Hace unos tres años que la escocesa Emma Forrest, de 29, desarolló una dependencia a las bebidas energéticas que hoy describe como "peor que la adicción al juego".
Sabe de lo que habla porque también pasó por esa otra.
Ahora consume hasta 3.000 calorías en unas 30 latas de refrescos (energéticas y comunes), el equivalente a unas 200 cucharillas de azúcar.
Dice que se levanta hasta cinco veces por la noche para satisfacer su ansia y que solo come una vez al día para no pasarse de los 57 kilos.
Su adicción tampoco es barata: se gasta unos US$350 a la semana en bebidas energéticas y refrescos.
Y ahora admite que necesita ayuda.
"No puedo parar"
"Al principio bebía tres latas; después, seis; después cada vez más y más", le comenta Forrest a la BBC.
Ahora, "si no me las bebo tengo migrañas y temblores", dice.
"Nunca tengo las manos libres, ahora mismo estoy sentada con una en cada mano: una con gas y otra energéticas", añade.
Cuenta que en casa guarda un surtido de unas 2.000 y siempre mantiene unas 50 en casa de su hermana gemela, a la que visita con frecuencia.
Si se va de vacaciones con su familia llena sus maletas de existencias y en el trabajo, como cajera en un supermercado, a veces las esconde para poder beber en horario laboral.
Emma dice que se siente una adicta y que necesita estas bebidas para poder funcionar a diario de una manera "normal".
"Beberlas hace que me sienta normal, como todo el mundo en su día a día".
Sin embargo dice que no es "feliz".
"He tenido muchos disgustos por esto, no es algo que yo quiera hacer" pero "no puedo parar", admite.
Vivir a base de cafeína y azúcar
Este mes en Reino Unido los principales supermercados del país prohibieron la venta de bebidas energéticas a menores de 16 años.
Cada lata de estos productos contiene el equivalente a unas 12 cucharadas de azúcar y 3 tazas de café, toda una "bomba" para la salud, según los especialistas, aunque Emma por ahora no ha notado problemas con sus dientes ni sobrepeso, en parte porque casi no ingiere alimentos.
No obstante se alegra de la prohibición de los supermercados y espera que ayude a que otra gente no llegue al punto en el que ella está ahora.
"Odio ver a los niños bebiéndolas", dice.
"Son tan adictivas... si las beben a los 10, para cuando lleguen a los 16 serán adictos. A mí solo me tomó tres años llegar a este estado".
La revista de la asociación médica de Estados Unidos (JAMA, por su sigla en inglés) advirtió en varios artículos que el consumo excesivo de bebidas energéticas conlleva riesgos para la salud y recomienda que los niños no las ingieran.
Según investigadores de la escuela de salud pública Harvard T.H. Chan School of Public Health, de la Universidad de Boston, Massachusetts, ingerir bebidas energéticas puede aumentar el riesgo de una amplia gama de problemas de salud, incluida también la salud mental.
En uno de sus informes señalan que algunos estudios han encontrado evidencias de una asociación entre su consumo y problemas como el estrés, la ansiedad, síntomas depresivos y pensamientos suicidas.
PROBLEMAS DE SALUD ASOCIADOS A LAS BEBIDAS ENERGÉTICAS
- Aumento del ritmo cardíaco
- Ritmo cardíaco irregular y palpitaciones
- Aumento de la presión sanguínea
- Problemas de sueño, incluyendo insomnio
- Diuresis (aumento de la producción de orina)
- Hiperglucemia (aumento del nivel de azúcar en la sangre)
Fuente: Journal of the American Medical Association (JAMA)
Ahora, la escocesa quiere curar su adicción. Hace un tiempo estaba enganchada al juego y dice que superó su problema prohibiéndose a sí misma entrar en los establecimientos de apuestas de su barrio.
Pero teme que sea imposible evitar todas las tiendas que venden refrescos.
"Yo, que he sido adicta antes, digo categóricamente, definitivamente que tengo una adicción".
"Para mí no es una elección. Lo necesito", enfatiza.
Emma Forrest sospecha que remplazó la adicción al juego por la adicción a estas bebidas energéticas y ahora está pendiente de una consulta con un psicólogo especializado para ver si puede deshacerse definitivamente de su problema.