El segundo piso de Guillier que irrita al oficialismo
“¡Manda de una vez la agenda de Guillier!”, escucha todas las semanas Enrique Soler (PPD), jefe de gabinete del candidato presidencial oficialista, desde el comando liderado por el secretario general del Partido Radical, Osvaldo Correa.
Soler siempre se demora en compartir las actividades legislativas del senador. Y cuando las envía, sólo detalla el programa de uno o dos días. Nunca entrega la semana completa.
El problema es que, sin su agenda, ni Correa, ni los partidos que lo apoyan, ni los parlamentarios comprometidos con la campaña, pueden organizar actividades en terreno o planificar con calma una estrategia de coyuntura para el candidato.
Las peleas por la agenda – y en consecuencia, los roces entre Correa y Soler- han llegado a tal punto, que el propio Guillier ha tenido que interceder con el asesor PPD para que mejore la coordinación. “Pero no podemos estar todos los días reclamándole al candidato por cualquier cosa”, se queja un miembro del comando.
Lo anterior es sólo un ejemplo de las decenas de problemas que la Nueva Mayoría dice tener con Soler y con el círculo más íntimo del candidato.
(Enrique Soler)
El gran reclamo es que no trabajan con los partidos, no escuchan propuestas, ni informan los pasos del senador. Y la molestia sólo se agravó esta semana, cuando un reportaje de Radio Bío- Bío reveló que el parlamentario costeó con asignaciones parlamentarias informes copiados de la página web del Congreso.
“Soler lo sabía hace 25 días y no fue capaz de avisarnos para adelantarnos a esta crisis”, fustigaron en el PR, al ver que el caso puso en tela de juicio la transparencia del legislador, y que se convirtió en un escándalo que encabezó titulares de diarios, noticieros de televisión y que, una vez más, empantanó el despliegue de la campaña presidencial.
‘El estilo Bachelet’
Soler es sólo uno de los colaboradores del círculo más íntimo de Guillier, grupo que los partidos resienten con fuerza. En realidad, lo que molesta en las cúpulas partidarias es que sean los amigos “personales” del senador quienes influyan en él, más que las figuras con experiencia en campaña.
Es algo que algunos denominan como ‘el estilo Bachelet’, en alusión a la personalidad –para muchos- hermética de la Presidenta, quien en sus dos gobiernos conformó su ‘segundo piso’ con estrechos grupos laborales con los que tiene una relación personal.
Soler es amigo de Guillier, tal como lo es el ex ministro Sergio Bitar (PPD), quien lo recomendó para el cargo tras la salida del ex asesor Juan Carlos Soto.
Desde su función como jefe de gabinete, Soler ha transmitido que, además, encabeza un grupo más reservado que rodea al candidato, compuesto por Juan Enrique Forch –publicista y experto electoral- y Harold Correa (PPD) –ex jefe de gabinete de Nicolás Eyzaguirrre en el Ministerio de Educación, y uno de los asesores más influyentes de La Moneda durante el primer año de este gobierno.
En el caso de Forch, con Guillier son amigos desde los años 90 y ha colaborado con el legislador incluso en su campaña al Senado. Y respecto de Harold Correa, con el candidato se conocen desde inicios del 2000, cuando el abogado fue jefe de gabinete de Bitar mientras este se desempeñó como ministro de Educación en el gobierno de Ricardo Lagos.
(Harold Correa, al centro)
En esa oportunidad, el periodista colaboró con una campaña sobre el sistema escolar público. Según ha transmitido el propio Correa, desde ahí que jamás perdieron el contacto.
Por estos días, el otrora brazo derecho del ex ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, volvió a ser criticado entre los partidos luego de que se supiera que la dirección de la empresa Beltrán y Asociados Spa, -a nombre abogado Omar Beltrán, quien realizó los informes cuestionados a Guillier-, pertenece a la oficina de abogados de Correa.
En el PPD pusieron el grito en el cielo. Su directiva dice que venía advirtiendo a Guillier hace varias semanas, que no es conveniente tener vínculos con Correa debido a relación con el caso SQM.
¿Los nuevos samurái?
Soler, Forch y Correa se vienen reuniendo hace más de un mes y de manera esporádica. Según ellos, a veces lo hacen con el candidato y en otras ocasiones se juntan solos o incluyen a los periodistas del senador.
Además, dicen que hablan todas las semanas por teléfono y que Guillier les pregunta su opinión para enfrentar algunos temas.
En términos políticos, el grupo coincide en que la figura de Guillier no debe ser “secuestrada” por los partidos. Defienden la tesis de enfatizar su condición de independiente y desplegar una campaña ciudadana, centrada solo en las prioridades de la gente.
Normalmente abordan la coyuntura y elaboran “análisis estratégicos y políticos” para la campaña, describe uno de los que ha estado en las citas. Sin embargo, saben que su aporte es “extraoficial” al comando.
De hecho, el propio Harold Correa ha transmitido que no es un asesor de Guillier, que solo lo ayuda de manera personal, pero que no es del comando.
Uno de ellos compara el estrecho grupo con los “samurái" de Joaquín Lavín, en alusión al reservado equipo que el alcalde de Las Condes tuvo en 2005, cuando fue candidato presidencial.
Sin embargo, en la Nueva Mayoría advierten que hay mucho de exageración en la importancia del grupo. En el PR dicen que hasta ahora no han recibido ningún “insumo” o aporte a la campaña, y aseguran que el propio Forch esta semana aclaró que privilegiará la “institucionalidad” del comando, más que a un grupo por separado.
"Desconocemos si existen otras personas, quienes estamos a cargo de la campaña somos quienes conformamos el comando. Es lo que debería ser", aclaró el jefe de campaña Osvaldo Correa, quien esta semana participó en una reunión entre Guillier y los presidentes de partidos, luego de tres semanas en los que el senador no tuvo tiempo para recibirlos.
En la mesa del Partido Socialista, en tanto, dicen no tener grandes problemas con la existencia de un círculo paralelo al comando. El problema, lamenta un miembro de la cúpula, es que, al no existir una directriz clara de jefatura o de grupo controlador, el candidato va sumando opiniones de todos de manera improvisada, no concluye una línea y simplemente “se enreda” y hace lo que quiere.
Sobre lo mismo, el encargado territorial de la campaña, Germán Pino (PPD), fue claro: “la campaña presidencial tiene que tener una sola línea de mando. Reconocemos como generalísimo a Osvaldo correa. Por tanto, la agenda y actividades deben estar centradas en el comando”.