A sus cuatro años de edad, Yasna Provoste acompañaba todos los días a su hermano Carlos al estadio Marañón, en Vallenar. Mientras él jugaba básquetbol, ella se entretenía dando saltos y haciendo giros y piruetas en el aire. Fue entonces que el profesor Sergio Iribarra de militancia radical, pero que se fue cambiando de partido, descubrió su talento y la reclutó para convertirse en gimnasta, un hobby que la llevó a aparecer en diarios regionales y ser campeona nacional de la especialidad.
Hoy, 44 años después -y como diputada- Provoste da otro giro, esta vez hacia el progresismo, lo que irrita al ala más conservadora de su partido, la Democracia Cristiana, y que, por el contrario, le ha significado expandir su arco de apoyos políticos, consiguiendo nuevos aliados para su próximo salto: llegar al Senado, la misma Cámara que hace casi 10 años la destituyó como ministra de Educación en el primer gobierno de Michelle Bachelet.
De concretar su aterrizaje en la Cámara Alta podría formar parte de un grupo con ideas más vanguardistas en la DC, con otros potenciales futuros senadores, como Francisco Huenchumilla y Ximena Rincón. Junto a ellos es parte de la disidencia a la directiva de Carolina Goic en la DC, grupo que apuesta a ganar poder en la interna partidaria, y que se opuso a llegar con una candidatura propia a la primera vuelta presidencial. De hecho, firmaron una carta para llegar a un acuerdo de cara al balotaje antes del 19 de noviembre.
Corazón diaguita
“Para mis nietos todo”, es una frase que repite siempre Nelly Campillay, madre de la diputada. De ascendencia diaguita, la matriarca es el árbol al que Provoste se aferra en momentos difíciles.
-En algún artículo de prensa se menciona que su abuela fue la primera mujer cacique diaguita.
-Noooo, nada que ver. Cuenta la historia que cuando llegaron los españoles a Chile se encontraron en el valle con una mujer cacique, que era de apellido Campillay, pero no es que sea mi abuela.
-¿De qué manera está presente en el día a día su ascendencia diaguita?
-Yo me siento súper orgullosa de mi origen como mujer diaguita. Cuando fui intendenta de la región de Atacama impulsamos la inclusión de los diaguitas en la ley indígena. Es muy marcador de nuestra propia personalidad, anteriormente en la cultura molle todo se pintaba blanco y negro y cuando llega la cultura diaguita introduce color y ese color tiene que ver como uno ve la vida, con mucho más optimismo, yo soy así y tiene que ver con nuestro origen.
El corazón diaguita no es la única marca en sus 47 años de vida. Provoste es una mujer fuertemente creyente. Prueba de ello la dan algunos de sus compañeros de bancada, que relatan que cada vez que baja por las escaleras del edificio de la Cámara de Diputados, en Valparaíso, la diputada entra a realizar un breve rezo en la capilla de la corporación.
“Tengo una fuerte influencia en ello por mi familia, mi mamá, que fue siempre ligada al tema, como catequista. Yo soy cuasimodista, hago las corridas”.
El regreso a la primera línea
-Es bien deportista usted, juega fútbol, fue gimnasta, corre…
-Sí, y me encantaría tener más tiempo y poder hacer más deporte, correr junto a mi marido, ahora ya en campaña no. Somos bien partner en todo con él.
-¿A él lo conoce desde la universidad?
-Sí, él iba un curso más arriba que yo y cuando comencé a tener más contacto con él fue cuando le fui a pedir el voto para la federación de estudiantes. Ha sido un gran compañero durante 25 años.
-¿Y le costó mucho conseguir su voto?
-No sé, nunca supe si había votado por mí, pero desde ese momento me pareció muy simpático, después conversamos en la micro y yo decía ‘si era para pedirle el voto no más, no era para que me hablara todo el recorrido de la micro’. Conversamos mucho tiempo hasta que se decidió a pedirme pololeo, como un año.
El núcleo familiar es vital para Provoste. No sólo su marido y sus dos hijos universitarios (uno estudia en Estados Unidos). Sus padres, Carlos y Nelly, son empresarios microbuseros. La matriarca vendió una casa para formar la empresa.
“Ella es muy emprendedora. Es la que toma las decisiones”, dice en voz baja como contando un secreto.
-¿Cómo la marcó eso?
-Ella siempre fue una madre muy presente, a uno le cuesta asumir el rol de madre porque siempre siento que estoy al debe en eso. Por pocas cosas se hace problema. Ellos ya llevan 53 años casados y se han complementado muy bien. Mi papá es callado, mi mamá buena para hablar, él de pocos amigos y ella muy sociable. Salimos de vacaciones todos juntos.
Carlos y Nelly fueron testigos de la destitución de su hija como ministra de Educación en el primer gobierno de Michelle Bachelet, cuando Provoste se refugió durante días en la oración en un convento.
“Mi papá es muy apoyador, es uno de mis principales apoyos en la tarea política, siempre ve mis entrevistas, me las comenta, es muy crítico, le gusta mucho que me dedique a esto. A mi mamá no tanto, no le gusta la exposición, que sus hijos estén expuestos a tanta maldad que hay en este mundo y la situación de injusticia que me tocó vivir fue muy marcadora para ella.
A mi mamá le costó mucho aceptar que yo volviera a la política. En un almuerzo familiar un domingo en Vallenar era tema. Yo postulaba a la presidencia regional de la DC y mi hermano Carlos, que es bien compinche conmigo sabía, mi marido también, pero mi mamá no”.
-¿Usted le escondía esta decisión?
-Claro y yo sabía cuál iba a ser su reacción. En uno de estos almuerzos mi hermano me pregunta de un extremo de la mesa al otro: ‘¿Cómo va la campaña?’, y ella lo interroga: ‘¡Qué campaña!’. Bueno, ahí le cuento y estaba furiosa. Y el que me puso mucho piso fue el suegro de mi hermano, Humberto Rivera, que en paz descanse. Él era un gran radical, masón y bombero que me puso todo el piso habido y por haber.
Estaba muy enojada mi mamá. De hecho, ella es militante y en esa oportunidad no fue a votar, en cambio, mi papá estaba en el conteo de votos en un local de votación, él me informaba todo.
-¿Por qué tomó la decisión de volver a la política?
-Nunca me fui de la política, creo que es un medio importante para trabajar en las transformaciones que uno cree y no porque alguien actúe con maldad uno va a cuestionar a toda la actividad política y esa fue la reflexión. Veníamos pasando un momento muy difícil en la vida partidaria interna, con quienes crearon otros partidos, que provocaron mucho daño en el partido y en la región.
-¿En ese tiempo afuera perdió la confianza en la política? ¿Cómo fue el regreso?
-Uno habla de la travesía por el desierto, pero tiene que ver con nuestro propio desierto, un desierto mágico, que se llena de colores, que florece y con el que uno nunca deja de asombrarse.
Hemos construido un camino en la sociedad desde el retorno de la democracia donde hemos avanzado en más derechos para la gente. Creemos que el estado es el que debe generar más condiciones de bienestar para todos.
-¿El tema educación era su prioridad cuando decidió volver?
-Son temas que a uno le generan mucha satisfacción, uno siente que vale la pena hacer lo que hacemos.
En el hemisferio izquierdo de la DC
Un año después de perder su cargo como ministra, el 2009 Provoste y su familia partieron por una temporada a Canadá para alejarse.
“Fueron momentos maravillosos desde el punto de vista de nuestra familia. Yo primero me fui sola un mes y después llegó mi marido. El año 2009 partimos, vivíamos en Gatineau, cerca de Ottawa, en un departamento pequeño que era lo que podíamos pagar. Mis niños por primera vez compartían pieza, dormían en un camarote. Yo le decía a mi marido que iba a ser como un reality.
A los pocos años y cuando ya finalizaba la prohibición para ejercer cargos públicos por cinco años, como dicta una destitución ministerial, Provoste fue paso a paso retomando protagonismo en la política.
“Veníamos de haber perdido una elección interna con Aldo Cornejo como candidato a la presidencia y yo como vicepresidenta el 2013, pero nunca perdimos la esperanza que nuestras posiciones de mayor vanguardia vayan ganando espacio”.
-¿Cómo ve al partido hoy en día, con dos almas?
-Estas miradas distintas han tenido vasos comunicantes que se han ido perdiendo. Lo que veo hoy es un partido volcado a las campañas.
-¿Cómo se define usted dentro del partido? ¿De izquierda? ¿Progresista?
-Yo diría la definición que decía don Jaime Castillo Velasco y es que la DC es un partido de vanguardia.
-¿Y qué significa hoy día ser un partido de vanguardia?
-Defender con mucha fuerza la gratuidad en educación, terminar con el lucro en la educación, que avancemos en terminar con el lucro en las AFP, con profundizar las reformas que ha hecho la Presidenta Bachelet, que aquellos con mayores ingresos paguen más impuestos.
El discurso político de Provoste se acerca más al progresismo, aunque evita etiquetarse en un sector determinado. Hace algunas semanas, en el oficialismo causó polémica el respaldo que la directiva regional del Partido Socialista le dio a su campaña senatorial en la Región de Atacama, haciendo viajar a la mesa PS para apoyar públicamente al candidato del resto de los partidos de la Nueva Mayoría, el comunista Lautaro Carmona.
De hecho, algunos dicen que la diputada incluyó una nueva palabra en vocabulario: 'compañeros', para agradecer el apoyo de sectores del PS.
-¿Después de las parlamentarias qué planes tiene mirando la dirigencia partidaria?
-Hoy toda nuestra energía está en motivar que la gente vote el 19 de noviembre y que ojalá la gente en la región apoye nuestra propuesta. El Senado debe ser un espacio de mayor vanguardia. No estamos pensando en presentarnos a una competencia senatorial con la mirada puesta en otra cosa.
-La senatorial no es lo único que se juega. ¿Cuánto le preocupa el tema presidencial? La DC por primera vez presenta una candidatura propia a primera vuelta.
-Hay que quitarle dramatismo, vamos a tener una competencia y la noche del 19 de noviembre todos debemos ponernos detrás de la candidatura que resulte electa.
-Usted dijo en alguna oportunidad que Goic generó una división en el partido y que había un excesivo personalismo. ¿Lo mantiene?
-Me hubiera gustado ver una campaña mucho más integrada entre la presidencial y parlamentaria. Son otros los que deben responder por qué no ocurrió ello, con logos distintos. En estos 29 días de campaña la energía está en sumar apoyos para la presidencial y para las parlamentarias.