Revista Capital | Máximo candidato
Por: María José Gutiérrez
El jueves 2 de mayo, Máximo Pacheco (66) asistió a su última reunión en el directorio de TVN. Se vencía su período –que comenzó en marzo de 2018–, y en su reemplazo quedará el ex embajador Jaime Gazmuri. En el entorno del ex ministro de Energía cuentan que jamás consideró la opción de repostular al cargo. Dicen que tenía ganas de sentirse “libre” para poder opinar sobre la contingencia. Pero, también, que quería dedicarse a un proyecto que estaría gestando hace alrededor de un año: lanzar su candidatura presidencial.
Cada paso ha sido cuidadosamente planificado. El 10 de mayo de 2018 publicó su libro Revolución energética en Chile. Si bien el escrito tenía como fin estampar el legado de su gestión, políticamente cumplía con otro objetivo: mantenerse activo en la discusión pública y hacer un recorrido por todo el país, teniendo “la excusa” de promocionar el texto. Así, el ex ministro realizó 85 actividades, la mayoría en regiones, para reunirse tanto con jóvenes –a través de las universidades principalmente– como con las bases del PS, partido en el que milita desde 2008.
Máximo Pacheco Matte es consciente de que su apellido le juega en contra al interior del socialismo, al igual que su fortuna y su destacada trayectoria empresarial: es el chileno que ha llegado más lejos como ejecutivo de una multinacional. Por eso, aumentar su conocimiento es la principal tarea a la que ha estado abocado, porque sabe que si las encuestas lo avalan, el partido debería cuadrarse con él.
Entre sus asesores más cercanos aseguran que así como 2018 fue el año de aumentar su conocimiento, 2019 es el año de la decisión. Para eso hay un grupo de profesionales que se reúne en su casa mensualmente para discutir sobre políticas públicas. Desde ahí comentan que Pacheco ha ido de a poco despejando el camino: le ofrecieron correr como gobernador por la Región Metropolitana, un cargo que podría darle mayor visibilidad. Sin embargo, no quiso hacerlo para enfocarse a full en esta otra carrera. Tampoco aceptó competir en la senatorial por el Maule, cuando Álvaro Elizalde le dio la opción en 2017.
“Máximo se metió en la política directa en la campaña de Ricardo Lagos. Sin eso, no sería hoy una carta (presidencial) posible”, señala su amigo Eugenio Tironi. “Pero esto es bastante deportivo, tampoco se está cortando las venas por ser presidente. Su vida puede seguir otros cursos también. Y se va a lanzar a competir, puede que resulte o no, que gane o que pierda, pero con libertad de espíritu”, agrega.
Peumo
“Hola a todos. Recuerden que la próxima sesión del grupo Peumo será el martes 7 de mayo a las 7 pm en el depto de Máximo. Hablaremos de trabajo, precarización laboral y previsión. También sobre nuevos conceptos clave para la etapa política que viene. Vayan agendando”.
El mensaje, enviado por el cientista político de la UC, Diego Sazo, llegó la semana pasada a todo el grupo de Whatsapp “Peumo”. El nombre se debe al árbol del jardín de la casa del ex ministro, ubicada en Presidente Errázuriz, en torno al cual se gestaron los primeros encuentros –un año atrás– para hablar de actualidad política, generalmente con un invitado expositor.
Las sesiones son mensuales y terminan a más tardar a las 10 de la noche, e incluyen tapaditos, torta y bebidas. Nada de alcohol. “Tiene que ser algo fácil de comer que permita a la vez ir tomando apuntes”, explica un asistente. Hasta allí llegan el director de ediciones UDP, Matías Rivas; la psicoanalista Constanza Michelson; Cristóbal Huneeus, director de Data Science en Unholster y ex asesor de Bachelet; Rodrigo Araya, socio de Tironi; Daniel Gómez, director de comunicaciones de Grupo Etcheberry y ex asesor en Energía; Gabriel Sepúlveda, ex jefe de gabinete de Pacheco; Gonzalo Tapia, socio de Ekhos y asesor estratégico electoral; Juan Luis Monsalve, ex jefe de gabinete de Andrés Velasco en Hacienda; la hija mayor de Pacheco, Paula, y su ex marido, Jorge Pizarro. Antes participaron también las periodistas Magdalena Browne y Emilia Edwards y el director de Espacio Público, Juan Felipe López, pero por temas de agenda, explican en el grupo, ya no asisten.
Nadie va de oyente. “Si Máximo te pilla distraído, te pregunta de inmediato qué es lo que opinas del tema”, asegura un miembro de Peumo. En el grupo hay quienes “generan frases para el bronce para impresionarlo”, porque para muchos de ellos, Pacheco es un ídolo, a quien comparan con Marcelo Bielsa. “En cinco minutos se puede hacer tu mejor amigo, es muy horizontal de trato y un encantador innato”, cuentan en su entorno. De todas formas, en los encuentros también se arman fuertes discusiones. Dicen que al ex ministro no le gusta tener a yes men, pero que cuando se le critica mucho –aunque sea en privado–, responde: “Es suficiente, ya te entendí el punto. No más”.
En las reuniones, Pacheco se dedica principalmente a escuchar. “Jamás toma decisiones apresurado. Le gusta contrastar ideas en distintos ambientes antes de cortar el queque”, explican. Esa característica, que para algunos refleja su mesura y capacidad conciliadora, para otros es una muestra de falta de ambición. “Un candidato tiene que empujar, decir ‘vamos para allá’. Eso yo no lo veo en Máximo. Es demasiado reflexivo”, comenta una persona que ha trabajado con él.
Golpe de suerte
El 16 de abril, el tema que se tomó la reunión de Peumo fueron los medidores inteligentes. Dos semanas antes, el ex ministro había dicho en radio Cooperativa que la medida fue “un golazo de las distribuidoras al Estado”. La frase la anotó cinco minutos antes en un papel que traía en el auto, cuando lo llamaron del medio. Durante la entrevista enfatizó, además, que la iniciativa no se gestó durante su gestión, sino la del ex ministro Andrés Rebolledo.
En la interna, algunos comentaron que la reacción de Pacheco fue una mala jugada. Pero la mayoría de su entorno lo leyó como “un golpe de suerte” que le permitiría aumentar su conocimiento. “Máximo cree que lo que pasó fue tan grave, que estuvo dispuesto a culpar a su sucesor. Es una prueba de su política”, cuenta un asesor. “Es lo más díscolo que ha hecho en su vida”, dice otro, que lo define como “disciplinado y oficialista”.
En otras reuniones de Peumo se han tratado temas laborales, migración, feminismo, reforma tributaria, automatización de los empleos y pensiones. De hecho, en una de ellas, Huneeus analizó el efecto que tendría una medida drástica como aumentar el salario mínimo en 50%. A través de una presentación, demostró a Pacheco, que tan solo 5% o 6% de los trabajadores reciben ese salario, y que por lo tanto, una ley de ese tipo tendría cero impacto en la clase media, que es uno de los focos donde el potencial candidato estaría poniendo ojo.
Los malls y Luksic
Así como Piñera frecuentaba Fantasilandia durante su campaña electoral, es común ver a Máximo Pacheco pasear por malls. Además de aprovechar de dejarse ver y sacarse selfies, “va a observar conductas y patrones de consumo”, explica un asesor. Esa práctica la aprendió en sus años de director de Falabella (1997-2002): sabe que detrás de lo que compran las personas, hay fenómenos sociológicos que valen la pena tomar en cuenta.
Pacheco es muy amigo de uno de los controladores de esa empresa, José Luis del Río. De hecho, el empresario asistió a la celebración del aniversario 40 de matrimonio del entonces ministro con la diseñadora Soledad Flanagan, que se llevó a cabo en la Casona Cañaveral en 2016. A la fiesta llegó también Bernardo Matte, su amigo cercano y pariente, además de políticos como Ricardo Lagos, Mahmud Aleuy y Nicolás Eyzaguirre.
Otro de sus íntimos es Andrónico Luksic. La relación viene desde sus padres y se afiató en Hornitos, donde ambas familias veraneaban. Juntos, fueron en 2003 a la Antártica a escalar el monte Vinson, el más alto de ese continente, y realizaron luego otros viajes. Antes de llegar a International Paper, Pacheco se desempeñó como director del Banco de Chile y Lucchetti, empresas en ese entonces controladas por la familia Luksic.
En el entorno del ex ministro cuentan que a ninguno le interesa hacer alarde de su amistad, pero que la confianza entre ambos es total: tras el video en YouTube donde el empresario reconoció ser “poderoso”, Pacheco encontró un marca-libros con la foto de Luksic acompañada de la polémica frase. Mandó a comprar varios y se los mandó de regalo a su amigo como una broma. En privado, ha calificado positivamente el rol del “tío Andrónico” en las redes sociales, sin embargo, ha dicho que él prefiere estar en contacto con la gente real. Hasta ahora, no tiene Facebook, ni Twitter, ni Instagram. “Entiende que no son campo neutral. Y mientras no tenga el tiempo, los recursos y la estrategia para entrar, no lo va a hacer”, explica un colaborador.
Su cercanía al mundo empresarial fue uno de los activos que intentó poner al servicio del gobierno de Bachelet, cuenta un ex asesor del ministerio. “Se ofreció ante (Alberto) Arenas y (Rodrigo) Peñailillo varias veces como interlocutor y puente ante los empresarios. Pero no le dieron entrada y finalmente no siguió insistiendo”, comenta una antigua fuente de Palacio. Sin embargo, hasta el día de hoy mantiene una relación cercana con figuras clave del bacheletismo, como Ana Lya Uriarte, Paula Narváez y Valentina Quiroga, a cargo de la fundación Horizonte Ciudadano. Con Bachelet, en tanto, solo ha cruzado un par de mensajes por Whatsapp desde que dejó la cartera de Energía para irse como generalísimo de Ricardo Lagos.
El quiebre con Piñera
“Máximo tiene una trayectoria interesante, atípica en el mundo de la izquierda. Porque así como Piñera es un empresario que ha tenido trayectoria política, él es un político que ha tenido una trayectoria exitosa en el mundo ejecutivo de las empresas”, asegura Eugenio Tironi, quien coincidió con el presidenciable en el colegio Saint George y en el MAPU. “En ese sentido, Pacheco es el anti- Piñera, y puede hacer con la centroizquierda lo que Piñera ha hecho con la derecha: correr los límites”, agrega.
Máximo Pacheco y Sebastián Piñera fueron muy cercanos a fines de los 70. Trabajaron juntos en el Banco de Talca, donde Piñera fue su jefe, y lo pasaba a buscar a su casa todas las mañanas para que se fueran juntos a la oficina. Juntos también, cuentan en el entorno del ex ministro, asistieron al Caupolicanazo para apoyar a Eduardo Frei Montalva.
Sin embargo, hoy no solo están en veredas políticas opuestas, sino que Pacheco “no puede ver” al Presidente, cuenta un confidente del eventual candidato. La razón de fondo se desconoce, pero luego del triunfo del No, tomaron rumbos distintos. Piñera se la jugó por el candidato de la derecha, Hernán Büchi, y Pacheco trabajó por Patricio Aylwin –compadre de su papá, Máximo Pacheco Gómez– no solo en la campaña, sino en la preparación de los debates. De hecho, en los ensayos previos, donde participaban también los periodistas Alejandro Guillier y Patricia Politzer, Pacheco representaba a Büchi.
Lavinizado
Cuando en 2003 le ofrecieron a Pacheco el cargo de presidente ejecutivo para América Latina de International Paper en Brasil, consultó con dos personas: Pacheco padre y Ricardo Lagos. El entonces Presidente le habría dicho que tomara la oferta porque era bueno para su sector político tener gente en cargos ejecutivos altos a nivel internacional.
Su admiración por Lagos –a quien se dirige como “Presidente”– es total, por lo que pese a la resistencia de algunos del equipo en Energía, no dudó en aceptar su invitación para ser su generalísimo en 2016. Pero la campaña resultó, a todas luces, un fracaso, luego de que terminara siendo bajado a puertas cerradas por su propio partido político. Pacheco no lo reconoce, al menos públicamente, asegura una persona de su entorno. Sin embargo, sacó de ahí algunas lecciones: sabe que Lagos fue un candidato de elite, por eso, cuenta un asesor, hoy se estaría “Lavinizando”. Es decir, centrándose en lo que le importa a la gente real, en vez de tanta teoría política.
Le gustaría tender puentes desde la DC hasta el Frente Amplio, ya que con el PC no tiene ninguna relación. Ha señalado que la izquierda siente un pudor injustificado a meterse en temas económicos y que debe cambiar para hablar de sueldos, oportunidades e ir a los grandes temas sociales, más que quedarse en la discusión de Twitter.
Parte del relato que Pacheco quiere entregar en su campaña es terminar con el clasismo. Aunque lo describen como una persona muy tolerante, en esa materia –que él ejemplifica como la imposibilidad de creer que cualquier persona pueda ser presidente en Chile, como sí ocurre en otros países–,se reconoce intransigente. Por lo mismo, cuando armó su equipo de colaboradores en Energía, se preocupó de que fuera meritocrático y diverso. “No hubo nadie del Saint George”, dice una persona que trabajó con él. En la misma línea, como director del Duoc, estaría prestando especial atención a cómo piensan esos alumnos, que son en su mayoría primera generación con estudios superiores, y suele comentar entusiasmado los proyectos que llevan a cabo.
“Máximo no tiene grandes ideales, ni pretende llevar a cabo grandes reformas”, asegura un asesor. “Quiere cuidar que no haya abuso en los bolsillos de los chilenos. Cree que no podemos seguir siendo un país donde todos se sientan perjudicados”, agrega. Esto pretende aterrizarlo con medidas pragmáticas: por ejemplo, en el caso del narcotráfico, en vez de combatir el tráfico pequeño, se ha reunido con la alcaldesa de Peñalolén, Carolina Leitao, para ver cómo enfrentar a los grandes empresarios que traen la droga.
El factor PS
El próximo 26 de mayo se definen las internas del Partido Socialista. Pacheco no se ha abanderizado públicamente por ninguno de los dos candidatos, sin embargo, trascendió que apoyará a Álvaro Elizalde, con quien no es cercano, pero tiene una relación “cordial”. Pese al quiebre que se produjo con la bajada de Lagos, Pacheco es, ante todo, un militante disciplinado. Y como tal, antes de ir a cada gira le informa al presidente del partido con quiénes de sus filas se reuniría en terreno. En esa fracción del socialismo, Pacheco es cercano a Ricardo Solari, con quien suele almorzar y hablar por teléfono.
En el grupo de Maya Fernández, el ingeniero comercial tiene una relación muy estrecha con el ex ministro del Interior Mahmud Aleuy, de quien su hija Paula fue jefa de gabinete. También, dicen, con Camilo Escalona, quien, consultado al respecto, asegura: “Tuve una buena relación con él cuando fue ministro, lo apoyé harto. Pero no nos invitamos a los cumpleaños, ni a comer a las casas”. El ex senador reconoce que no tiene candidato presidencial y que coincide con la actual directiva en que antes de las próximas municipales, el partido deberá tener zanjado –vía primarias– quién será el presidenciable para las elecciones de 2021.
Tironi asegura que el mayor contacto de Pacheco en el PS es con los alcaldes y líderes locales, vínculos que generó como ex ministro. Y que corre con una ventaja: tiene un respaldo tácito del PPD. “A Máximo le viene bien tener la libertad que tiene hoy para opinar de contingencia y recibir a estudiantes, empresarios y académicos, sin que estén optando por un respaldo presidencial”, asegura el sociólogo.
Nueva vida
Quienes trabajan con el ejecutivo aseguran que más allá de si logra o no ser presidente, Máximo Pacheco está encantado con la “vida del candidato”: recorrer Chile, reunirse con gente, discutir de políticas públicas. Cuentan que está más flaco, que está haciendo mucho deporte, sobre todo bicicleta, y que “jamás lo vas a ver con la guardia baja”, a pesar de que su vida ha cambiado en el último año. Tras 43 años de matrimonio, se separó y volvió a vivir al departamento que tenía en calle Enrique Foster antes de mudarse a la histórica propiedad de Herman Chadwick en Presidente Errázuriz, que compró cuando regresó a Chile. Va todos los jueves al campo que compró en 2014 en Casablanca, donde plantó uvas para vino blanco, está criando vacas para engorda y tiene un proyecto de manzanas orgánicas. Además, desde 2017 está dictando un curso de gestión de controversias en la Escuela de Gobierno de la UC, que lo tiene motivado. Había hecho clases en los 70 en la U. de Chile y recién 40 años después pudo retomar la labor académica.
Los 5 de cada mes almuerza o come con sus hermanos. Este domingo, el encuentro tuvo un motivo en particular: se cumplieron siete años desde que su padre murió.
Cuando le preguntan por la aventura presidencial no lo niega, tampoco lo confirma. Ha dicho que cuando llegue el momento, no le va a “hacer el quite”. Pero para eso tendría primero que armar un comando –independiente de Peumo– que además de preparar un programa, realice las primeras encuestas de opinión. Y esa conversación aún no se abre.
Redes internacionales
Fue el único chileno que asistió a su cumpleaños número 80 en Nueva York. Máximo Pacheco conoció a George Soros durante la dictadura: el empresario estadounidense participó en la campaña del No a través del aporte en tecnología para encuestas y recursos económicos. Desde entonces, mantienen una comunicación constante. Como ministro, además, generó “buenas migas” con el secretario de Energía de Obama, Ernest J. Moniz, al igual que con la Presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi.
Para saber lo que está pasando en el extranjero –desde donde siempre saca ideas a colación–, Pacheco está suscrito a una serie de diarios y revistas. Es especialmente fanático del Financial Times y la revista The Economist.