Esta es la tercera vez que el líder del Partido Progresista busca llegar a La Moneda. En la primera se presentó como una alternativa real, no tanto así en la segunda. A esta ocasión llega con varias heridas en el camino.
En 2009, Marco Enríquez-Ominami irrumpió en la campaña presidencial y se transformó en un actor importante en la contienda. Logró el 20 por ciento de los votos y su futuro se veía esplendoroso en su rol del díscolo de una izquierda golpeada por la derrota de la Concertación. Cuatro años después, en su segunda postulación, su apoyo bajó a la mitad, logrando 722 mil votos (10,98%).
Su actual postulación no ha logrado revertir la tendencia, aunque ha asegurado que su trabajo no se mide por las encuestas. “Marcar cero me desafía a trabajar el doble”, comentó al inscribise.
Dos episodios han complicado su agenda: el haber utilizado un jet vinculado a la polémica constructora brasileña OAS durante la campaña de 2013 y la formalización como presunto facilitador de boletas falsas a SQM, la empresa de Julio Ponce Lerou. El largo silencio que guardó en ambos casos le terminó jugando en contra, tal como él mismo lo ha reconocido.
La situación lo ha llevado a cambiar de estrategia. En sus últimas declaraciones se le ha visto más agresivo, atacando aún más a Sebastián Piñera, el principal blanco de sus dardos, y a Alejandro Guillier, con quien tuvo una áspera discusión en el debate de la ANP.
En este nuevo desafío del líder del progresismo, lo acompaña otra vez el empresario eléctrico Paul Fontaine, quien lleva adelante el programa económico. Quien también fuera asesor de Sebastián Piñera, Andrés Allamand y Evelyn Matthei, estuvo con ME-O en su primera aventura presidencial, en 2009.
En el último tiempo, ME-O decidió que se transformaría en uno de los defensores del legado de la Presidenta Michelle Bachelet, como crítica hacia Guillier y Carolina Goic, pese a que muchas veces los ha llamado a trabajar en conjunto para enfrentarse al candidato de Chile Vamos.
Los ejes que movilizan esta tercera postulación, bajo el lema “Chile de los libres”, son el crecimiento económico, un nuevo plan nacional de infraestructura, la seguridad pública, el desarrollo integral, la descentralización del país, entre las principales.