Si cada vez que tienes que ir a un lugar que no conoces acabas perdiéndote, no estás solo.
Es mucha la gente a la que le cuesta ubicarse y se ve obligada a consultar con un mapa en su celular cada pocos pasos, para corroborar que está yendo en la dirección correcta.
Y, aún así, hay quienes tienen que retrotraer sus pasos pues estaban caminando en la dirección equivocada. Esto sin duda nos quita tiempo y puede acabar siendo muy frustrante.
El área del cerebro vinculada específicamente a la navegación es el hipocampo, un área que en los taxistas de Londres -habituados a conducir por el laberinto de esa ciudad de calles angostas, circulares y que cambian de nombre cada pocos metros- tiene un volumen superior.
Pero si no eres taxista (y británico), aún hay esperanzas, el sentido de la orientación puede mejorarse. Aquí te contamos algunos trucos para que llegar de A a B te resulte más fácil.
1. Haz un mapa mental
Antes de salir, revisa la ruta que vas a hacer. Selecciona el camino, lee los nombres de las calles grandes o avenidas más importantes que vas a cruzar.
Puedes incluso seguir la ruta en el mapa con el dedo, según le dijo al New York Times Brendan Kelley, neurólogo del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos.
Esto le dará un contexto a la ruta que vas a seguir.
También es importante una vez que llegues, volver a mirar el mapa y la ruta que acabas de hacer, esto reforzará la memoria de cómo llegaste hasta allí.
2. Puntos destacados del paisaje
Una recomendación básica es tomar en cuenta los puntos que destacados del entorno, como pueden ser edificios altos, una torre de teléfono, la cúpula de una iglesia o un monumento.
Estos detalles arquitectónicos nos sirven como punto de referencia para saber si el lugar a donde vamos está antes, después a la izquierda o a la derecha.
"Es importante notar estos lugares -como puede ser un parque o una estatua- antes de salir, así nos podemos hacer una idea de qué nos vamos a encontrar en el camino", le dice a BBC Mundo Eugenia Marín, investigadora del UCL en Londres, Reino Unido y del BCBL, en el País Vasco, España.
"Y en caso de perdernos, tenemos un punto de referencia muy concreto por el cual preguntar", añade.
Si parte del plan incluye regresar (caminando o en bicicleta, por ejemplo) por el mismo camino, es importante mirar hacia atrás cuando vamos, ya que el paisaje nos puede parecer muy distinto de ida que de regreso.
También nos ayudará a orientarnos mejor tomar en cuenta si el camino es plano o si hemos subido o bajado.
3. Dejar la tecnología por un rato
En opinión de expertos, tecnologías como el GPS, si bien son de gran ayuda en el momento, inhiben el desarrollo de un mejor sentido de la orientación.
"Si estamos en una ciudad nueva y queremos hacernos una idea del lugar, siempre, como en otros procesos de aprendizaje, aprendemos mejor cuando lo hacemos por nosotros mismos", dice Marín.
Manejarnos sin ayuda, nos va a permitir crear un mejor mapa mental de la ciudad que estamos explorando.
4. Mantener la calma
Y, aunque nos pueda parecer una tontería, es fundamental mantener la calma y controlar los niveles de ansiedad.
"Nuestros recursos cognitivos son limitados. Si estamos nerviosos se reducen y prestamos menos atención (al espacio), porque dirigimos esos esfuerzos hacia otras cosas, como la preocupación por llegar tarde", explica la investigadora.
5. Cambiar las rutas
Éste es un ejercicio que vale la pena hacer, aunque a veces nos demore más tiempo que tomar el camino acostumbrado.
Si vamos variando el recorrido, el mapa mental que nos hemos hecho de una zona en particular crece y se vuelve más complejo.
Por un lado nos permite conocer mejor el espacio y, si tenemos que ir a otro lugar, cerca del lugar inicial, podremos hacerlo sin necesidad de ir primero al lugar que conocemos y de allí al lugar nuevo.