Con el convencimiento de haber “escuchado” la voz de la ciudadanía, Ricardo Lagos admite en su discurso post elecciones el golpe de humildad generado la noche del 12 de diciembre de 1999. Era día de comicios presidenciales, y el entonces candidato de la Concertación había logrado pasar a segunda vuelta con el candidato de la Alianza por Chile, Joaquín Lavín.
Sin embargo, el resultado fue tan estrecho entre ambos aspirantes que se convirtió en un fuerte llamado de atención ante una Concertación triunfalista, que horas antes aseguraba que ganarían en primera vuelta. Al final de la noche, Lavín obtenía un 47.51% y Lagos un 47.95%.
“En la tarde, antes de conocer el resultado, Genaro Arriagada (jefe de campaña) anunciaba que Lagos ganaba en primera vuelta y el resultado era irremontable. Yo estaba trabajando con un equipo y sabíamos que eso no era así. Finalmente, en la noche supimos que Ricardo Lagos casi pierde esa elección. Fue un golpe castastrófico, muy duro para todos”, recuerda el diputado ex PPD, Pepe Auth.
Antes de la elección, Lagos trabajaba con un grupo liderado por Arriagada, Carlos Ominami y Ricardo Solari. Tras los resultados, el ex Presidente decide hacer un cambio agresivo: suma como jefa de campaña a Soledad Alvear, y además toman mayor protagonismo el sociólogo Eugenio Tironi y el entonces diputado Carlos Montes.
“Después de esa noche de primera vuelta hubo menos botellas de champaña y más trabajo con humildad, más terreno, más estar con la gente y un espíritu estratégico, hicimos una buena franja”, recuerda Tironi.
Finalmente, el 16 de enero de 2000, el triunfo se logró en segunda vuelta: Lagos resultó electo Presidente con un 51,31%, versus el 48,69% que obtuvo Lavín.
Según recuerda Tironi, “la victoria la vivimos con mucha sobriedad. Soledad Alvear fue protagonista con su rol como jefa de campaña. Yo no recuerdo haber celebrado tanto, sino que estaba concentrado en los discursos que necesitábamos para el otro día. Había que comenzar el trabajo”.
“Hemos triunfado, pero la alegría del momento no nos nubla la razón. Nuestra victoria es justa y hermosa, pero no es una derrota para nadie. Quiero que mis compatriotas sepan que seré el Presidente para todos los chilenos”, dijo Lagos en plena Plaza de la Constitución la noche del triunfo.
Luego de 30 años – después de la asunción al poder de Salvador Allende en 1973-, un Presidente socialista llegaba a La Moneda ante el asombro del país y la comunidad internacional.