Revista Capital | La dura misión de Magdalena Frei
Por: María José López
Ilustración: lustración: Ignacio Schiefelbein
“Estamos pasando por una situación complicada, difícil y familiarmente dolorosa, ya que involucra a mis papás y a mis primos”, reconoce Magdalena Frei Larraechea a Capital.
La tercera de las hijas del ex presidente Eduardo Frei es, desde fines de julio, la gerenta general de Inversiones Saturno, sociedad a través de la cual su padre administra su patrimonio y que estas semanas ha sido foco de noticias: su tío, el economista Francisco Frei Ruiz-Tagle (69), firmó instrumentos crediticios a nombre de dicha sociedad.
Magdalena asumió el rol accidentalmente.
A fines de julio, el abogado Pedro Yaconi recibió diversas llamadas telefónicas de empresas de factoring pidiendo explicaciones de cuentas impagas de Inversiones Saturno, la sociedad familiar a través de la que el ex presidente Eduardo Frei controla sus activos: entre ellos, dos terrenos en Valle Escondido, dos parcelas en Santo Domingo, la casa donde vive con su mujer Marta Larraechea en la calle Baztán, un refugio en La Parva, el museo para la memoria de Frei Montalva y la oficina donde él trabaja, en el piso seis de un edificio de Vitacura con El Bosque.
Yaconi, socio del estudio Yaconi Laura, quien es asesor del ex mandatario hace más de diez años y pareja de Magdalena (45), hizo llegar la inquietud a la familia, lo que de inmediato despertó sospechas dentro del clan. “Es raro. Saturno no da facturas”, pensaron entonces.
La ingeniera comercial de la UC contactó a su tío, Francisco Frei, en ese momento gerente general de la firma, para preguntarle de qué se trataba esto: existían obligaciones contraídas por Saturno sin conocimiento del directorio ni accionistas de la compañía. Como respuesta, recibió evasivas. Frases vagas. Nada que les sirviera para respaldar lo que por el otro lado le pedían. Entonces exigió los balances. Pero no obtuvo información.
Así llegó el día 30 de ese mes. Los socios de Saturno –Frei y Larraechea–, ya inquietos con la falta de información, organizaron una junta de accionistas extraordinaria durante una comida familiar. Ahí, con carpeta en mano, se revocaron los poderes del entonces gerente y se hizo cambio de directorio: salió Francisco, además de su hijo Nicolás Frei Parada y Alberto Coddou.
La mesa se rearmó: entraron Catalina Frei Larraechea como presidenta, Domingo Eyzaguirre (marido de Cecilia Frei Larraechea) y el abogado tributarista Lisandro Serrano. Al hermano del ex presidente se le reemplazó en su cargo por Magdalena. Según cuentan sus cercanos, fue ella quien le propuso a su padre encabezar esa tarea. “Ni mis padres ni yo hemos buscado esto y mi único rol aquí, junto a mis hermanas, es ayudarlos a superar esta situación, como lo haría cualquier hija”, indica Magdalena Frei a Capital.
Desde entonces intenta reconstruir los movimientos financieros que hizo su tío en la sociedad, con los que trató conseguir créditos para pagar deudas que acumulaba en su sociedad Almadena (Almacenes de Depósitos Nacionales S.A.).
En las seis semanas que han transcurrido desde que estalló el caso, se ha reunido en tres ocasiones con su tío, Francisco Frei. También contrató una auditoría, la que este viernes 13 de septiembre debiera tener un informe preliminar y, en tres semanas, el resultado concreto. “Están tratando de entender la magnitud. Tienen claro, por ahora, que esto ocurre hace seis años. Pero podría venir de antes”, explican quienes conocen el caso. Una vez que tengan el informe, lo entregarán al fiscal, Francisco Jacir, quien encabeza la investigación.
Magdalena, mientras tanto, combina su trabajo en la firma de headhunter Care Consulting con esta nueva misión, por lo que ha concentrado la atención pública. “No busco protagonismo alguno”, aclara a este medio.
¿Por qué ella?
No podía ser ninguna otra, dicen en el entorno de los Frei Larraechea. La mayor de las hijas, Verónica, especialista en marketing, es gerenta de Banco Estado, por lo que el rol quedaba fuera de su expertise. Cecilia es abogada y trabaja en el Ministerio Público; mientras que Catalina es psicóloga y se desempeña en el Sename. La única independiente profesionalmente es Magdalena.
Uno de los momentos más complejos ocurrió al inicio de la crisis. Cuando dimensionaron que aquí había un fraude, citaron a Francisco a la oficina de Vitacura. Y le advirtieron: “Si no haces nada, nos vamos a querellar nosotros”. Abogados que conocen el asunto, explican: “Eduardo Frei, al estar al tanto de las firmas falsas, se convertía en cómplice”. Así, el 16 de agosto, Francisco llegó al Ministerio Público y se autodenunció por firmar instrumentos crediticios, como letras y pagarés, a nombre de la sociedad de su hermano, fraude que en ese momento ascendía a unos 580 millones de pesos. “Debo declarar que todo lo que se señala lo hice abusando de la confianza y nombre de mi hermano Eduardo Frei Ruiz-Tagle, sin su consentimiento ni su autorización”, señaló el economista en ese momento.
Entonces, el caso agarró otro vuelo.
El ex presidente emitió una declaración pública en la que decía: “Estamos impactados por los hechos objeto de la autodenuncia que Francisco Frei realizó ante el Ministerio Público, en la que reconoce haber violado nuestra confianza (…) debo ser coherente con mis principios y esperar que el Ministerio Público investigue a mi hermano”.
“¿Cómo no se dio cuenta?”, preguntan algunos. Magdalena y los Frei Larraechea han respondido que, primero, él está totalmente lúcido –en su segunda autodenuncia entegó dos informes médicos que dan cuenta de patologías neurológicas y siquiátricas–, que había confianza total en él, que es su hermano y que tiene credenciales de sobra para hacerse cargo: es economista con estudios en las universidades de Chile y de Chicago, carrera profesional exitosa y ex director de TVN. Segundo, señalan en su entorno, “nos entregaron un balance falso”.
En esta tarea Magdalena trabaja en coordinación con Pedro Yaconi, quien también es clave en esta crisis. De hecho, apenas tuvieron las primeras sospechas del fraude, fue él quien recomendó a Frei asesorarse con un experto y lo puso en contacto con Juan Domingo Acosta, quien, junto a Alejandro Laura, encabeza la defensa penal del ex mandatario. La familia también dimensionó de inmediato que el caso tendría exposición pública. Por lo mismo se acercaron a su amiga Pilar Velasco, socia de Extend, para que los asesorara comunicacionalmente. Es ella, hija del ex ministro Belisario Velasco, quien junto a José Antonio López, asumió esa área de la crisis.
Magdalena mantiene contacto permanente con todos ellos: se reúnen cerca de dos veces por semana y, si no, conversan telefónicamente a diario. Con su padre, quien como embajador plenipotenciario de Chile ante el Asia Pacífico estuvo estas semanas en China (hasta el miércoles 11 de septiembre), habló todos los días. Lo mismo con su madre. Según Magdalena ha confidenciado a sus amigas, le preocupa que el fraude los afecte a ellos dos más de la cuenta. “Tienen más de 75 años”, ha comentado en su círculo cercano.
Aunque la molestia de Magdalena hacia su tío es grande –considera que le hizo trampa a su padre y que abusó de su confianza–, también siente tristeza. Esto, pues de los siete hermanos Frei Ruiz-Tagle, él era el más cercano, y sus hijos son sus primos con los que tenía más vínculo: cuando niños solían veranear juntos en Pucón. Por lo mismo, y como tiene claro que por esto él arriesga cárcel, ha conversado en reiteradas ocasiones con los tres hijos que Francisco tiene con Ana María Parada: Nicolás (47), Matías (44) y Ana María (37). “Quiere que estén bien. Son parte del círculo de afectados. Pero eso no significa actuar con menos dureza en la justicia contra Francisco”, indica alguien de su confianza.
No a la exposición
Sus compañeras de Las Ursulinas la recuerdan por sus buenas notas y liderazgo. También, por el ambiente que se respiraba en su casa en Baztán. “Aunque ella era una niña común y corriente, las fotos develaban que esa era una familia con una historia distinta. Por las paredes colgaban imágenes del ex presidente Frei Montalva, y ahí uno captaba el peso del apellido”, cuenta una amiga de esa época. En esos años también era conocida por su habilidad para gimnasia rítmica, disciplina por la que compitió a nivel nacional. Además practicó equitación en la Escuela de Carabineros y, más grande, fue fanática de los videos de aeróbica de la modelo Cindy Crawford.
En primero medio Magdalena dejó ese establecimiento educacional y, junto a otro grupo de alumnas, siguió a las profesoras que emigraron de ahí para crear el Santa Catalina. “Serían parte del inicio de un colegio nuevo, menos rígido. Eso entusiasmó a los Frei Larraechea”, cuentan.
Era buena para las matemáticas (solía estudiar esa materia con su padre) y entró a Ingeniería Civil Industrial en la UC, la misma carrera de la que egresó el ex presidente. “Le gustaban las plantas de industrias, las construcciones”, relata un cercano. Pero al año siguiente se cambió a Comercial en la misma casa de estudios. En 1993, Eduardo Frei se lanzó en una carrera presidencial y en 1994 asumió como presidente de la República. Según cuentan, ella intentó mantener el bajo perfil. “No le gustaba aparecer en la prensa. Y si podía, le hacía el quite a la exposición”, dice una amiga. Eso sí, había momentos inevitables, como cuando se subía a las giras –viajó a Asia y Europa donde pudo presenciar la beatificación del padre Alberto Hurtado– o cuando sufrió un accidente automovilístico: pasó por encima del pie de un jardinero que se cruzó en su camino, y que, según cuentan en su entorno, no tuvo consecuencias para él. Sin embargo, el episodio se agrandó y tergiversó.
Lo mismo ocurrió en 1999, al casarse con Edmundo Pérez Vergara, hijo del entonces ministro de Defensa de su padre, Edmundo Pérez Yoma. El matrimonio se celebró en Cerro Castillo y fue inevitable concentrar la atención. Ella pidió que se tomaran resguardos extras, pero más de un medio publicó notas sobre el evento y fotos con ella entrando a la iglesia. Ahora ha sido imposible esquivar la atención. Por ello señaló a Capital “entiendo la labor de los medios”, pero insistió en que no quiere figurar.
Una vez casados, vivieron dos años en Boston: ahí Magdalena estudió inglés y luego hizo un Certificate Program en el Centro de Extensión de Harvard. De vuelta en Chile trabajó en la consultora Aquanima (hoy se llama Procura Digital), donde se desempeñó por cinco años.
Con Pérez Vergara se conocen desde que son niños. Actualmente están separados y tienen tres hijos: Blanca (16), León (14) y Edmundo Eduardo (11) (en honor a sus dos abuelos), pero tanto ellos como las familias mantienen una buena relación.
El museo, la campaña y las camisas
Los medios la describen como la hija más política de Frei Ruiz-Tagle. Sin embargo, en su entorno aclaran que eso no es cierto. Que si bien es parte de la DC desde que tiene 16 años, se inscribió para apoyar a su padre para una elección parlamentaria y que no tiene amigos ni redes en la falange. También la califican como “su favorita”, algo que ella se apura en desmitificar a quienes lo señalan. Lo cierto es que es la única de las cuatro hermanas que ha trabajado con él.
La primera vez ocurrió en 2005. Ese año su padre le compró la casa donde vivió Frei Montalva a sus hermanos, en Hindenburg 683, pues quiso levantar ahí un museo: ella se hizo cargo del proyecto completo, desde su construcción, coordinación y relación con museólogos, entre ellos, Carmen Vergara y la actual ministra de Cultura, Consuelo Valdés.
Aunque el asunto es tema familiar, Magdalena no habla públicamente de la muerte de su abuelo: no le gusta que se saque partido de su nombre. Y, en enero, cuando el ministro en visita Alejandro Madrid condenó a seis personas por su deceso, ella organizó un encuentro familiar para acompañar a su padre.
De Frei Montalva intenta acordarse como una “nieta” más que con una visión política: rememora los almuerzos que organizaba en su casa junto a su abuela María Ruiz Tagle y de las monedas de chocolate que ahí le regalaba. También recuerda el “extra” con el que se enteró que había muerto, en enero de 1982. Tanto, que hasta hoy ese tipo de informes noticiosos la ponen nerviosa.
A fines de 2008, y mientras estaba a la cabeza de la Fundación y en la Casa Museo, la opción de una segunda candidatura de Frei comenzó a sonar con fuerza. Llegaron las primarias para definir el candidato de la Concertación y ella se involucró: integró el comité ejecutivo de Océanos Azules, el equipo programático detrás de la campaña desde donde celebró el triunfo ante el radical José Antonio Gómez. Yaconi y Magdalena trabajaron juntos durante las presidenciales, las que finalmente ganó Sebastián Piñera: ella coordinaba los actos del candidato y lo acompañaba a foros y debates, mientras que él integraba el comité de finanzas y recaudaba fondos. Por ese rol, en abril de 2015 Yaconi entregó testimonio en el Ministerio Público en calidad de imputado, en torno a la arista SQM del caso Penta. La causa, en todo caso, no prosperó y fue sobreseído (ella también declaró en 2017).
Después de esa experiencia se dedicó a hacer consultorías de forma independiente. Para ello se instaló en la oficina aledaña a su padre, en el edificio de Vitacura. Hoy, aquel despacho está en manos de Francisco Pérez Walker, muy cercano al ex presidente.
Desde ahí comenzó a cranear emprendimientos personales: quiso traer la marca de decoración y hogar Crate & Barrel de Estados Unidos y visitó varias ferias de belleza en Brasil para sacar ideas. Hasta que decidió innovar en el rubro del vestuario. Su primera idea fue confeccionar ropa de niños, hasta que el plan mutó y se lanzó con camisas con tecnología non iron para hombre. En 2015 creó la marca Brentwool junto a su hermana Catalina: compraban telas de algodón en China y las mandaban a confeccionar a un taller ahí mismo. Viajó a Shanghái cuatro veces en total, y en más de una oportunidad su periplo coincidió con uno de su padre, por lo que aprovecharon de pasear juntos. “La ayudó a diseñar el modelo de negocios y a entender la cultura asiática”, indican cercanos a los Frei. Las prendas de vestir las vendían en tiendas pop up que levantaba ocasionalmente en el hotel W. Eso, en paralelo con su rol como directora de EFE, donde estuvo desde 2014 a 2018. Ese año su amiga Maricela Delgado, a quien conoció en Harvard, la invitó a ser su socia en Care Cosulting, dedicada a la búsqueda de altos cargos para directorios, multinacionales y family offices.
A la ingeniera comercial le entusiasmó el desafío porque implica, además, ser parte del diseño de un modelo de negocios con estrategia definida. Asesoran a las empresas en temas de vanguardia digital y dentro de las áreas que manejan están: salud, automotriz y telecomunicaciones. Ahí también trabaja como socia la ingeniera comercial Patricia Smith, de quien es amiga desde la época de Las Ursulinas y la UC.
Quienes conocen a Magdalena dicen que desde que estalló el caso no ha dejado de ir ni un día a la oficina, que asiste a reuniones y almuerzos con clientes y que luego de que termine la tormenta, permanecerá a cargo de Saturno. Lo compatibilizará con su trabajo. A quienes le preguntan por qué asumió este rol, ella responde: “No soy una superhéroe. Me tocó administrar una crisis. Lo haría cualquiera”.