Por Nancy Castillo
Cuando Pablo Egenau vio a Juan Ignacio Latorre en un debate en televisión detallando sus propuestas como candidato a senador por la V Región en la lista del Frente Amplio, se sorprendió. El sicólogo, académico y Director Social del Hogar de Cristo conocía a este otro sicólogo y académico en la Universidad Alberto Hurtado (UAH) desde que éste fue su alumno en sicología en la Universidad Central, lo hizo su ayudante por cinco años, dirigió su tesis sobre Modelo de reducción de daños en drogo-dependencia, y cuando se tituló lo invitó a trabajar con él a la Fundación Paréntesis del Hogar de Cristo, donde tratan personas con consumo problemático de drogas y alcohol.
A Egenau no le sorprendió eso sí que este hombre de 39 años hubiese tomado la vía política para “cumplir su anhelo, el que lo motiva, que es la acción social, la preocupación por hacer un aporte en el mundo de las personas que nacen y crecen en medio de problemas tremendos”. Porque, según continúa Egenau, “entre quienes tienen una genuina preocupación por los temas sociales” uno de los caminos es la política pública, y por extensión, ser actor político.
Le sorprendió, porque sus últimas conversaciones con Juan Ignacio Latorre, que el pasado domingo fue electo como el primer senador del Frente Amplio con 30.503 votos (4,6% en la Región de Valparaíso), habían sido en el marco de las labores académicas de ambos, ya que Latorre dirigía desde 2011 el Centro de Ética y Reflexión Social de la UAH. Egenau no sabía que había decidido ser candidato a senador.
Una candidatura política en que se consuman 22 años de búsqueda de sentido de Latorre. Pues eso es lo que uno interpreta cuando escucha su historia de vida: una búsqueda que partió en lo espiritual y que lo llevó incluso a evaluar ser sacerdote.
Estadio 1: Búsqueda espiritual
Hijo de padre MAPU, católico y que trabajó en el gobierno de Frei Montalva y de Allende, por lo que pasó tres años de exilio en Argentina tras el golpe, y de madre sicóloga y agnóstica, Juan Ignacio comenzó a sentir en la adolescencia una necesidad de espiritualidad. Algo similar a la que años más tarde sintió una de sus tres hermanas (una mayor a él y dos menores) y que la llevó a convertirse en profesora de Yoga.
Él había pasado la infancia en una escuela pública y en octavo básico se cambió al San Agustín de Ñuñoa. Sus hermanas menores estaban en un colegio jesuita de la comuna donde vivían, La Reina. Nunca había hablado con un cura, tenía unos 16 años, y en su casa transmitía con esto de la religión. Esta llegó casi por casualidad. “En el colegio de mis hermanas hubo unas actividades para la familia. Y ahí habían curas jesuitas, yo no los conocía, y mi vieja les dijo: ‘Oye tengo un hijo que está como en estas búsquedas; de hecho, él ha planteado que quiere bautizarse en algún momento’. Empecé a conversar con ellos, jamás había conversado con un cura, entonces esta cosa de cómo los tratas… y los jesuitas son súper cercanos, más informales y buena onda. Hubo un enganche y me conectaron con el movimiento que tienen para laicos, la Comunidad de Vida Cristina”.
A los 17 años se bautizó y ya en la universidad hizo la confirmación. Su relación con las actividades jesuitas era intensa.
-¿Pensaste en ser sacerdote?
En algún momento lo pensé, en la etapa de la universidad como una reflexión, incluso fui a una jornada de discernimiento. Pero no, decidí que lo mío era el mundo laical.
-¿Qué fue lo que te atrajo tanto de los jesuitas?
- El vínculo espiritualidad y justicia social.
Latorre participó en retiros, ejercicios ignacianos y acción social. En plena época universitaria iba a misa todos los domingos.
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-¿Cuál es tu postura sobre el aborto?
-Yo soy partidario de que la mujer tenga derecho a decidir, de que se regule para que sea parte de una oferta pública de salud.
-¿A decidir sin ningún tipo de restricción de causales?
-Sin ningún tipo de restricción de causal, pero sí regulado, como existe en otros países donde es legal, pero se regula hasta qué mes se puede realizar y esas materias.
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En los primeros años de la carrera de sicología, Latorre comenzó nuevamente a sentirse inquieto. Así lo explica él:
-Mi mamá es sicóloga, y yo entré a estudiar sicología un poco por osmosis, cero vocación a los 18 años. Al principio no me gustó la carrera, los tres primeros años no lo pase muy bien, tuve hasta cierta crisis vocacional.
Y ahí comienza, la segunda búsqueda, en la cual el mundo jesuita vuelve a jugar un rol.
Estadio 2: Búsqueda académica
Mientras estudiaba, Latorre comenzó a dirigir una hospedería del Hogar de Cristo para niños en condición vulnerable. Trabajaban sólo universitarios, sin recibir sueldo. Lo dirigió por dos años.
-Ahí como que di un giro y dije ‘esto es lo que quiero hacer, esto es lo que me gusta y orienté la carrera hacia allá’- .
Justo en ese momento le tocó tomar la cátedra de Pablo Egenau, que tenía que ver con temas de inclusión social. Después de dirigirle la tesis y cuando Latorre salió de la universidad, Egenau le ofreció que fuera a trabajar con él a la Fundación Paréntesis. “Cuando él salió de Sicología y se fue a trabajar conmigo lo hizo porque yo trabajo en el ámbito social, no porque el tema drogas fuera su tema de especialización, sino porque quería hacer un aporte en el mundo de las personas que nacen y crecen en problemas”, recuerda hoy Egenau.
-Juan Ignacio, ¿cuál es tu postura sobre la liberación de las drogas?
- A favor de la despenalización
- ¿De todas?
- Sí, sin restricción. Deberíamos abordarlo de un punto de vista de salud pública. Debería haber mucha más oferta de prevención y tratamiento. Y que se controle como una especie de industria y que paguen impuestos y el Estado también tenga un rol. Me gusta lo que ha hecho Uruguay con el tema de la marihuana. Ellos dieron un paso para ir desmontando la guerra contra las drogas, la que es una política fracasada, que genera más problemas que otra cosa.
En el centro de rehabilitación de drogas, Latorre trabajó un par de años. Ejerció como sicólogo. “Fue una tremenda experiencia”, cuenta. Y agrega:
- Pero siempre me pasó que haciendo pega de sicólogo como que lo mío era lo social, la búsqueda de lo social y también pensar la sociedad, en el fondo. Preguntarse de dónde viene la injusticia social, cuáles son sus causas, qué es lo que no está funcionando bien, cómo hay que cambiarlo. Tenía esa pregunta más política, pero sin ponerle nombre todavía.
Por eso, tomó las maletas y en 2008 se fue a Barcelona donde realizó dos maestrías una de Políticas Sociales y Gestión Pública y un postgrado en Economía Cooperativa. “Fueron tres años de harto estudio”, recuerda. Pero también de vida familiar, pues allá nació su hija, Belén, quien hoy tiene 8 años. También allá empezó a sentir otra inquietud: cómo canalizar la acción social, con la política pública y que ésta se tradujera en generar cambios. Ahí empezó la búsqueda política.
Estadio 3: Búsqueda política
-En 2008, ¿militabas en algún partido?
– No, no militaba, me interesaba mucho y estaba en búsqueda de referentes, pero no los encontraba en Chile. Tenía muchos amigos en el Partido Socialista y la DC, pero siempre fui crítico del neoliberalismo. Y sentía que esos partidos, que administraban el gobierno, estaban cuadrados con el neoliberalismo. Por otro lado, siempre he sentido simpatía por el Partido Comunista, pero no para militar ahí.
En 2009, desde Barcelona, colaboró en el programa de Jorge Arrate, presidenciable del pacto del PC. Cuando volvió a Chile en 2011 quedó maravillado con los movimientos de protestas, primero Hidroaysén, después los universitarios.
Acá aterrizó con trabajo, pues a la distancia postuló para ser director del Centro de Ética y Reflexión Social de la UAH, el que dirigió hasta que lo congeló en junio de este año para iniciar su campaña senatorial. Ahí se relacionó más con alguien que había conocido cuando trabajaba con Egenau: Benito Baranda, sicólogo, director internacional de América Solidaria, y académico en la misma universidad, y quien lo recuerda así: “Juan Ignacio tiene un liderazgo muy positivo y constructivo, que ha demostrado en el trabajo directo que hizo con nosotros (en el Hogar de Cristo) y también en la Universidad. Es bueno para dialogar, tiene buena formación académica, no es una persona demagógica, él usa buenos argumentos, porque tiene conocimiento”.
Volvamos a la búsqueda política. Ese 2011 Latorre se sumó al Movimiento Amplio de Izquierda (MAIZ) que formó Arrate. “Eso duró un año y se quebró, así que pucha la típica cosa de los grupos de izquierda que duran menos que un Candy”.
Ese año también le llamó la atención un universitario Giorgio Jackson que lideraba las protestas estudiantiles. “Veía en él un liderazgo que me llamaba mucho la atención, dije: ‘a este cabro le pongo ficha’”.
Pero, cuando al año siguiente se comienza a formar Revolución Democrática -y se organiza tras la candidatura de Josefa Errázuriz para la Municipalidad de Providencia-, Latorre quien habitaba en esa comuna, vivía un proceso personal complejo que le hizo poner pausa a su necesidad política. 2012 fue el año de su separación.
Un año después, cuando Jackson anuncia que postulará a la Cámara de Diputados y RD ya estaba formado, Latorre fue y se inscribió como voluntario. Tocó la puerta sin conocer a nadie. Si bien a Jackson le “compraba el discurso”, los miraba con cierta sospecha: “Yo decía: estos cabros rebeldes, el grupito del NAU y la Católica, algunos muy cercanos a la Concerta, hijos de…También mirando con cierta sospecha, con cierta desconfianza de para dónde va la micro, pero valorando. Lo que sí me gustaba mucho es que era un espacio abierto de construcción, deliberación, de debate, con miradas distintas y que estaba en pleno proceso de formación, o sea, que había todo por hacer y eso me gustaba”.
-Para la misma época estaba armándose el liderazgo de Gabriel Boric (Movimiento Autonomista) que en ese momento pertenecía a la Izquierda Autónoma. ¿A él no le comprabas el discurso?
-El 2012 surge el liderazgo de Boric en la FECH, que me gustó mucho también, pero no me gustaba tanto el tipo de liderazgo de la Izquierda Autónoma. Si bien valoro mucho la reflexión de Carlos Ruiz, no me gustaba como esta cosa en que todos (estaban) adorando a Carlos Ruiz, muy caudillo intelectual; no es una crítica personal, pero había una especie de endiosamiento del intelectual: lo que decía Carlos Ruiz era palabra de Dios y ese esquema no me gustaba. Sí valoraba mucho sus reflexiones, sus posturas, el liderazgo de Gabriel, de Pancho Figueroa. Lo cierto es que me sentí bien construyendo RD, a pesar de que siempre me sentí más de izquierda que mucha gente que estaba ahí.
-¿O sea, políticamente, tú podrías estar en el sector más de izquierda del Frente Amplio?
-¿Sabes cuál es el tema de fondo? A la izquierda chilena le hace falta viabilidad política, y yo creo que RD le da viabilidad política a la izquierda. Le da gobernabilidad, le da conducción.
-¿Y el Movimiento Autonomista, no?
-Me saco el sombrero por el Movimiento Autonomista, me gusta mucho el trabajo que hacen; pero son buenos para quebrarse, son buenos para dividirse, para armar grupos y fragmentarse. De hecho, vienen saliendo de un quiebre de hace un año y están llenos de tensiones internas…Son un movimiento, no han dado el paso hacia ser partido. A mí me gustó que RD haya dicho ‘vamos a ser partido’. Yo creo que la izquierda chilena necesita un partido que dé viabilidad. El Frente Amplio, sin ayuda de RD, no es soberbia, yo creo que es un análisis político, el Frente Amplio sin RD iría para cualquier lado y se quebraría ‘al toque’.
Queda claro que Latorre encontró la respuesta a la búsqueda política en RD. Ahí formó parte de varias comisiones y cuando comenzaron a buscar candidatos para el Congreso, él pensó que Sebastián Depolo era un excelente nombre para ir como senador en la Quinta. Pero éste no quiso y después se hizo cargo de la campaña presidencial de Beatriz Sánchez; Latorre habló con otros, pero nadie quiso. Hasta que el partido se lo propuso a él y aceptó. Dice que siempre pensó que el FA tenía posibilidades de elegir a un senador en esa región si lograba el 15% (lo que logró); pero no tenía certeza de que podía ser él. De hecho, el alcalde estrella de la coalición, el autonomista Jorge Sharp, apoyaba al candidato del Partido Humanista cuando Latorre llegó a la región. Finalmente, la sorpresa la dio él al convertirse en el primer senador del movimiento, algo que ni el Partido Comunista ha logrado con todos sus años en política.
Sobre el futuro del Frente Amplio, Latorre confía en que se van a lograr mantenerse, tal vez no sean los mismos, tal vez algunos movimientos se fusionen, dice, otros se retiren, pero lo importante, agrega, es que los ejes se mantendrán, porque están conscientes de que “le pusimos fin al duopolio político en Chile”.
-¿Y qué rol va a cumplir Beatriz Sánchez en el fortalecimiento de esta coalición?
-Yo creo que va a jugar un rol político indiscutible. A ella hay que mantenerle un rol de liderazgo, en la vocería pública más carismática de este proyecto, ahí Beatriz yo creo que tendrá que jugar su rol. Lo mismo los intelectuales que están fuera del parlamento, pero que fueron fundamentales en el proceso programático, como Claudio Sanhueza, Nicolás Grau, gente del área medioambiental, de educación, el mismo Carlos Ruiz, Rodrigo Ruiz también del Movimiento Autonomista. Nosotros estamos ideando y, probablemente, en las próximas semanas saldrá un diseño de un Centro de Estudios del Frente Amplio, una especie de centro público, pero de este lado. A la sociedad chilena le hace falta, pues está muy hegemonizado por centros de estudios neoliberales.
- ¿Y ahí estaría Beatriz Sánchez?
- Habrá que verlo, pero también depende de lo que quiera hacer ella. Yo lo que digo es que dado el capital político que tiene Beatriz Sánchez ella tiene que jugar un rol relevante, de cierta vocería del Frente Amplio ¿Qué espacio? Algún espacio le vamos a encontrar. Por ejemplo, el Frente Amplio debe mejorar su propia estructura, su orgánica, tener estatutos, recuerda que nos conformamos en año electoral. Entonces, hay que ordenar mejor al Frente Amplio como coalición y ahí Beatriz también pude jugar un rol en esa dinámica, por ejemplo, Beatriz Sánchez puede ser la primera presidenta del Frente Amplio.