Emily Broughton, de 24 años, es bloguera y empresaria, y se gasta unos US$260 al mes en ropa. Pero ahora parte de ese presupuesto lo usa para alquilar.
"Me encanta alquilar ropa porque puedes usar artículos de calidad buenísima y probarte nuevos looks", dice ella.
Aunque solía visitar con frecuencia las calles comerciales, donde compraba muchos artículos baratos, ahora prefiere comprar ropa de segunda mano en tiendas vintage o alquilarla en plataformas como By Rotation, Hirestreet o My Wardrobe HQ.
"Hace unos años hacia la ronda por las casas de mis amigas y compartíamos ropa de nuestros armarios; alquilar es abrir esa opción", dice Broughton, cuyo blog, Saving the Grace (salvar la elegancia), habla de llevar un modo de vida sostenible.
No todos los conjuntos de ropa son caros. Ella dice que ha alquilado ropa por apenas US$13 por tres días y que suele alquilar una prenda al mes.
Compradores como Broughton podrían favorecer un cambio en la manera en que compramos, dice Jane Shepherdson, una empresaria con años de experiencia en la industria.
Frenar la "moda rápida"
Shepherdson es la nueva presidenta de una startup de alquiler de moda de alta gama llamada My Wardrobe HQ, que busca lograr que alquilar ropa en lugar de comprarla sea una práctica popular en Reino Unido.
Ella lleva 35 años en la industria y se le atribuye la transformación de Topshop en una marca global.
La ejecutiva considera que alquilar ropa de diseño es una oportunidad para que las personas puedan usar ropa, zapatos y bonitos accesorios que normalmente no podrían permitirse.
Por ejemplo, imagina a mujeres alquilando un vestido o un par de zapatos Jimmy Choo por US$80 para ponerse en una boda o en un evento elegante, en lugar de comprarlos por cientos de dólares. Pero también ve el servicio como una forma de que las personas que han comprado prendas caras ganen dinero alquilándolas varias veces en una temporada.
"Cualquier cosa que podamos hacer para frenar la compra masiva de ropa y compartir cada pieza un poco más, mejor. Es como tratar de recompensar una forma más concienzuda de comprar", le dijo a la BBC.
"No creo que vaya a resolver el problema de la moda rápida de inmediato. Lo que espero es que a largo plazo comience a cambiar el comportamiento de las personas poco a poco".
Un sector lucrativo
Es un sector potencialmente lucrativo.
El rival estadounidense Rent the Runway, que afirma haber sido pionero en el concepto de alquiler de moda en 2009, recientemente fue valorado en US$1.000 millones. Tiene una base de suscriptores de unas 100.000 personas que pagan una tarifa de suscripción de US$160 al mes por alquileres ilimitados.
Sin embargo, a US$80 por vestido, bolso o par de zapatos, My Wardrobe HQ necesitaría tener una cantidad razonable de ingresos disponibles para poder permitirse ese estilo de vida.
Y parece poco probable que alquilar ropa a ese nivel sea atractivo para la Generación Z y los millennials más jóvenes, que compran vestidos de US$7 en línea.
Shepherdson reconoce que pasará tiempo hasta que el consumidor esté listo para gastar tanto en ropa que no puede quedarse.
Moda de alquiler
La idea de alquilar ropa no es nueva: en Occidente, los hombres han alquilado trajes de boda durante años, mientras que en el Sudeste Asiático muchas mujeres ahora alquilan vestidos de novia para sesiones de fotos y ceremonias.
Sin embargo, nunca ha sido una opción particularmente popular para la ropa de mujer, ya que las consumidoras suelen preferir poseer las prendas, ya sean nuevas o de segunda mano.
Grandes marcas populares como American Eagle, Urban Outfitters y Ann Taylor ya ofrecen servicios de alquiler minorista, mientras que en Europa, el importante minorista de moda rápida H&M comenzó hace poco una prueba de alquiler de ropa en su tienda insignia en Estocolmo, Suecia.
Según la experta minorista Natalie Berg, el futuro de la venta minorista está en que los productos se conviertan en servicios, ya que ayuda a los minoristas a crear fidelidad a los clientes, además de mantenerse relevantes en el mercado.
Berg cita varios ejemplos, como Ikea con el alquiler de muebles, el minorista electrónico AO, que alquila lavadoras, o la marca deportiva Adidas cuando pide a los consumidores que traigan de vuelta los zapatos viejos gastados y los cambien por un modelo más nuevo.
"Se trata de que los consumidores prioricen el acceso sobre la propiedad", explica Berg.
H&M también está utilizando su servicio de alquiler de ropa para ofrecer un nuevo servicio de diseño personal, que le permite vincular a los clientes con su marca.
Y aunque los consumidores se están volviendo más conscientes del medio ambiente, Berg no cree que la moda rápida vaya a desaparecer porque la ropa barata siempre está en demanda.
"La verdad es que la moda es una industria muy derrochadora y creo que existe una conciencia cada vez mayor en la sociedad de que necesitamos hacer más para abordar nuestra cultura del desperdicio", sostiene ella.