6 métodos extraños que usaban en el pasado para evitar los embarazos
Quienes quieren disfrutar del sexo sin riesgo de embarazo tienen, hoy día, numerosos métodos anticonceptivos a su disposición.
Muchas mujeres prefieren la píldora mientras que otras se inclinan por un dispositivo intrauterino hormonal o un diafragma, y hay quienes optan por el condón ya que además de servir para evitar el embarazo, ofrece protección contra las enfermedades de transmisión sexual.
¿Pero cómo se cuidaban las mujeres o las parejas en el pasado, antes de que se desarrollaran estos métodos científicos con resultados probados?
Aquí compartimos algunos de los métodos más llamativos (y algunos incluso peligrosos).
Heces de cocodrilo
Para evitar el embarazo, las mujeres en el antiguo Egipto recurrían a un método tan curioso como oloroso.
Se insertaban dentro de la vagina o en la vulva una sustancia pastosa hecha con excremento de cocodrilo y leche ácida.
Lo que se buscaba con este ungüento era crear una barrera ácida que impidiese el paso del esperma.
Es difícil creer que este método antihigiénico haya resultado efectivo, a menos que su eficacia haya radicado en el olor de la mezcla, o incluso en la idea misma, capaz de quitarle el deseo hasta al más apasionado.
Otro método empleado por aquellas reacias a introducirse heces en la vagina era una mezcla de miel y bicarbonato de soda.
Pesario de bloque
El pesario de bloque se utilizaba como método anticonceptivo hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Europa.
Este incómodo dispositivo se colocaba en el cuello del útero de la mujer por hasta cuatro meses.
Se creía que evitaba que los embriones fertilizados recién formados se implantaran en el útero y comenzaran a desarrollarse.
Algunos estaban hechos de goma, metal o hueso.
Además de ser dolorosos, provocaban infecciones y, con frecuencia, eran expulsados por el cuerpo de las mujeres.
Saltar hacia atrás
El ginecólogo griego Soranus recomendaba a las mujeres en el siglo II a saltar hacia atrás siete veces y a estornudar inmediatamente después de mantener relaciones sexuales para evitar el embarazo.
Si bien Soranus no explica en detalle cómo debe hacer la mujer para provocarse un estornudo, el argumento detrás de esta idea es que la fuerza del estornudo provoca la expulsión del semen del cuerpo de la mujer.
Demás está decir que se trata de un método completamente inútil.
Condones de oveja y pescado
Durante la Revolución inglesa (entre 1642 y 1688), los soldados del rey Carlos I fueron provistos de condones hechos con intestinos de pescado y oveja para protegerlos de enfermedades de transmisión sexual.
Pero no solo los soldados los usaban.
Hacia finales del siglo XVIII, en Londres, por ejemplo, había dos tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de condones.
Estos adminículos de intestino de oveja debían ser remojados en agua por un par de horas antes de usarse, para que hacerlos más flexibles y fáciles de colocar.
Se los ataba en la base del pene con un cordón para mantenerlos en el lugar y, después de usarlos, se los lavaba cuidadosamente, se los dejaba secar, y se los guardaba para la próxima ocasión.
En el siglo XVIII, el mujeriego y seductor Casanova optó por los condones de lino.
Siempre los inflaba primero para verificar que no hubiese filtraciones.
Beber mercurio
En el siglo VII en China, se les recomendaba a las mujeres beber una tintura de metal tóxico para evitar el embarazo.
Una de las recetas médicas indicaba freír mercurio con aceite.
Esta poción debía ingerirse con el estómago vacío.
Es posible que haya servido para evitar el embarazo, pero esta mezcla venenosa provocaba esterilidad y, en muchos casos, una muerte agónica.
Testículos de comadreja
En Europa, durante la Edad Media los testículos de la comadreja eran apreciados como anticonceptivos.
La Trotula, una guía médica femenina escrita en el siglo XII, recomienda cortar los testículos de estos animales vivos, envolverlos en piel de ganso, y usarlos como amuletos para evitar el embarazo.