El 19 de agosto de 1923, una gélida noche se extendió sobre la isla de Wrangel, a 160 kilómetros al norte de la costa de Siberia. Mientras un espeso manto de niebla cubría el sombrío paisaje ártico, Ada Blackjack se sentó envuelta en una gruesa parka de piel de reno, a preparar su exigua cena.
Había llegado a la isla dos años antes como costurera adjunta a un grupo de exploradores del Ártico. Pero la desafortunada expedición había estado plagada de enfermedades y mal tiempo, y ahora ella era la única de los cinco miembros que quedaba con vida.
Tras su comida esa noche, Ada escuchó un ruido desconocido.
Decidiendo que debía haber sido "un pato o algo así", se retiró a su tienda de campaña y trató de dormir. A las 6 de la mañana del día siguiente, volvió a escuchar el sonido, pero esta vez, "sonó más como el silbido de un barco".
Blackjack tomó sus binoculares y salió corriendo. Efectivamente, en la distancia vio una goleta, con sus tripulantes vagando por la orilla. Finalmente, la salvación de Blackjack había llegado, su terrible experiencia de dos años había terminado.
Acto de desesperación
Con menos de 1,5 metros de altura, sin experiencia en expediciones, poco deseo de aventuras y un miedo paralizante a los osos polares, Ada Blackjack era una candidata poco probable para la exploración del Ártico.
Nacida en 1898, fue criada por misioneros metodistas en la dura ciudad de Nome, en Alaska.
Si bien muchas personas iñupiat (un grupo indígena de Alaska) estaban bien versadas en la supervivencia del Ártico, estas habilidades nunca se consideraron necesarias en la educación misionera de Ada, a quien, en cambio, le enseñaron a limpiar, cocinar y coser.
Pero en 1921, Blackjack, de 23 años, era una madre soltera divorciada e indigente.
Después de que su abusivo esposo la abandonó, luchó desesperadamente para mantener a su pequeño hijo, Bennett, que sufría de tuberculosis.
Pero mantenerlo sin ayuda se había vuelto imposible, y Blackjack se vio obligada a internarlo en un orfanato.
Necesitaba desesperadamente dinero para poder reunirse con su hijo cuando un barco llamado Victoria llegó a Nome.
Proveniente de Seattle, transportaba a cuatro jóvenes encargados de una misión abrumadora.
A instancias del célebre explorador canadiense Vilhjalmur Stefansson, se dirigían a la remota isla Wrangel. El equipo planeaba vivir en la tierra deshabitada durante dos años para reclamar el territorio para el gobierno británico.
Los miembros de la expedición
- Allan Crawford
Con sólo 20 años y sin experiencia, Allan Crawford era el líder de la expedición. Fue elegido porque era canadiense, lo que lo convertía en ciudadano británico, necesario para reclamar la isla a nombre de los británicos.
Stefansson le escribió a su joven capitán antes de la misión: "Aunque tengo confianza en ti, estás al mando por el accidente de ser británico (...) lo más sabio que puedes hacer es seguir los consejos de tus hombres experimentados".
- Frederick Maurer
El estadounidense Fred Maurer no era un novato en el helado norte.
Siete años antes, el joven de 28 años incluso había pasado un tiempo en la isla Wrangel, en la condenada expedición Karluk de Stefansson. Esa misión casi le había costado la vida: otros 11 hombres habían muerto.
Se casó con su amada Delphine antes de partir, con Stefansson como su padrino.
- Milton Galle
"Mi experiencia ha sido que, en general, cuanto más joven es el hombre, más fácilmente se adapta a las condiciones del norte", le escribió Stefansson a un amigo cuando planificó la misión de la isla Wrangel.
Su recluta más joven fue el tejano Milton Galle, de 19 años. De hecho, fue en el Ártico donde Galle se dejó crecer la primera barba.
Estaba "simplemente encantado" de ser elegido para la misión y ansioso por plasmar todo usando su amada máquina de escribir.
- Lorne Knight
Estridente y directo, el nativo de Seattle Lorne Knight tenía un gran apetito de aventuras desde hace mucho tiempo.
Había estado en expediciones árticas anteriores con Stefansson e incluso había sufrido de escorbuto, recuperándose atiborrándose de lengua fresca de caribú.
Knight era cercano a su familia y su padre escribió lo orgullosos que estaban de que "Lorne se ha convertido en un verdadero explorador".
Para Blackjack, era una figura aterradora y su figura ancha, su temperamento impredecible y su desordenado vello facial la intimidaba.
- Un gato genial
Además de sus cinco miembros humanos, la expedición también contaba con un explorador felino: un gato llamado Victoria.
Vic se acurrucaba en los sacos de dormir del equipo por la noche y vivía de las sobras. Y sobrevivió a los dos años en la isla Wrangel.
La candidata perfecta
En Nome tenían la intención de reclutar a varias personas iñupiat para ayudar con las tareas del campamento, y Blackjack, conocida como una costurera experta, era una candidata perfecta.
Al principio se mostró reacia, temía estar fuera de casa durante tanto tiempo y era consciente de su falta de experiencia. Este sentimiento ominoso se reforzó cuando las otras familias iñupiat que habían sido reclutadas se retiraron en el último momento.
Pero Blackjack estaba desesperada. El salario mensual de US$50 era suficiente para recuperar a su hijo. Era una oportunidad que no podía darse el lujo de rechazar.
En la tarde del 9 de septiembre de 1921, Blackjack se unió al equipo que zarpó de Nome a bordo de un barco diferente, el Silver Wave. Tras una semana, la isla Wrangel se veía en el horizonte.
A primera vista, estaba lejos del yermo estéril y bloqueado por el hielo del que habían sido advertidos: el afloramiento rocoso estaba cubierto de líquenes y musgos, el clima era relativamente templado.
Los hombres de Crawford no perdieron el tiempo e izaron la bandera británica y enterrando una proclama que reivindicaba su reclamo "por Su Majestad George, Rey de Reino Unido".
Los primeros meses estuvieron teñidos de optimismo.
Una vez montado el campamento, rápidamente entraron en una rutina, pasando sus días mapeando la isla o recolectando especímenes geológicos y biológicos, y jugando o leyendo los mismos pocos libros de cabo a rabo.
Stefansson les había asegurado que un barco llegaría con más suministros en el verano, así que el equipo no hizo ningún intento de racionar sus provisiones para seis meses, que completaron con la aparentemente abundante caza salvaje de la isla, especialmente los osos polares, que aterraban a Blackjack cuando vagaban cerca del campamento.
Cocinaba todo lo que los hombres pudieron pescar, desde gaviotas hasta zorros y búhos. Los filetes de oso polar fritos en grasa de foca resultaron especialmente populares.
Sin embargo, lentamente, el estado de ánimo en el campamento comenzó a cambiar.
Las oportunidades de caza comenzaron a desaparecer cuando un invierno ártico desorientador trajo 61 días de oscuridad.
Blackjack, desesperadamente nostálgica, se arrepintió rápidamente de haber ido e irritó a los hombres con sus cambios de humor y arrebatos de angustia.
Knight mostró poca simpatía y se quejó en su diario: "NO es divertido que los cuatro tengamos una mujer tonta aullando y negándose a trabajar y comiéndose toda nuestra buena comida".
Lo que no sabían
A pesar de sus dificultades, Ada y el equipo sabían que si podían aguantar hasta el verano, el barco de Stefansson llegaría con nuevos miembros del equipo y suministros, así como con preciadas cartas de casa.
"No me afeitaré ni vestiré elegante hasta el año que viene, cuando vendrán el señor Stefansson y varios otros hombres blancos", declaró el joven Galle en su diario.
El equipo siguió el progreso de los témpanos de hielo con los cambios de estación, esperando ansiosamente la llegada.
Lo que no sabían era que, tras una salida retrasada debido a la falta de fondos, el barco de reabastecimiento, Teddy Bear, se había quedado atrapado en una de las peores heladas en 25 años.
El 25 de septiembre de 1922, su capitán le envió un mensaje a Stefansson diciéndole que se habían visto obligados a dar marcha atrás: "No tuvimos éxito. Hélice dañada. Todos los navegantes aquí predijeron fallas debido a una condición inusual del hielo". Stefansson no se preocupó mucho: "No había ninguna razón para pensar que la habilidad de los hombres que ya estaban allí fuera inadecuada para afrontar la situación".
En la isla Wrangel, cuando el verano se convirtió en otoño, el equipo se fue dando cuenta lentamente de que nadie vendría a relevarlos. Sus raciones estaban casi agotadas, los osos polares que una vez habían sido tan abundantes parecían haber desaparecido, y las misiones de caza se estaban volviendo cada vez más infructuosas.
Pronto quedó claro que a pesar de los mejores esfuerzos de Blackjack para servir incluso los cortes de carne más incomibles, simplemente no había suficiente comida para mantener a los cinco con vida.
Knight, mientras tanto, había comenzado a sentirse débil y letárgico. Le dolían las articulaciones y las encías. Aunque trató de ocultar estos horribles síntomas a sus compañeros de equipo, los reconoció por sus anteriores expediciones al Ártico. Eran las primeras etapas del escorbuto.
En enero de 1923, con el fantasma del hambre cerniéndose sobre el campamento, Crawford tomó una decisión difícil.
Junto con Galle y Maurer, se embarcó en un ambicioso viaje de regreso a través del mar ahora helado para buscar ayuda, dejando a Blackjack en el campamento con Knight en rápido deterioro. Partieron con parte de los suministros y los cinco perros restantes, conscientes del peligro que corrían.
"Falta ver si logro mi objetivo", escribió Maurer en una carta final a su esposa. "Si el destino me favorece, tendré el placer de contártelo todo, si no, alguien más, sin duda, te lo contará". Blackjack estaba especialmente triste al despedirse de Galle, quien era amable y disfrutaba escuchando sus cuentos populares.
Solo un par de días después de que las tres figuras desaparecieran en el horizonte, el clima cambió. Un violento vendaval se desató, "soplando y flotando tan fuerte como nunca lo había visto", anotó Knight con desánimo en su diario.
Crawford, Galle y Maurer jamás volvieron a ser vistos.
Enfermera y cazadora
En el campamento, Knight se deterioró rápidamente. Pronto fue confinado a la cama, sufriendo agresivas hemorragias nasales y cubierto de hematomas moteados, mientras sus dientes caían de sus encías blandas.
Aunque nunca había usado un arma, Blackjack se dio cuenta de que tendría que traer carne fresca si quería mantener vivo a Knight.
A pesar de su cuerpo diminuto, aprendió sola a disparar con su rifle enorme y pesado, y construyó una plataforma desde la que podía divisar a los temidos osos polares. Les tenía tanto miedo que empezó a dormir con el rifle encima por si se acercaban demasiado al campamento.
Blackjack atendió a Knight lo mejor que pudo. Pero estaba lejos de ser un paciente agradecido: constantemente la regañaba y hasta le tiraba libros. No obstante, le angustiaba la idea de quedarse sola en la isla.
El 23 de junio, sus temores finalmente se confirmaron cuando se despertó y encontró a Knight frío e inmóvil.
El último esfuerzo
Aunque la perspectiva de vivir sola en un paisaje tan vasto y silencioso era abrumadora, Blackjack siguió adelante con el arduo trabajo diario de mantenerse con vida.
Contó cada día en un calendario elaborado con el papel de máquina de escribir de Galle y hasta cuando la esperanza se desvanecía, Blackjack estaba decidida a regresar con su hijo.
Llenó su diario de sus preocupaciones respecto al futuro de Bennett y hasta le cosió un par de pantuflas.
Las habilidades que Ada adquirió sola fueron esenciales para mantenerse con vida.
Después de escribir una nota cada mañana detallando su paradero en caso de que aparecieran los rescatistas, colocaba trampas para los zorros y aprendió a cazar pájaros y focas.
No fue nada fácil y cada oportunidad perdida significaba un destino cada vez más incierto.
Cuando el viento se llevó un bote de piel que Ada había elaborado cuidadosamente, lloró de frustración. Pero se negó a ser derrotada y encontró consuelo en su fe cristiana, como señaló en su diario el 23 de julio: "Doy gracias a Dios por vivir".
No fue hasta el 20 de agosto de 1923, casi dos años después de haber llegado a la isla Wrangel, que la terrible experiencia de Ada finalmente llegó a su fin.
Cuando la tripulación de la goleta Donaldson se acercó a su campamento, Blackjack, abrumada por la emoción, rompió en llanto. Y cuando los rescatistas le preguntaron dónde estaban sus compañeros de equipo, ella solo pudo responder: "Aquí no hay nadie más que yo. Estoy completamente sola".
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¿Qué pasó después?
A su regreso a Alaska, Blackjack se vio en medio de una tormenta mediática.
La prensa clamó por escuchar cómo la "mujer Robinson Crusoe" había sobrevivido a una terrible experiencia tan espantosa que había cobrado la vida de los otros exploradores heroicos.
La presión se intensificó cuando la acusaron de no haber hecho lo suficiente para salvar a Knight.
Nada de eso era fácil de manejar para una mujer tan privada como Blackjack, que lo único que quería era reunirse con su hijo.
Con su salario del viaje, Blackjack finalmente pudo llevar a Bennett a Seattle para que le dieran tratamiento médico.
Pero aunque salió con vida de la isla Wrangel, su lucha por sobrevivir no había terminado.
Mientras que Stefansson y otros se beneficiaron escribiendo libros sensacionalistas sobre su terrible experiencia, Blackjack continuó plagada de pobreza y dificultades durante toda su vida.
Más tarde tuvo un segundo hijo, Billy, pero los problemas de dinero la obligaron a dejarlo a él y a Bennett en un hogar de caridad durante nueve años.
Finalmente se mudó a Alaska para trabajar como pastora de renos y vivió hasta los 85 años.
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