Los avances en la innovación tecnológica, la automatización y la digitalización de procesos están cambiando el funcionamiento del sector minero. Integrar tecnologías digitales a los procesos trae grandes beneficios para las operaciones mineras, entre ellos, aumento de la productividad, mayor seguridad, sostenibilidad y modernización.
Pero los cambios no ocurren de manera instantánea, y para lograr que esta integración sea exitosa, un factor clave es que tanto la organización como el equipo humano que la compone, incorporen los nuevos modelos de operación para asegurar un uso óptimo de los recursos tecnológicos y así maximizar el impacto sobre la gestión del negocio.
Esto sólo será posible con la responsabilidad y compromiso de las personas para operar bajo un renovado escenario que exige el conocimiento de otras habilidades, talentos y competencias.
Por eso, la minería 4.0 requiere un nuevo tipo de liderazgo, basado en el principio de la transformación cultural pero teniendo en cuenta la relevancia de integrar tecnologías digitales a los procesos productivos de la industria
minera. Pero una vez más, y a riesgo de parecer majadero, la transformación no debe perder de vista que son las personas, las que deben seguir estando al centro de la organización.
Es la tecnología la que debe adaptarse a este principio, y no al revés. En la misma línea, un estudio de la consultora Accenture sobre liderazgo responsable realizado en 2020 estima que "la combinación de responsabilidad con innovación da como resultado un mejor rendimiento". ¿Cómo lograr entonces un liderazgo humano y al mismo tiempo, aplicar las nuevas tecnologías? Estos son algunos de los factores que creo que es importante considerar.
Primero, hay que hacer a los trabajadores realmente partícipes de los objetivos de la compañía. No basta con una comunicación impersonal y generalizada. La
nueva empresa combina el crecimiento económico con la necesidad de respetar y apoyar al entorno.
En el contexto actual, es difícil que una persona sea productiva y cumpla con eficiencia sus labores si no entiende el motivo que hay detrás de las metas. Contar con un mapa de ruta compartido genera mayor compromiso y participación en las actividades diarias.
Segundo, es necesario gestionar el talento y el desarrollo de competencias para nuevos roles y funciones. En la industria minera, cada faena tiene sus propias
particularidades y riesgos asociados, por lo que cada área debe contar con capacitación tecnológica específica, instancias para generar seguridad, interacción grupal, contención y diálogo durante la fase de adaptación.
Tercero, la mirada macro. Cualquier transformación no puede perder de
vista los grandes desafíos que estamos viviendo en todo el mundo: la pandemia, el calentamiento global, la sequía, la crisis económica y la diversidad e inclusión. Si la evolución tecnológica considera esto, podremos contar con una minería integrada, segura, verde, que sea rentable para sus accionistas, trabajadores y para el país, sostenible con el medio ambiente y la comunidad.
Innovar requiere del uso de herramientas tecnológicas, pero además empatía, transparencia, inteligencia, visión y propósito. La transformación digital debe tener una mirada integral para que su impacto sea significativo y duradero.
Escuchar, invertir tiempo en las personas, conocer sus puntos de vista y considerar sus propuestas son habilidades claves para el nuevo liderazgo organizacional que a la larga, promoverán un mayor grado de compromiso y
colaboración del capital humano en la transición hacia la minería 4.0.