Tres atracadores de bancos demostraron que la seguridad de Alcatraz podía ser quebrantada.
En 1934, la cárcel modelo de Estados Unidos fue instalada en un islote en el Pacífico Norte, tan aislado que resultaría imposible para los reos cruzar las aguas de la bahía de San Francisco y sobrevivir a un intento de fuga.
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Sin embargo, John Anglin, Clarence Anglin y Frank Morris se arriesgaron a escapar durante la noche del 11 de junio de 1962.
Usaron pelo, papel higiénico y jabón para confeccionar cabezas de muñecos, que cubrieron con cobijas para simular que estaban durmiendo, y huyeron a través de un túnel que cavaron con cucharas durante meses desde sus celdas.
Los reclusos hicieron una balsa inflable con sus impermeables y saltaron al agua en algún momento entre las 8:00 de la noche y las 2:00 de la mañana, según documentos del FBI.
A pesar de los esfuerzos de búsqueda, los hombres nunca fueron encontrados.
Alcatraz, también conocida como "La Roca", dejó de ser una cárcel de máxima seguridad en 1963, un año después de la fuga.
BBC te cuenta tres incógnitas sobre el caso que no han sido resueltas 60 años después.
¿Qué ocurrió con los presos que escaparon de Alcatraz?
Las autoridades dijeron en su momento que no había forma de que los tres fugitivos hubieran podido sobrevivir en las gélidas aguas de la bahía de San Francisco, aunque hoy los triatletas las cruzan a nado sin problema.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) cerró la pesquisa en 1979.
Sin embargo, la policía de San Francisco recibió en 2013 una carta presuntamente escrita por uno de ellos, que se filtró a la prensa estadounidense y a la opinión pública cinco años después.
"Mi nombre es John Anglin", comienza la carta. "Me escapé de Alcatraz en junio de 1962. Sí, todos sobrevivimos aquella noche, ¡pero por los pelos!", continúa.
El autor de la misiva alega que los tres viviero hasta convertirse en ancianos.
El supuesto John Anglin asegura que Morris murió en 2005 y su hermano Clarence en 2008.
El firmante de la carta incluso propone un acuerdo a las autoridades: "Si anuncian en televisión que me prometen que sólo iré a la cárcel un año y que me darán atención médica, escribiré de vuelta para decirles exactamente dónde estoy".
"Tengo 83 años y no estoy bien físicamente. Tengo cáncer", añade.
Según la carta, John Anglin vivió la mayor parte de su vida en Seattle (Washington) y pasó ocho años en Dakota del Norte.
¿Es auténtica la carta?
El servicio de los Marshals de Estados Unidos, que está a cargo del caso desde 1979, envió la carta a un laboratorio del FBI para que hiciera un análisis forense de la letra.
"Muestras de la escritura a mano de los tres fugitivos, John Anglin, Clarence Anglin y Frank Morris, se cotejaron con la carta anónima y los resultados fueron no concluyentes", informó el servicio en un comunicado.
En el momento en que la policía recibió la carta, John Anglin decía estar viviendo en el sur de California.
Hasta hoy, los tres fugitivos permanecen en la lista de los más buscados y las autoridades han publicado imágenes de cómo se verían después de haber envejecido.
¿Qué saben los familiares?
David Widner, un sobrino de los hermanos Anglin, dijo al canal CBS que su abuela recibió flores con tarjetas firmadas por John y Clarence durante varios años después de la fuga.
Las cartas no fueron evaluadas por ninguna autoridad que corroborara su autenticidad.
"La verdad es que no he llegado a una conclusión sobre si creo que es John el que escribe o no", declaró David Widner.
Independientemente de la veracidad del documento, el sobrino se mostró consternado ante el hecho de que la carta no fuera entregada a la familia.
"En vista de que él dice que tiene cáncer y está muriendo, siento que al menos deberían haberse dirigido a la familia e informarnos de la existencia de la carta", señaló.
La habitación de uno de los Anglin es una de las estaciones más visitadas del museo que opera hoy en Alcatraz, que recibe alrededor de 1,3 millón de turistas al año.
Además, es el punto de partida del triatlón anual "Escape de Alcatraz", en el que cientos de atletas prueban que, con el entrenamiento y el equipamiento apropiados, es posible salir de la temida isla y llegar entero a tierra firme.