Por Loreto Daza y Bernardita del Solar (*)
Sebastián Piñera es muy aficionado a las citas de grandes personajes. Pero pareciera que hay una que no logra aprender. Se trata de esa antigua máxima atribuida a William Shakespeare que habla de que los hombres somos dueños de nuestros silencios, pero esclavos de nuestras palabras. Y en la era de las redes sociales, cualquier error de ese tipo puede llegar adquirir dimensiones casi fantásticas y desproporcionadas.
Eso probablemente le pasó al ex Presidente cuando se aventuró a contar un mal chiste de autoría del humorista Checho Hirane. En un evento de campaña en el Teatro Municipal de Linares, Piñera se dirigió al público: “Me acaban de sugerir un juego muy entretenido. Es muy sencillo. Todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas, y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos. ¿Qué les parece muchachos?
Si le parece algo en un minuto, a veces no lo racionaliza, y simplemente actúa. No le ve nada malo en decir una broma ofensiva, más bien lo ve como algo gracioso
Recién acababa de bajar la polvoreda que había levantado con sus declaraciones en el programa “En buen chileno”, de Canal 13, cuando dijo que creía que el caso de espionaje en las oficinas de la Sofofa tendría un vuelco: “No se trata de espionaje político o industrial… tiene que ver con relaciones de pareja”, soltó como si estuviera en el living de su casa.
El desafortunado episodio de Linares gatilló la furia de feministas, opositores políticos, tanto en los medios tradicionales como en la redes sociales. Incluso la Presidenta Bachelet dijo que su antecesor en el cargo estaba haciendo una apología de la violación.
Piñera pertenece a una generación considerablemente más machista que la actual
Autoras de "Piñera: historia de un ascenso"
Quienes quieran explicarse cómo un candidato a la Presidencia de la República, que hasta ahora ha logrado manejar diestramente su campaña, sin dar demasiado material a sus detractores para las críticas, osa decir un chiste machista, tienen que recurrir a su ADN y a su peculiar sentido del humor. Desde marzo de este año, cuando se lanzó de nuevo a la carrera, las “Piñericosas” no han sido tan frecuentes como solían serlo en campañas anteriores o derechamente cuando estaba en La Moneda.
Torpe en empatizar con las emociones de otros, el ex presidente no siempre domina el arte de filtrar los dichos según las circunstancias. Si le parece algo en un minuto, a veces no lo racionaliza, y simplemente actúa. No le ve nada malo en decir una broma ofensiva, más bien lo ve como algo gracioso.
El ser blanco del humor de Piñera es un signo de confianza
Autoras de "Piñera: historia de un ascenso"
A fin de cuentas, Piñera pareciera ser exponente de un tipo de personalidad definida por la sicología como hipertímico. Estas personas tienen más energía y duermen menos que el promedio de la gente y hacen todo más rápido. Cuando hay mucho estímulo -como puede ser el caso de una actividad masiva- se aceleran aún más. Entonces, filtrar y controlar los impulsos, les es aún más difícil. Anécdotas de sus yerros, hay de sobra.
El Sarkozy chileno
"Cuando llegue a La Moneda, voy a dar un 'Sarkozazo'", advertía festivo poco tiempo antes de asumir la Presidencia, en alusión a Sarkozy, el premier francés que tras llegar al poder dejó a su mujer para casarse con la modelo Carla Bruni. Una frase que no le debe haber caído muy bien a su señora Cecilia Morel, pese a que ella ya conoce el humor de los Piñera y le tiene una enorme paciencia a su marido.
Además de su dificultad para ponerse en el lugar del otro, existe otro elemento a considerar que ayuda a explicar el episodio en Linares. Piñera pertenece a una generación considerablemente más machista que la actual. Difícilmente, las bromas en una reunión privada de hombres de esa generación pasarían la censura de lo que es hoy políticamente correcto. Tanto así, que recién asumido como presidente, Piñera le consultó al marido de una ministra porque la quería nombrar en su gabinete. “Tienes que hablar directamente con ella”, le respondió éste.
Siendo Presidente, en la Cumbre de Jefes de Estado en 2011 en México, también quiso hacer gala de su humor con un chiste que provocó la airada respuesta de su propia Ministra del Sernam, Carolina Schmidt, en Twitter: “¿Sabe cuál es la diferencia entre un político y una dama? Cuando el político dice que sí, quiere decir tal vez; cuando dice tal vez, quiere decir que no y cuando dice que no, entonces no es político. Cuando una dama dice que no, quiere decir tal vez, cuando dice tal vez quiere decir que sí, y cuando dice que sí, no es dama”. Y esa vez, su señora no lo defendió. A CNN le comentó que era un chiste “viejo y anacrónico”.
Chile, por lo demás, es un país mucho más conservador en esta materia de lo que muchos quisieran. Según la última encuesta CEP (abril-mayo 2017), el 61% de los chilenos cree que la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja tiempo completo. En el rango etario de más de 55 años, el 75 % considera que tener un trabajo está bien, pero lo que la mayoría de las mujeres desea es un hogar e hijos. Sin embargo, en la generación entre 25 y 34 años solo un 62% piensa eso. Ante la pregunta sobre cuán de acuerdo o en desacuerdo está usted con que la labor de un hombre es ganar dinero y la de una mujer es cuidar un hogar, en el segmento entre 25 y 34 años el 38% apoya esa afirmación, versus un 60% que la sustenta en el rango de chilenos de 55 años y más.
"¿Trabajaste de ascensorista?"
A su escasez de filtro y a ser parte de una cultura machista, Piñera suele disparar con un humor ácido. Y nadie se escapa. "La Cecilia dice que no entiende por qué la llamaron del banco diciéndole que estaba sobregirada, si todavía le quedan cheques en la chequera", lanza sarcástico riendo a costa de su mujer. Y no deja de contar esa historia una y otra vez. Sus más cercanos lo disculpan porque también es un estilo de humor que viene de la familia y que practica con sus amigos y socios. “He tenido momentos difíciles en los que mis hermanos han estado al lado mío, Sebastián más que nada. Él no es tierno, pero a su manera tiene una delicadeza salvaje”, declaró su hermana Guadalupe antes de morir.
Algunos miembros de su promoción en el Verbo Divino no han olvidado cierta comida de camaradería con ex alumnos. Todos ellos hombres maduros escucharon con atención y respeto cuando un compañero, que había enfrentado serias dificultades en la vida, tomó la palabra para agradecer el apoyo que había recibido de sus amigos en numerosas ocasiones y en todo momento, tanto cuando había estado "arriba" como cuando había estado "abajo". "¡¿Así que trabajaste de ascensorista..?!", preguntó desde su asiento Sebastián Piñera. Por un rato, sólo se oyeron los carraspeos de los comensales y el sonido de los cubiertos sobre los platos.
“Siempre se salía del script”, recuerda uno de sus ex ministros. Sus colaboradores en el gobierno tampoco escaparon de su caústico humor. Cuando el Presidente inauguraba las oficinas del Ministerio de Desarrollo Social en el palacio de gobierno con Joaquín Lavín a la cabeza, no pudo evitar decirle: “Ministro, por fin llegó a La Moneda”, aludiendo a las fallidas incursiones presidenciales del actual alcalde de Las Condes. Otro que era blanco habitual era el Ministro De Solminihac, quien no marcaba en las encuestas... En público le decía “oiga ministro, a usted no lo conoce ni su mamá”.
Sin embargo, el ser blanco de su humor es un signo de confianza. Así se lo advirtieron a Joaquín Lavín cuando se integró a la campaña presidencial. “Cuando Sebastián comienza a reírse de ti, significa que te considera un hombre de confianza”, le dijo un asesor.
“Te dice las cosas más horrorosas y a él se le olvida a los dos días”, recuerda una cercana colaboradora. Pero no pasa lo mismo con el afectado. En una comida a la que asistía Sergio Romero, ex embajador en España, junto a su mujer, ella comenzó a hablar de su parentesco con el senador Gabriel Valdés. Piñera, consciente de que ése era su flanco débil, se ganó una década de enemistad con el matrimonio al decirle: "A lo más te da para ser pariente del Chamaco Valdés", en alusión al futbolista de Colo-Colo. "Todos nos reímos, y yo quedé con un enemigo por diez años -recuerda el ex mandatario-. Es una mala formación, porque en mi casa, entre nosotros, eso era pan de cada día".
De ida y vuelta
Desde hace tiempo, Piñera sabe que esa falta de sintonía fina para relacionarse con el otro es uno de sus puntos flacos. "Trato de cambiar... Pero la vida no es fácil, porque uno tiene sus genes y cuesta domesticarlos", dijo en una entrevista en 2005. Confiesa que con el paso de los años lo intenta con mayor ahínco y en esta fase de su vida, ha aprendido. En todo caso, así como a él le gusta hacer bromas pesadas, también está dispuesto a que se las hagan a él. Una de las más memorables es una talla que le hicieron un par de sus mejores amigos. Poco después de volver de su doctorado en Estados Unidos, Fabio Valdés y Carlos Alberto Délano le dijeron al día siguiente lo esperaba el Ministro de Hacienda, que en ese entonces era Sergio de Castro. La cita nunca había existido. Ellos lo habían inventado pero Piñera llegó de corbata al Ministerio para la reunión.
Tampoco guarda rencor. De lo contrario, cuesta entender su relación con el senador Andrés Allamand, quien en no pocas ocasiones ha sido drástico en sus críticas y zigzagueante en su apoyo. No obstante, Piñera lo mantuvo en su círculo de hierro en la campaña de 2010.
A diferencia de otras ocasiones, en el episodio de Linares Piñera se dio cuenta de que se había equivocado y decidió hacer la pérdida inmediatamente a través de Twitter. “Me disculpo por una mala broma que no afecta mi aprecio y respeto por todas las mujeres”, escribió.
Pero el ambiente está ultrasensible y cualquier broma machista puede resultar como pasto seco para provocar un incendio en las redes sociales que se han erigido en los jueces más implacables de lo políticamente correcto.
Más aún en el caso del candidato que lidera las encuestas y al que las estrategias en su contra no han logrado hacerle daño. Los dardos a propósito del fideicomiso ciego no le hicieron mella en los sondeos. Entonces, cualquier caída del “favorito” da pie para golpearlo y en este caso, el ex Presidente Piñera la dio en bandeja.
(*) Las periodistas Loreto Daza y Bernardita del Solar publicaron en 2011 el libro “Piñera: historia de un ascenso”. El 12 de julio próximo aparecerá una nueva edición ampliada y actualizada, que incluye el período de su gobierno hasta la actual campaña 2017, publicada por Penguin RandomHouse.