Por Patricio de la Paz
Todas las noches, antes de dormir, el diputado José Antonio Kast reza. Dice que es lo que corresponde a un creyente y que “siempre es mejor dormirse en paz”. Cuando su rezo es a solas, lo hace en silencio. Si lo acompaña su mujer, lo hacen en voz alta.
Cuando para el rezo hay poco tiempo, dice que hace una jaculatoria del estilo “Ángel de la guarda, dulce compañía”. Se la enseñó su madre cuando era niño. Cuando hay más tiempo para el rezo de noche, Kast hace una reflexión personal o una petición. Pide por sus nueve hijos, por sus hermanos, por personas que le han pedido una oración. “Gente que pasa por un mal momento y uno la encomienda”, precisa.
La UDI fue fundada por Jaime Guzmán, pero me sorprendió que la mayor cantidad de fichas que se recolectaron para la reafiliación fueron al alero de la foto de Sebastián Piñera
-¿Le ha pedido a Dios fuerza en su candidatura presidencial?
-Siempre pido paz, que me dé prudencia y tranquilidad. Nunca pediría que se manifieste en un resultado; nunca lo he hecho. Esto no es como la lista del viejo pascuero.
José Antonio Kast (abogado, 51 años) está sentado en la pequeña sala de reuniones de su comando presidencial, que funciona en el séptimo piso de un edificio del centro. Dice que según el último recuento de firmas de apoyo, lleva 43.405. Inscribirá su candidatura el 21 de agosto, fecha tope que da el Servel. Cree que superará las 45 mil firmas, 10 mil más de lo que se exige para una candidatura independiente. Porque esta vez, para la elección de noviembre, irá sin la UDI, el partido en el que militó más de dos décadas y que decidió abandonar en mayo del año pasado.
Yo no soy homofóbico. Son cosas que pueden darse. ¿Le voy a cerrar la puerta? No. Si (un hijo) me dice que se va a casar, feliz que se case, pero yo no seré padrino de su matrimonio
Pero no es la primera vez que Kast va a una elección sin la UDI. Así lo cuenta:
-Para la elección de 1996 me interesó ir de candidato a alcalde por Buin. Ya militaba, pero me desafilié porque teníamos la teoría de que si todos los candidatos de la UDI y RN se desafiliaban, no habría competencia por cantidad de votos: seríamos todos independientes, los partidos no iban a generar tensión y podíamos ganar más alcaldías. Pero RN no creyó en el proyecto y no se desafiliaron. Igual fui como independiente. Fue una desafiliación de acuerdo a un criterio político. Salí electo como independiente y me mantuve así hasta terminar mi cargo de concejal.
Tengo 43 mil firmas, somos muchos. Tenemos más firmas que cualquier partido de derecha
-Volvió a renunciar a la UDI entonces en mayo de 2016. ¿Ha sentido nostalgia?
-No tengo nostalgia. El proceso que me hizo irme sólo se ha profundizado. El manejo de la UDI de tomar decisiones entre cuatro paredes se ha ido acentuando. Cuando militaba, la comisión política funcionaba, había diálogo y debate; en la comisión electoral se contrastaban candidaturas, pero ese proceso interno se ha deteriorado. La UDI fue fundada por Jaime Guzmán, pero me sorprendió que la mayor cantidad de fichas que se recolectaron para la reafiliación fueron al alero de la foto de Sebastián Piñera; eso es legítimo, pero no es lo que yo habría hecho si fuera presidente de la UDI. Cada partido tiene que interpretar lo que fue su origen.
Me arrepiento hasta hoy de haber votado a favor del alza de impuestos. Claramente mi línea no era ésa. Pero por respetar un acuerdo de partido, voté a favor
-¿Qué vio con claridad en el partido que lo hizo dejarlo?
-Lo que terminó gatillando mi salida fue que no se hiciera la elección interna en mayo y que no tomara la presidencia Jaime Bellolio. Estaba Hernán Larraín de presidente, pero la línea de influencia seguía siendo la misma: Joaquín Lavín, Juan Antonio Coloma, Francisco De la Maza, Pablo Longueira, Jovino Novoa. Nada iba a cambiar.
Hicimos supuestamente un buen gobierno, pero perdimos después porque la gente no sólo quiere números, sino también cercanía
-¿Se fue dolido?
-No, porque yo soy una persona tranquila de espíritu. Además fue un proceso. Dos veces competí por la presidencia de la UDI, fui secretario general, traté de hacer los cambios desde dentro. Sigo siendo amigo de diputados de la UDI, alcaldes, concejales.
-¿Quiénes?
-Varios. Javier Macaya, Pepa Hoffmann, Renzo Trisotti, Issa Kort, Ernesto Silva, Romilio Gutiérrez, Javier Hernández… Fui jefe de bancada dos veces, tengo un vínculo.
José Antonio Kast sigue viviendo en Paine, en la misma parcela familiar donde creció. No piensa cambiarse al centro, ni siquiera para los ajetreados días de campaña que vienen. Para eso está su comando. “Esta oficina es de una inmobiliaria de un hermano y me la arrienda. Todo lo he financiado yo y estoy viendo cómo conseguir un crédito. Lograr que el Banco del Estado, tal como lo hizo con Michelle Bachelet, me preste plata. Yo necesito el 10% de lo que le prestaron a Bachelet. A ella le pasaron 3 mil millones de pesos. Yo necesito 300 millones”.
El sistema electoral que teníamos era bueno; él (Piñera) pensaba que era malo. Hoy él piensa qué hacer con los hijos de parejas homosexuales, yo tengo claro que no voy a avanzar
-Marcó independencia de Chile Vamos al no ir a primarias. ¿Es el llanero solitario de la derecha?
-Para nada. Tengo 43 mil firmas, somos muchos. Tenemos más firmas que cualquier partido de derecha. Mucha gente de la UDI me ayudó a conseguir firmas. Mucha gente de RN también. A mí me interesa que la derecha crezca.
-¿Qué costos tuvo salirse de la UDI?
-Ninguno. Nadie me dejó de saludar, ni de contestarme el teléfono.
-¿Cómo siente que lo miran desde Chile Vamos?
-Algunos con sana envidia. Porque ven que yo tengo más libertad para decir las cosas que creo y pienso.
-¿Qué cosas?
-Que me arrepiento hasta hoy de haber votado a favor del alza de impuestos. Claramente mi línea no era ésa. Pero por respetar un acuerdo de partido, voté a favor. También el Transantiago, cuando se insistía en darle recursos. Yo peleé que no había que darle, pero me decían que sí, que después nos tocaría a nosotros en el gobierno. O que hicimos supuestamente un buen gobierno, pero perdimos después porque la gente no sólo quiere números, sino también cercanía.
-Dice que algunos lo miran con sana envidia, ¿y los otros?
-Algunos dirán que soy ambicioso. Pero si fuera por ambición me habría quedado en Chile Vamos. Yo elegí el camino difícil. Algunos me miran feo. Otros piensan mal y no me dicen nada, el típico chaqueteo. Te sonríen, pero cuando están solos hablan mal.
-¿Nunca más habló con Chadwick, Longueira, Novoa?
-No… O sea, con Novoa me encuentro un par de veces al año por la Fundación Jaime Guzmán; sigo siendo director, un director disidente, digamos. Nos encontramos amablemente y conversamos. También me he encontrado con Pablo Longueira.
-¿Son relaciones cordiales?
-Sí, pero no hablamos de política.
-¿Cordiales y sinceras, o sólo cordiales?
- Con Pablo Longueira y Jovino Novoa siempre han sido cordiales y sinceras. Con Andrés Chadwick son cordiales.
"No soy homofóbico"
La mujer de José Antonio Kast se llama Pía Adriasola y es clave para el candidato. Le inventa los jingles, le corta el pelo y lo relaja: siempre se dejan un día a la semana, que llaman “de pololeo”, para salir solos. Después de que la candidatura se inscriba, irá más allá: está planificado que haga trabajo territorial por Chile.
-¿Ella milita?
-Creo que también fue militante UDI…
-¿Renunció también o tiene una militante UDI puertas adentro?
-No… tiene que haber renunciado. No sé si antes que yo. Es que nunca ha sido un tema. Siempre decíamos que la UDI era más que una ficha de militante, era una convicción política. Mi señora nunca fue una militante activa.
-Es ferviente defensor del matrimonio. Entre hombre y mujer, claro. ¿Cómo tomaría que uno de sus nueve hijos no quisiera casarse?
-Creo en la libertad de las personas. En lo personal, uno diría que me habría encantado que se casara. Pero no decido por mis hijos.
-¿Lo desvela la posibilidad de que uno de sus hijos pueda ser homosexual?
-Es parte de la vida.
-¿Lo tomaría con esa tranquilidad?
-Yo no soy homofóbico. Son cosas que pueden darse. ¿Le voy a cerrar la puerta? No. Si me dice que se va a casar, feliz que se case, pero yo no seré padrino de su matrimonio. Es legítima también mi libertad. Es la libertad de él y la mía.
-¿Se siente el guardián de la derecha pura y dura: la familia, la propiedad privada, el Estado reducido, romper con Cuba y Venezuela?
-Creo que eso es una caricatura. Al final soy una persona con sensibilidad social, a mí sí me afecta el tema del transporte público, la salud pública. Digo romper relaciones con Venezuela, porque hay que aislar a Maduro. Cuba acoge a los terroristas que mataron a Jaime Guzmán.
-Es de los que sigue hablando de gobierno militar y no de dictadura
-Sí. No voy a renegar de un gobierno completo. El gobierno militar no es solo violación a los derechos humanos
-Pero sí habla de dictadura gay. Parece un poco desproporcionado.
-Es una manera de decir algo fuerte para que la gente reaccione. Veo un lobby y una imposición de una manera de mirar de una minoría sobre una mayoría. Y eso para mí es una dictadura. Eso hace Rolando Jiménez y el Movilh. Empiezan a arrinconar a ciertas autoridades, están en todas las reuniones y la gente se rinde a ellos. Es lo que pasó con Joaquín Lavín. Un miembro de un movimiento religioso, de misa diaria, ahora defiende la adopción homoparental. No me calza. La vida privada debe reflejarse en la vida pública.
-¿Quiénes son sus adversarios políticos hoy?
-Soy un tipo que nunca le he levantado la mano a nadie.
-Pero las presidenciales son una batalla
-Sí, pero una batalla de ideas.
-Bueno, en el mundo de las ideas, ¿quienes son sus adversarios?
-Beatriz Sánchez, Alejandro Guillier, Marco Enríquez-Ominami, Carolina Goic.
-¿Piñera también?
-Es que… Tenemos coincidencias. Pero somos distintos. Yo no tengo dudas que el sistema electoral que teníamos era bueno; él pensaba que era malo. Hoy él está pensando qué va a hacer con los hijos de parejas homosexuales, yo tengo claro que no voy a avanzar. El trató de arreglar el Transantiago; yo creo que no tiene arreglo. Pero no lo pongo al nivel de Beatriz Sánchez, porque también cree en una sociedad libre, en la economía social de mercado.
-El pastor Soto apareció con una bandera de su candidatura en TV. ¿Esa imagen lo hizo sentir bien?
-No. Yo me tomé un café con él antes de ese programa. No le regalé la bandera. Lo respeto como persona, pero le hice presente que no compartía su estilo de hacer política, porque no ayuda.
-¿Votantes así de polémicos encuentran un lugar en su propuesta?
-O sea yo no lo pondría de vocero de gobierno. Bueno, Francisco Vidal es parecido al pastor Soto. Es el pastor Soto de la Bachelet.
Kast dice que él da espacio a distintos grupos. Caben desde los militares hasta el mundo cristiano.
-Por mí vota hasta gente de izquierda- dice.
-¿Sí?
-Sí. Tengo amigos de izquierda. Y votan también muchas personas del mundo homosexual. Porque tengo un vínculo con ellos distinto que otros políticos que se dicen abiertos a la diversidad y en privado hablan pestes. Yo jamás. Entonces muchos de ellos van a votar por mí porque saben que soy una persona correcta.
-¿Lo harán? Votó en contra del AVP y no apoya el matrimonio igualitario
-Es que muchos de ellos no aspiran a eso. ¿Cuántos de ellos han usado en AVP? Muy pocos. Rolando Jiménez es un activista, pero el mundo homosexual no es activista como él. Yo nunca he sido descalificador con el mundo homosexual.
-Esta semana se votó el proyecto de ley de aborto en tres causales. La Cámara lo pasó a comisión mixta. Usted debe ver negro el panorama.
-Vamos a ir al Tribunal Constitucional. Se puede ganar o perder. Si se llega a aprobar, ya tengo redactado el proyecto de ley para derogar la ley de aborto. Lo voy a ir a dejar a una notaría, protocolizado. Si salgo presidente, ése será el primer proyecto de ley que voy a mandar.