Cualquier amante de la tecnología sabe que el lanzamiento del primer iPhone marcó un antes y un después en el área. Fue el inicio de toda una revolución en la industria tecnológica, que cambió para siempre nuestra forma de comunicarnos y se hizo de la mejor manera: con una inocente bromita telefónica.
Así es, Steve Jobs, en medio de la presentación de su nuevo teléfono inteligente, en 2007, tuvo la brillante idea de demostrarle a los asistentes del evento que el iPhone, además de poder reproducir música y conectarse a internet, también realizaba llamadas, llamó a Starbucks para pedir nada más ni nada menos que 4.000 cafés.
Según cuenta el portal Marketing Mind, apenas Jobs colgó, vistiendo, por supuesto, su clásico sweater negro con cuello de tortuga, el público se echó a reír. Todos creyeron que se trataba de algo preparado, pero el fundador de Apple llamó de verdad a dicha cafetería y los dejó, prácticamente, marcando ocupado.
La persona al otro lado del teléfono fue Ying Hang "Hannah" Zhang", una barista de Starbucks, que no tenía idea de lo que estaba pasando pero que, sin querer, formó parte de un momento histórico tanto para Apple como para el futuro de la tecnología, por accidente.