Hace algunas semanas te contamos sobre un hecho histórico para la ciencia en Chile, luego de que los académicos y científicos chilenos Osvaldo Ulloa y Rubén Escribano, Director y Sub Director del Instituto Milenio de la Universidad de Concepción, descendieran hasta los 8.000 metros de profundidad a la Fosa de Atacama, en una expedición que tardó 10 horas.
El viaje fue gracias a la invitación del explorador estadounidense Victor Vescovo, quién pilotó el sumergible “DSV Limiting Factor”, de la empresa Caladan Oceanic.
Pero, ¿qué fue lo que encontraron Ulloa, Escribano y Vescovo al sumergirse en la misión Atacama Hadal? Algunos días después, salen a la luz los primeros estudios.
“El interior de la esfera es gris oscuro, tiene dos cómodas sillas y está recubierto con tanques de oxígeno e interruptores para toda la electrónica. En la parte inferior hay tres ventanas que permiten la vista del fondo marino. Me impresionó la suavidad de la travesía y el silencio solo interrumpido por las comunicaciones”, describe Ulloa sobre la nave.
El descenso al punto más profundo de la fosa fue de 8.069 metros y les tomó tres horas y media llegar hasta ese lugar. Ulloa pensó que iban a aburrir, pero entre las conversaciones con Vescovo y la música de fondo no tuvieron problemas.
Detalles del fondo marino
Vescovo maniobró el submarino sobre un terreno de valles, crestas y otras formaciones rocosas que arrojarán importante información sobre la geología característica en esta región del planeta.
“Nos llamó la atención también la gran cantidad de holoturias, una especie de pepino marino que se había hallado en otras fosas, pero que aquí estaban presentes con abundancia”, explica Ulloa.
Sin embargo, lo más llamativo para el científico chileno fue la presencia de microbios: “yo, como microbiólogo, quería en esta expedición tapices de colonias de microbios. Verlos con mis propios ojos fue algo extraordinario, la confirmación por primera vez de su existencia en la Fosa de Atacama y a más de 8.000 metros”.
También destaca la “extraordinaria vida marina observada”, inesperadas para tales profundidades como corales de agua fría o una solitaria estrella de mar. Asimismo, había animales presentes en la mayoría de fosas marinas, incluyendo gusanos poliquetos, crustáceos anfípodos y otros seres hadales que se empezarán a estudiar.
Su labor ha permitido trazar mapas de alta resolución de varios trechos de la fosa, información que les ayudará a decidir dónde instalar los sensores del primer proyecto que aspira a observar el océano profundo. Estos datos ayudarían a entender mejor los efectos del cambio climático o el origen de los terremotos y tsunamis.
Al regresar al buque, Ullota explicó que la experiencia fue similar a la de una exploración espacial, “fue algo mágico, como descender sobre otro planeta y ver estructuras construidas por otros seres. Imaginé que eran ciudades pequeñitas hechas por gusanos y crustáceos que hacen camino en el sedimento”.