrestó al gran capo Salvatore Riina, años después se detuvo a su socio Provenzano y los contactos con Estados Unidos prácticamente se interrumpieron", dice en diálogo con BBC Mundo.
"El debilitamiento de la mafia se debió a los errores de los líderes mafiosos, a su arrogancia y al hecho de que se enfrentó de forma directa a la represión estatal", asegura el profesor de historia de la Universidad de Palermo.
La presión policial, la creación de nuevas leyes antimafia (como la protección de los arrepentidos y la confiscación de los bienes mafiosos) fueron herramientas cruciales en este cambio.
En cifras
Los números son reveladores. En 1991 y 1992, la tasa de homicidios en Sicilia fue de 9,7 y 8,3 por cada 100.000 habitantes, muy superior a la media italiana. Desde entonces, el descenso fue constante y en 2016 se situó en 0,7, en un nivel similar al resto de regiones italianas.
Palermo, elegida a principios de año como capital cultural italiana para 2018, es hoy una ciudad que intenta desprenderse de la mala imagen asociada a la mafia.
En paralelo, en el mismo periodo se detuvo a más de 2.000 personas por su relación con la Cosa Nostra y se confiscaron bienes por valor de más de US$4.000 millones desde 1992.
La presión policial -que aumentó de forma considerable tras la campaña de atentados de los 90- resultó en sucesivos descabezamientos de la organización, que se retiró de algunos de sus negocios más rentables.
La actualidad
"La mafia siciliana dejó de ser un actor significante en el mercado de la droga. Cuando Falcone investigaba, la Cosa Nostra tenía un papel importantísimo en el tráfico de drogas. Mantenía conexiones con proveedores turcos, tuvo presencia en Nueva York cuando se discutía el suministro de heroína al mercado estadounidense en la costa este? Todo esto ya no existe", apunta Federico Varese, profesor de criminología de la Universidad de Oxford y experto en mafias internacionales.
"Ahora, la mafia siciliana compra drogas para revenderlas a nivel local, pero no es un actor internacional. Ese papel ha sido asumido por la Ndrangheta, la mafia de Calabria", afirma en diálogo con BBC Mundo el autor del libro "Mafia Lives" (Vidas de la mafia).
A diferencia de la Cosa Nostra, la Ndrangheta calabresa nunca llevó a cabo una ofensiva de atentados contra el Estado italiano. Mantuvo la discreción propia de las organizaciones que se dedican a los negocios ilícitos. Hoy, apuntan los expertos, es la mafia italiana más rica, seguida por la Camorra napolitana.
En Sicilia, los golpes policiales continuos hicieron difícil la reorganización de la Cosa Nostra.
"Aún controlan parte del territorio en Sicilia aunque con ciertas dificultades. Tienen dificultades a la hora de recaudar dinero. Y muchos de sus 'soldados' no ganan tanto dinero como solían. Están en dificultades financieras", apunta Varese.
"El dinero que obtienen lo consiguen a través de las actividades tradicionales de extorsión a cambio de 'protección'. Pero no tanto como en el pasado", añade.
Extorsiones
También en este sentido, el trabajo de la sociedad civil fue determinante. Asociaciones como Addio pizzo (literalmente, "Adiós a la extorsión mafiosa"), nacida en 2004 y que agrupa a más de 1.000 comerciantes y empresarios que no pagan a la Cosa Nostra, hicieron visible el rechazo a la Cosa Nostra.
Sin embargo, el pago del "pizzo" sigue estando ampliamente extendido en Sicilia.
"Como confirman la mayor parte de las investigaciones empíricas sobre el fenómeno extorsivo, los empresarios que aceptan son aún la gran mayoría. Resulta sin embargo difícil establecer cuantos son los que pagan", asegura un informe sobre mafia y actividades extorsivas publicado por la Federación de Asociaciones contra el Fraude de Italia.
Para Salvatore Lupo, "la mafia por excelencia es la de la extorsión", una actividad que le permite controlar las actividades económicas sobre un territorio delimitado.
"La construcción, la distribución, los supermercados, el comercio? estos son los sectores en los que la mafia opera de forma más simple", afirma.
A ese mantenimiento de las actividades mafiosas tradicionales se suma una mayor discreción en su forma de actuar. Lejos quedan los grandes atentados y los asesinatos a plena luz del día son menos frecuentes.
"La mafia ha sido golpeada y debilitada, y esto es muy importante decirlo. Pero la mafia intenta reorganizarse hoy, en mi opinión, y una de las estrategias más importantes es la creciente presencia de la mafia en la economía legal. En lo que en Italia llamamos zona gris. Aquí el problema es la introducción de mafiosos con relaciones de complicidad y de intereses cruzados con exponentes de la economía legal, con empresarios. Y esto disimula su presencia", apunta Sciarrone.
Sin embargo, los límites entre la corrupción política y económica y las actividades de la mafia propiamente dicha no siempre son claros.
"Son grupos de negocios que tienen recursos acumulados, incluso del pasado, y que continúan teniendo actividad en los negocios que podríamos llamar limpios. Pero con métodos corruptivos", sugiere Lupo.
El experto define la mafia como una "patología de la democracia" e insiste en que los problemas y las carencias democráticas que propiciaron el surgimiento de la criminalidad organizada perduran en Sicilia y en el resto de Italia.
En este sentido, a pesar del optimismo ante el debilitamiento de la Cosa Nostra, los expertos consultados coinciden en que el descalabro de la Cosa Nostra no es completo.
"Fue derrotada en una batalla importantísima. La guerra, sin embargo, continúa", concluye.