Por Juan Cristóbal Villalobos
“Desde que ganó, a Piñera se lo ha comido la ansiedad, probablemente estuvo muy nervioso la semana antes de la elección y pensó que perdería”, dispara con ironía el vicepresidente del Partido Socialista, Camilo Escalona. Mientras se recupera de su amarga derrota por volver al Senado y a la primera línea de la política, el ex parlamentario critica sin filtro a la Nueva Mayoría y da su receta de cómo debería rearticularse la oposición.
-¿En que se nota la “ansiedad” del Presidente electo?
-Los encuentros que tuvo con los ministros estuvieron totalmente de más. El saludo del candidato perdedor y el desayuno con la Presidenta eran suficientes. La tradición es que los ministros entrantes se reúnan con los salientes, pero el exhibicionismo que hemos visto en estos días le hace mal a la democracia y aleja a la gente de la política.
-¿Por qué?
-La sociedad está muy perspicaz y sospecha que la política es simplemente una farsa, que todos son amigos y que las peleas son artificiales e incluso inventadas. Lo que hizo Piñera solo alimenta la sensación de que la campaña presidencial no tuvo mucho valor y que todo seguirá igual.
-Bachelet visó esos encuentros.
-Hay responsabilidad compartida porque la Presidenta lo autorizó y a Piñera le encantó. Además, se llegó a extremos como los del ministro Nicolás Eyzaguirre, que siempre es exagerado y dice más que sus jefes. Él salió casi co-gobernando con Piñera y opinando de lo que hará una administración de la que él será oposición. Eso me pareció totalmente fuera de lugar.
Debemos entender que pasamos a la oposición y que no hay espacios para acomodos. Esto no significa negarle el “sal y el agua” ni hacer amenazas absurdas, pero no me parece que haya gente que quiera quedarse en sus cargos diciendo que sus responsabilidades son “técnicas”.
Debemos entender que pasamos a la oposición y que no hay espacios para acomodos
-¿Cómo quiénes?
-No voy dar nombres, pero no me refiero a cargos en el gabinete.
-¿Esta “ansiedad” tendrá costos para Piñera también?
-Sí, porque da la imagen de que su gobierno será extremadamente personalista, lo que es peligroso y muy ineficiente a la hora de manejar un Estado crecientemente más complejo. Si los ministros no están debidamente empoderados, fracasan, como le pasó a Jorge Burgos.
-¿No cree cuando se dice que Piñera ha cambiado?
-(Risas) No, no, no. Él puede modificar algo su estilo, pero no su forma de gobernar. Lo que ha transmitido es que está peor que antes, ya que vive preocupado de detalles técnicos de una diversidad de carteras que es imposible manejar. Eso de que ha cambiado es la imagen que se pretende proyectar.
“El verbalismo disruptivo ayudó a la derecha”
-¿Cree que el futuro gobierno se acercará al centro?
-Eso hay que verlo… José Antonio Kast y Manuel José Ossandón serán muy influyentes porque fueron clave en la segunda vuelta. Sí creo que está vez Piñera será más cuidadoso y controlará su impulsividad, especialmente frente al orden público. Me imagino que habrán aprendido la lección y no privilegiarán tanto el uso de la fuerza pública para enfrentar a los movimientos sociales.
-¿Cree que se impulsará una agenda valórica más conservadora?
-Las fuerzas conservadoras son muy potentes en la derecha. José Antonio Kast, por ejemplo, representa el integrismo religioso e influenciará en los temas valóricos. Piñera será tolerante con ese integrismo fanático, de lo contrario pierde a la derecha de Kast.
-¿Intentarán revertir leyes como la del aborto?
-No tienen los votos, pero eso no significa que no lo quisieran hacer.
-¿Cree que será un gobierno dialogante?
-No les queda otra. Como no contarán con mayoría parlamentaria, tendrán que negociar. Habrá diálogo político de todas maneras, la realidad institucional así lo va a imponer. Y los que en la oposición no entiendan eso, competerán un gran error.
Los chilenos no quieren aventuras y eso explica que en la segunda vuelta se movilizaron 300 mil votos extra para Piñera
-¿Qué rol debe jugar el Partido Socialista?
-Promover el entendimiento con toda la oposición, desde la Democracia Cristiana al Frente Amplio, lo cual no significa necesariamente crear una nueva estructura formal. Si queremos ser mayoría el 2021, no hay otra opción que la unidad sin exclusiones. Para lograrlo no se puede estigmatizar a la DC ni hacer caricaturas del FA. Espero que eso ocurra, aunque no meto las manos al fuego, porque me las puedo quemar.
-¿Está pensando en una alianza electoral?
-Más bien en una solución intermedia: un arco político de defensa de los derechos sociales. Que exista unidad entre los que están por mantener la gratuidad de la educación, evitar retrocesos en lo valórico, profundizar las modernizaciones, etc.
-¿La dirigencia del PS quedó debilitada luego de la derrota de Alejandro Guillier? Álvaro Elizalde fue jefe de campaña en la segunda vuelta.
-Él no tenía más alternativa. ¿Cómo iba a rechazar la propuesta del candidato? Los costos siempre existen pero eso no lo invalida para dirigir el PS.
-Mahmud Aleuy dijo que "hacerse el tonto cuando uno es derrotado o buscar terceros culpables es infantil".
-No sé a quién se refiere específicamente, pero si habla del PS, yo digo lo contrario no más... Somos un partido laico, sin vacas sagradas ni gurús y cada opinión pesa lo mismo.
-¿Cuáles fueron los errores de la campaña presidencial?
-Pensar que el país estaba más a la izquierda de lo que realmente está, perdiendo la mayoría que necesitábamos para ganar. Se quiso transmitir que todo partía de cero y despreciaron los avances políticos y sociales logrados por la Concertación. Los que representábamos la defensa de ese legado, fuimos desplazados y el resultado fue el triunfo de la derecha.
-¿El comando aisló a Guillier?
-Se cometió un abuso porque el candidato nos pertenecía a todos y se pretendió que fuera propiedad de una elite de iluminados. Y los que no estaban de acuerdo no tenían espacio.
No se entendió que la elección sería un enfrentamiento a dos bandas, lo que facilitó la estrategia del adversario. Piñera entró en nuestro mundo y nosotros no en el suyo. A esto se sumó el susto de muchos por los excesos retóricos de nuestro candidato. El verbalismo disruptivo ayudó a la derecha. Además, se menospreció a nivel de negligencia el impacto de “Chilezuela”. Los chilenos no quieren aventuras y eso explica que en la segunda vuelta se movilizaron 300 mil votos extra para Piñera.
-¿Piñera interpretó mejor al Chile de hoy?
-No, su mérito es ser una máquina de poder muy eficiente. Más que ganar la elección, la perdió nuestro candidato. El triunfo de la derecha fue el resultado de la desvaloración que hizo la Nueva Mayoría de nuestra alianza estratégica. Algunos buscaban sacar al PC y otros a la DC. Unos pretendían ir más rápido de lo que se podía, mientras otros no querían avanzar nada. Se generaron tensiones al interior de la Nueva Mayoría que nunca se resolvieron. Todo eso fue fatal y, obviamente, se reflejó en lo electoral.
-¿La Nueva Mayoría como proyecto político fue un fracaso?
-Nunca tuvo sustancia política. Contar un programa de gobierno no era suficiente, porque son muy interpretables. Yo, por ejemplo, siempre pensé que la reforma educacional debía empezar por la educación pública y no por la particular subvencionada, pero Nicolás Eyzaguirre y Miguel Crispi, representante de Revolución Democrática que se apoderó del Ministerio de Educación, se enceguecieron. No hubo espacio de diálogo porque se creían dueños de la verdad absoluta. La Nueva Mayoría y el gobierno no fueron capaces de proyectarse porque hubo mucha intolerancia a las opiniones que no eran copia fiel de la visión oficial.
-¿En eso tuvo responsabilidad Bachelet?
-No es mi ánimo ponerme en contra de la Presidenta.