"Elegimos ir a la Luna en esta década no porque sea fácil, sino porque es difícil”, dijo el presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962. Era la época de la Guerra Fría y de la carrera armamentística. Antes de EE. UU., ya la Unión Soviética había enviado el primer satélite y al primer ser humano al espacio. El discurso de John F. Kennedy en la Universidad Rice, en Houston, Texas, en el otoño de 1962, fue una declaración de guerra y el comienzo de una competencia feroz, pero también era un reconocimiento a los inmensos desafíos del Programa Apolo de la NASA. Con "difícil”, Kennedy se refería no solo al desafío tecnológico que representaba el programa lunar, sino también a los gastos que fueron, precisamente, siderales. "Cada estadounidense, ya sea hombre, mujer o niño, debe gastar 50 centavos por semana”, continuó Kennedy. Con esos 50 centavos se financiarían vuelos de prueba no tripulados, vuelos de aproximación a la luna tripulados y a doce astronautas que llegarían a la superficie lunar. Además de una misión de rescate espectacular e inesperada, en el caso de la Apolo XIII.
Poco apoyo de la población
El Programa Apolo duró unos 10 años, durante los cuales la NASA gastó, según sus propias estimaciones, 23.900 millones de dólares. De acuerdo con cálculos actuales, esa suma representaría hoy mucho más de 100.000 millones de la moneda estadounidense, dado que las misiones no tripuladas, altamente complejas, no fueron financiadas solo por ese programa. Muchos experimentos importantes, como, por ejemplo, la navegación y el acople en el espacio, así como la salida de la nave en un traje espacial, fueron llevados a cabo por el también costoso Programa Gemini. En tiempos de la carrera armamentística, el alunizaje tripulado era una de las tareas centrales de la NASA, cuyos gastos totales correspondían a cerca de un cuatro por ciento del presupuesto estatal de EE. UU. En comparación, la NASA gasta actualmente apenas el 0,5 por ciento del presupuesto.
Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los primeros seres humanos en llegar a la Luna, el 20 de julio de 1969, cumpliendo el objetivo de demostrar que EE. UU. era más poderoso a nivel tecnológico que Rusia. Poco después, la NASA publicó ambiciosos proyectos de, como mínimo, nueve alunizajes más, y también una misión hacia Marte parecía próxima.
Pero, a pesar de la gran euforia, el apoyo popular a los viajes al espacio en 1969 era limitado. Según encuestas de Pew Research Centers, solo un 53 por ciento de la población de EE. UU. estaba de acuerdo con que los costos del Programa Apolo eran justificados. Con el paso del tiempo, ese apoyo se redujo a menos del 50 por ciento. En una famosa carta, la religiosa Mary Jucunda escribió a la NASA en 1970, en la que preguntaba: "¿Cómo es posible que se gasten miles de millones de dólares en un programa espacial mientras todavía hay miles de millones de niños muriéndose de hambre en la Tierra?”. Pocos meses después, el Congreso de EE. UU. pisó el freno, en parte, por motivos económicos. Más tarde, en diciembre de 1972, el programa llegó a su fin con la Apolo XVII. Los astronautas Eugen Cernan y Harrison Schmitt son los últimos en haber pisado la superficie lunar.
El Programa Apolo valió la pena
A largo plazo, sin embargo, el Programa Apolo parece haber valido la pena. En una carta tan famosa como la de Mary Jucunda, el director científico asociado de la NASA, Ernst Stuhlinger, escribió que los programas espaciales eran como la investigación del microscopio. No se debería, según él, dejar de apoyar la investigación por el hambre en el mundo, ya que el microscopio podría ayudar a largo plazo a más personas que la ayuda contra el hambre a corto plazo.
De hecho, muchos avances tecnológicos de hoy provienen de las investigaciones espaciales, desde celdas solares hasta lentes a prueba de golpes y rajaduras y alimentos congelados. Según datos de la NASA, el Programa Apolo creó más de 3.000 patentes importantes, la mayoría, de objetos de uso civil. Cada dólar invertido rindió cerca de 4 a 5 dólares de ganancia, y a largo plazo, la relación costo-beneficio para la sociedad, en todo el mundo, es incluso de 1:14. A pesar de eso, el Programa Apolo sigue siendo criticado duramente, también dentro de la NASA.