Por Juan Diego Montalva
Al llegar, a fines de la tarde, a la casa de Hernán Felipe Errázuriz, el ex canciller de Augusto Pinochet está de cabeza en su computador terminando un largo documento. “Trato de aportar con lo que he visto en mis años dedicados a lo público y lo privado”, dice. Sin entrar en detalle del contenido del documento, se para de su silla con su característico cigarro para comenzar a hablar del tema que siempre lo ha convocado, las relaciones internacionales y la coyuntura mundial, antes como embajador, canciller y, ahora, como presidente del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales.
El tema es la crisis de Venezuela tras las cuestionadas elecciones de la Asamblea Constituyente del domingo pasado y los posibles escenarios que enfrenta el país con la mayor reserva de petróleo del mundo. Respecto del rol del presidente estadounidense, Donald Trump, es taxativo: “De las pocas cosas sensatas que le he visto a Trump es su posición con Venezuela, hasta ahora”.
El gobierno chileno ha ido cambiando, primero fue muy tolerante, hasta incluso indiferente. No sé si fue por amor, temor o porque creía que con Maduro es posible el diálogo
-¿Cómo ha considerado la reacción de Chile frente a lo que pasa en Venezuela?
El gobierno chileno ha ido cambiando, primero fue muy tolerante, hasta incluso indiferente. No sé si fue por amor, temor o porque creía que con Maduro es posible el diálogo. Finalmente, tomó partido porque no puede quedarse al margen, aislado. El mundo está reaccionando de manera mucho más activa frente a lo que está pasando en Venezuela: retira embajadores, corta relaciones, desconoce la elección de la Asamblea Constituyente y aplica sanciones de prohibiciones de ingreso y embargos a los dirigentes del oficialismo venezolano.
-¿Por qué el cambio de Chile?
Lentamente, Chile ha ido sintonizando con el mundo, ha defendido a los chilenos que han sido detenidos y a jueces que están perseguidos, ha hecho un punto muy firme con eso. El problema es que la presión internacional parece que no es suficiente.
La pregunta es quién se va a cansar primero. Los que protestan o el gobierno de Nicolás Maduro y hasta cuándo las Fuerzas Armadas lo seguirán apoyando
-¿Qué está pasando?
La pregunta es quién se va a cansar primero. Los que protestan o el gobierno de Nicolás Maduro y hasta cuándo las Fuerzas Armadas lo seguirán apoyando. El diálogo ya no es posible bajo la presión en espiral y violenta de Maduro. Pareciera que el gobierno chileno tenía la esperanza de que puede contribuir y que es posible el diálogo. Eso no es posible, las posiciones están extremadamente polarizadas.
Lo que se está viviendo Venezuela es el umbral de una guerra civil y una crisis humanitaria provocada por la codicia de Maduro
-¿No le sorprende que Bachelet hoy día asuma esta posición más crítica?
Me sorprende, porque cuando vino a Chile Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López (opositor al régimen venezolano encarcelado) y cuando vino Enrique Capriles a denunciar los excesos que ahora se critican, la Presidenta no quiso recibirlos.
-¿A qué se debería este cambio?
No puede Chile quedarse aislado del resto del mundo. Los apoyos de Maduro se han reducido a la insignificancia, encabezados por Evo Morales, Raúl Castro y algo de Nicaragua, otro régimen familiar; de los Ortega, que cada día se parece más al de Somoza. Están también los países caribeños, que como Cuba, reciben los subsidios del petróleo venezolano. Ya no están los Kirchner, Lula ni Dilma. Pero mayoritariamente el resto está muy firme. Incluso han cambiado aliados tradicionales como Rusia y China, hoy día, son bastante más tibios, no aparecen por ninguna parte. Habrá que ver qué pasa el martes en la reunión de cancilleres en Lima.
No puede Chile quedarse aislado del resto del mundo. Los apoyos de Maduro se han reducido a la insignificancia, encabezados por Evo Morales, Raúl Castro y algo de Nicaragua
-¿Heraldo Muñoz aparece como un posible articulador?
El ministro de Relaciones Exteriores es constitucionalmente el asesor internacional de la Presidenta y transmite su posición, que es más dura que antes. Lo hace en sintonía con las democracias de América Latina.
-¿Chile puede tener un rol importante en esta crisis?
Algunos piensan eso, pero yo no veo ninguna posibilidad. Lo descarto completamente.
-¿Completamente?
Completamente. Hemos visto posiciones mucho más amistosas, como la del ex presidente español José Luís Rodríguez Zapatero, que se ha prestado para esta farsa desde hace más de un año. No ha logrado nada para descomprimir. El Papa Francisco también fracasó y eso que su Secretario de Estado fue antes Nuncio en Caracas. Hoy pide suspender la instalación de la Asamblea Constituyente. Creo que tratar de reservarse para intermediar el diálogo es inútil y favorece a Maduro.
-¿Usted cree que Heraldo Muñoz está jugando el rol de bisagra entre la oposición y el oficialismo?
Heraldo Muñoz tiene una formación de diálogo.
-¿Por qué dice que es una “formación”?
La de la diplomacia. Pero en este caso es inaplicable. Lo que se está viviendo Venezuela es el umbral de una guerra civil y una crisis humanitaria provocada por la codicia de Maduro de aferrase indefinidamente al poder e imponer su ideología del socialismo del siglo 21 a lo que dé lugar. Es lamentable que no se hagan cargo de eso los organismos internacionales.
-¿Pero la Organización de Estados Americanos a través de su secretario general, Luis Almagro, ha sido muy crítica respecto al régimen de Maduro?
Almagro ha hecho un esfuerzo gigantesco, transformándose en el principal articulador de la presión internacional y regional. Pero no ha logrado gran cosa, porque al final no contamos con los dos tercios en la OEA. Están países muy pequeños de la zona del Caribe que inclinan la balanza.
-Pero el protagonismo de Almagro en la crisis de Venezuela ha sido muy distinto a la del chileno José Miguel Insulza.
Muy distinto. Son épocas muy diferentes. La presión ha ido creciendo. No hay duda de que José Miguel Insulza fue tolerante y no logró nada. Esa tolerancia fue lo que lo distanció de la oposición venezolana, del Departamento de Estado en épocas de Barack Obama y de su capacidad de mediar.
No hay duda de que José Miguel Insulza fue tolerante y no logró nada. Esa tolerancia fue lo que lo distanció de la oposición venezolana
-¿Almagro ha estado mejor?
Almagro es un articulador, un denunciante, que con fundamentos entrega su posición. Su informe es sólido, bien preparado, lo presentó en diciembre, lo ha actualizado varias veces. Almagro proporcionó los fundamentos para la reacción más generalizada y dura de América Latina.
-¿Por qué la izquierda chilena es tan recatada con el caso venezolano? ¿Será el temor a aparecer incitando un golpe de Estado?
La izquierda chilena también se ha distanciado porque el régimen de Maduro es un desprestigio para el socialismo. No es el golpe de Estado o el auto golpe la fórmula de salida. Nos olvidamos de un protagonista que no aparece tan públicamente, que es Cuba: controla los aparatos de seguridad del Estado, apoya a las fuerzas armadas, sus decenas de miles médicos y profesores están repartidos por toda Venezuela. Las empresas intervenidas las manejan oficiales del Ejército, asesoradas por cubanos.
-¿Con el fin de enriquecerse, están coaptados por los civiles o por ideología?
La gran mayoría de los militares no están vinculados al narcotráfico, ni a la corrupción, no detentan altos cargos políticos ni en las empresas. Es muy probable que estén disconformes, sin privilegios y que asuman los costos de enfrentar en la calle a los opositores. Es posible que, en algún momento dejen de respaldar al régimen, no porque sean opositores o respondan a la presión internacional.
-¿Qué se va a producir naturalmente? ¿Un golpe de Estado?
Hay muchas fórmulas. La más sencilla es que el señor Maduro renuncie, se vaya a Cuba, y se llame a elecciones. Ojalá. Hay otra fórmula, las sillas musicales, primero Chávez, luego Maduro y luego otro militar de su línea. Son más de mil los generales venezolanos y están los Diosdado Cabello, Tarek Assis, el yerno de Chávez, hoy Canciller y muchos más. Que Maduro se eternice es improbable.
-¿Qué opina respecto a que el Partido Comunista chileno, uno de los miembros de la coalición gobernante, apoye y critique la injerencia de países extranjeros en la crisis venezolana?
No es novedad que la Nueva Mayoría esté en crisis. No es el primer disidente de la Nueva Mayoría. Estamos al final del gobierno y es evidente que hubo actores financiados por el chavismo, aunque nunca fue detectado oficialmente. En el diario del PC, El Siglo, se publicaban avisos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). El senador Alejandro Navarro (MAS) fue el único que lo defendió, hasta ahora, que apareció el partido comunista. Esto deja en evidencia que el gobierno de Venezuela es marxista. Guillier ha mantenido silencio.
-¿Está de acuerdo con las sanciones que implementó esta semana el gobierno estadounidense de Donald Trump?
De las pocas cosas sensatas que le he visto a Trump es su posición con Venezuela. Es casi un intervalo lúcido, porque no ha querido entrar a un bloqueo, como hizo Estados Unidos con Cuba. Ha optado por impedir el ingreso de personas importantes y congelarles sus fondos. Si es que quedan activos del gobierno venezolano, en vez de congelarlos mejor sería entregar su disposición a la Asamblea Nacional.
-¿No hay que tomar medidas extremas?
Me parece adecuado que Estados Unidos no tome medidas extremas y que vaya detrás de los países de la región y no en la vanguardia. Embargar el petroleó sería inútil: el petróleo es fungible, se vendería igual en Asia, con costos de dos dólares por transporte del barril que ha subido cinco dólares últimamente. Y hay que decir que Estados Unidos estuvo mal en la última reunión de la OEA.
-¿Por qué?
Primero, porque no fue Rex Tillerson, el Secretario de Estado, como es habitual y se esperaba, a la Asamblea General de la OEA. Si hubiese asistido probablemente varios estados del Caribe, como Dominica, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, Saint Kits y Neves, Saint Vincent y Granadinas y Grenada, algunos con menos de cien mil habitantes, que necesitan sobrevivir con las ayudas petroleras de Maduro, habrían cambiado de opinión, con una mínima y más legítima ayuda de Estados Unidos.
-Usted fue ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Augusto Pinochet que enfrentó numerosas restricciones y medidas de castigo internacional ¿Son efectivas estas medidas internacionales?
Sanciones económicas internacionales no recibimos durante el gobierno del Presidente Pinochet. Por el contrario, recibimos financiamientos sin problemas de los organismos internacionales como el BID, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional. Hasta negociamos nuestras deudas, contraídas por Allende con la Unión Soviética y llegamos a acuerdos con el Club de París, donde confluyen los gobiernos europeos y los Estados Unidos. Ampliamos el comercio al Asia Pacifico y comerciamos con todos los países, más que nunca. En todo caso, por lo demás siempre he sido contrario al bloqueo de Cuba: el comercio debe ser libre y sin interferencias políticas porque muchas de estas medidas afectan a inocentes, gente que no tiene nada que ver con el conflicto. Finalmente esas medidas terminan siendo inútiles y crean unidad y solidaridad nacional en torno al gobernante. Así ha sido por más de 50 años en Cuba y por décadas en Irán.
-¿Ni siquiera con la Enmienda Kennedy?
Nunca hubo un embargo y la enmienda Kennedy para repuestos y compras bélicas tenía alternativas y finalmente se flexibilizó durante los gobiernos de Ronald Reagan. En el caso de Venezuela, no ocurre lo mismo, las reservas internacionales son menos de diez mil millones de dólares, lo que es absolutamente la nada. Es como cuando estuvimos con Salvador Allende, en que las importaciones daban para financiar las importaciones de alimentos y medicamentos para unos pocos días. La situación es muy complicada.
-¿Qué va a pasar con Venezuela?
Estados Unidos debe estar mirando con atención. En algún momento va a haber una transición y pienso que lo van a hacer los militares.
-¿Está pensando en el general Vladimir Padrino?
No, estoy pensando en otros militares. Es impensable que, en medio de toda esta crisis o polarización y violencia, surja un dialogo que va a solucionar esto. Lo ha intentado el Papa, ex presidentes y no ha resultado.
-¿Se suicida Maduro? ¿Es posible un desenlace como el chileno del 73?
No creo. Sería lamentable.
-Pero en Chile pasó eso
A Maduro, entiendo, le tienen negociada su salida a Cuba.
-¿Es público?
Se sabe, no sé si públicamente. Pero se resistirá hasta el final. Por lo demás, lo de Venezuela no va a terminar en un golpe.
-¿Cómo?
En Venezuela son los militares los que están gobernando. Este es un gobierno militar, no cabe ninguna duda. Hoy, los que tienen el control son las Fuerzas Armadas. Es un modelo cubano.
-¿Un modelo cubano?
Este es un caso muy interesante, que los americanos deben estar mirando con mucho interés porque es lo que puede pasar en Cuba. No va a haber una entrega del poder a la autoridad civil de un día para otro, va a haber una transición entre militares. No creo que el que remplace a Maduro tenga un apoyo mayoritario, esto está muy polarizado.
-¿Maduro podría servir como ejemplo de la transición cubana?
Claramente. Los americanos deben estar mirándolo con mucho cuidado el caso venezolano, porque es una situación algo parecida a Cuba. Pobreza y una emigración creciente. Hasta en Chile son miles los venezolanos que llegan en busca de nuevos horizontes, mucho profesionales y altamente capacitados.