Garretón: El Frente Amplio "puede incluso llegar al gobierno, pero sería un gran despelote"
Por Juan Cristóbal Villalobos
Para Oscar Guillermo Garretón, el principal desafío del Frente Amplio es dejar de ser una fuerza contestataria. Y de movimientos emergentes en la política nacional, el hoy empresario sabe.
Quien fuera el líder de la facción más izquierdista del Mapu y hoy figura histórica concertacionista, sostiene que el FA no tiene nada que ver con la Nueva Mayoría, y que el bloque oficialista fue "una coalición ensimismada. No le importó que la gente entendiera o no las reformas. Quiso hacerlas y que después los chilenos simplemente las aceptaran. No le dio ningún valor a la representación social, fue la antítesis de la Concertación. Por eso fracasó”.
-¿El gobierno también fracasó?
-Se equivocó al asociar la figura de la Presidenta Bachelet a la votación de Alejandro Guillier y al sumar toda la votación de la izquierda en primera vuelta e interpretar eso como un apoyo a las reformas. De hecho, desde la izquierda, el 20% no las quería y, por la derecha, el 36%, tampoco. Es decir, el 56% las rechazó.
El gran error de Alejandro Guillier fue prometer la continuidad de las reformas; la gente buscaba otra cosa. Eso le dio espacio a Piñera para proponer las verdaderas “reformas ciudadanas”.
-O sea, la derrota no fue solo electoral sino que también ideológica.
-Una cosa son las reformas que la gente quería y sigue queriendo, y otras, las que propuso el gobierno y que los chilenos rechazaron. Hubiera sido pésimo para Piñera decir que no quería cambios.
-¿Cuáles son esas “reformas ciudadanas”?
-De todas maneras la educacional, pero cuando se atacó a los colegios subvencionados el movimiento por los cambios se dividió entre los dirigentes estudiantiles más radicalizados y las familias.
La reforma educacional debe comenzar en la educación primaria. Ahí el gobierno de Piñera tiene un gran espacio.
-¿La reforma tributaria también fue mal hecha?
-No conozco a nadie que se opusiera frontalmente. Incluso los empresarios estaban resignados. Pero eso es muy distinto a estar de acuerdo con la reforma del gobierno, que significó un desplome en las inversiones y un impacto negativo en el empleo, aunque se dijo que la reforma tributaria afectaría al 1% de los más ricos. Eso después lo repitió Guillier y era falso. Finalmente, esto fue clave en el resultado electoral porque la gente pensaba que con Piñera habría más empleo.
-¿También es crítico de la reforma a la Constitución?
-La Constitución se ha reformado muchas veces, por lo que no se puede decir que es la misma del 80’ ni que es ilegítima. En Chile ha habido democracia y lo que vino después de Pinochet no fue una manga de continuadores de la dictadura. Cuando cuestionas la Constitución estás poniendo en duda toda la institucionalidad del país. Y eso es muy grave.
-Estas críticas son las mismas que hace el piñerismo.
-Perdón, pero los piñeristas fueron lo que me encarcelaron y exiliaron. Ellos no estaban precisamente por la democracia ni por la tolerancia, sino que dieron el golpe. Si ahora se convencen de que tienen que hacer las reformas a las que antes se opusieron, me parece estupendo.
-¿La derecha podría proyectarse en el poder más allá de Piñera?
-Si se hace un gobierno de centro reformista, perfectamente puede gobernar por más de cuatro años. Quien finalmente gane será el que capture, desde la izquierda o la derecha, al centro social.
“El Frente Amplio no cree en la economía de mercado”
-¿Cómo ve a la centro izquierda?
-Con un gran signo de interrogación. La única verdadera alianza de centro izquierda que ha existido en Chile es la Concertación, ya que tenía un proyecto transversal. La Nueva Mayoría es solo una unión de partidos de izquierda y de centro, sin ideas en común. Por eso la Nueva Mayoría fue detractora de la Concertación.
El gran problema fue que, tras el triunfo de Piñera el 2010, no se hizo una reflexión profunda de la derrota y simplemente se cerró filas en torno a Bachelet. ¡Si ni siquiera leyeron el programa!
-¿Fue un error formar la Nueva Mayoría?
-Sí. El no tener un proyecto en común hizo que el gobierno estuviera marcado por los imprevistos, por no hacer bien las cosas y por profundas discrepancias, con el agravante de que los que dominaron la NM fueron los “autoflagelantes” y el Partido Comunista. El PC tenía un problema irresoluble con la Concertación: los éxitos de ésta eran el testimonio vivo y brutal del fracaso de los comunistas durante la transición, por lo que era obvio que tratarían de terminar con sus políticas. La retroexcavadora significó demoler lo logrado por la Concertación.
-¿El gobierno de Bachelet fue un fracaso?
-Yo a estas alturas prefiero mirar al futuro…
-¿Fue un mal gobierno?
-Si me atengo a lo que opina la mayoría de los chilenos, tendría que llegar a esa conclusión.
-¿Cómo lo ha hecho el Frente Amplio?
-El FA es muy precario, pero no porque no tenga votos, sino porque, al igual que la Nueva Mayoría, están unidos por lo que no les gusta, pero no por un proyecto en común. Pueden incluso llegar al gobierno pero sería un gran despelote. El gran desafío del FA es dejar de ser una fuerza contestataria.
-¿Ve la centro izquierda aliada con el FA?
-No tienen nada que ver. La valoración de la democracia del FA es muy distinta, no creen en la economía de mercado y tienen una visión muy radical de los cambios. Sin embargo, es muy seductor para muchos y si el FA se convierte en el gran polo de atracción, parte de la izquierda se deslizará hacia allá.
Si se produce una alianza con el FA, la derecha tendrá una oportunidad única: cambiar la preponderancia de la centro izquierda por la de la centro derecha en la sociedad chilena. Pueden apoderarse del centro, puesto que la DC está en una crisis muy profunda. La derecha llegó al gobierno porque se quedó con el voto de la gente que quiere cambios, pero no parecerse a Cuba ni que le “metan la mano a los bolsillos a los ricos”, porque terminan metiéndole la mano a ellos también, como sucedió con la Reforma Tributaria.
Si la izquierda se izquierdiza más, que es lo que está pasando, le deja todo el resto de la cancha a la derecha, la que podría convertirse en un una centro derecha de verdad. La izquierda no tiene una propuesta clara para ese mundo y sin ese centro no le veo mucho futuro.
-¿Coincide entonces con Heraldo Muñoz en el sentido de que es “prioritario recomponer una relación PPD, PS, PR y DC, y reflexionar sobre el vínculo con el PC”?
-Tiene mucha lógica porque es más fácil acercarse con esos partidos al centro de clase media, moderado y reformista que con el PC. Sin embargo, eso no se logra solo con la unión de partidos si no que haciendo lo que no se ha hecho: entendiendo lo que realmente quiere la gente y agrupándose en torno a un lógica política común, que es lo que tuvo la Concertación y que va más allá que de un programa de gobierno.
-¿El Partido Socialista tiene que hacerse una autocrítica más profunda por la derrota?
-Sí, pero no se puede centrar en una figura sino que tiene que hacerla toda su dirigencia. Cuando hay nueve puntos de diferencia con la derecha, no es correcto echarle la culpa a Juan Enrique Forch o incluso a Alejandro Guillier. Este proceso todavía no comienza porque estamos como esos boxeadores a los que les pegan un knock out, pero que siguen parados y tirando las manos, sin mucha conciencia de que ya están fuera de combate.
Además, el mundo del PS-PPD es muy vulnerable en lo ideológico, porque perdió su intelectualidad. Sus pensadores están en las fronteras de esos partidos: por la izquierda están gente como Tomás Moulian o Fernando Atria….
-¿Y usted estaría en la frontera derecha?
-Me podrías poner a mí y a personas como José Joaquín Brunner.
-¿Era preferible perder con Ricardo Lagos que con Guillier?
-Mucho mejor. Si Lagos hubiera sido candidato, la Nueva Mayoría se hubiera quedado con ideas país y con proyectos de futuro. Al perder con Guillier, nos quedamos sin nada.