Los esfuerzos de la derecha para cuidar su pacto de convivencia en la campaña del Rechazo
Eran las 13 horas de este martes 12 de julio cuando, en el hall de El Pensador, en la Cámara de Diputados, los catorce parlamentarios del Partido Republicano se agrupaban entre ellos para comentar las declaraciones públicas que daba la ministra del Interior, Izkia Siches, flanqueada por sus pares como Camila Vallejo (Segegob) y Giorgio Jackson (Segpres). La secretaria de Estado celebraba que el libelo en su contra -impulsado por los Republicanos- no haya prosperado. Solo alcanzó 52 votos y dejó en una compleja posición a Chile Vamos, que se dividió ante la discusión, pese a que el mes pasado, sus jefes de bancada -Jorge Alessandri (UDI), Andrés Longton (RN) y Francisco Undurraga (Evópoli)- habían sido tajantes en declinar un apoyo a la ofensiva.
Las caras de los diputados republicanos eran de tedio, tal vez, aunque, mientras, unos decían que “cualquier resultado” significaba un triunfo para la debutante colectividad. Sin embargo, lo cierto es que lograron al menos dos objetivos: dividir a Chile Vamos y alertar al gobierno. “El tercio no les perdonará que no hayan defendido nuestro principal valor: la seguridad”, agregaba otro parlamentario al analizar lo que allí estaba ocurriendo.
Apenas la izquierda terminó su rueda de prensa, una decena de republicanos se acercó al podio. Cristóbal Urruticoechea, jefe de bancada, fue el primero en dar las duras declaraciones que más tarde escalarían en un enfrentamiento con los partidos de Chile Vamos, especialmente con la UDI.
“Desde hoy en Chile Vamos están obligados a oír a quienes nos hemos transformado en los únicos defensores de nuestra patria”, comenzó señalando Urruticoechea, al tiempo que añadió: “Deben meditar sobre su actuar, ellos han hecho crecer el dolor, la incertidumbre, el miedo, la impotencia de millones de familias del norte, del centro, del sur de nuestro país, ellos, construidos en autoridad, hicieron declaraciones tajantes, hicieron juicios tajantes, y clavaron un puñal en su sentencia como quien degolla a un pequeño cordero, desconociendo los gritos de dolor, los gritos de auxilio de millones de chilenos (…) hoy en Chile solo queda el Partido Republicano”.
Mientras Urruticoechea hablaba en el podio, tres diputados de la UDI -Cristián Labbé, Henry Leal y Christian Moreira- observaban la puesta en escena de los Republicanos. Esos tres gremialistas justamente habían votado en contra de la cuestión previa, lo que significa estar por la idea de revisar el fondo de la acusación, lo que finalmente no ocurrió.
Al jefe de bancada del Partido Republicano lo sucedieron en sus declaraciones José Meza y Luis Fernando Sánchez. “No entendemos la actitud que toman algunos parlamentarios de Chile Vamos”, dijo Meza.
Solo 45 minutos después, el tema ya había escalado, pues Cristián Araya, del distrito 11, encaró a sus pares de Chile Vamos por Twitter -Guillermo Ramírez (UDI) y Undurraga- por haber declinado la acusación contra Siches. “Eres lo mismo que el Frente Amplio: irresponsable y oportunista”, le respondió Ramírez a Araya por la misma red social.
El diputado UDI incluso profundizó en sus dichos. “La derecha chilena no se puede transformar en aquellos que nosotros criticamos con tanta fuerza en el gobierno pasado. La oposición, particularmente el Frente Amplio, mañosamente torció las leyes, no respetó la Constitución y pasó por sobre la institucionalidad cuando les convenía. Hoy el Partido Republicano está haciendo exactamente lo mismo”, dijo Ramírez a T13, y luego subrayó que igualmente había que seguir trabajando juntos para defender ciertas cosas comunes sobre todo en el tiempo electoral que se viene.
Justamente esas críticas cruzadas abrieron una incertidumbre: ¿La política contingente afectará la campaña conjunta del Partido Republicano y Chile Vamos de cara al plebiscito de salida del 4 de septiembre? Esto, en el contexto de que las cuatro colectividades -además de los Republicanos, la UDI, RN y Evópoli- inscribieron ante el Servicio Electoral (Servel) un comando conjunto para presentar, por ejemplo, una franja televisiva común.
Durante la jornada del martes, rápidamente, los liderazgos de ambos conglomerados se comunicaron para “limar asperezas”. El presidente de la UDI, Javier Macaya, por ejemplo, conversó con su par del Partido Republicano, Rojo Edwwards, pues ambos senadores estuvieron juntos en la sesión de la Cámara Alta de esa tarde. Dicen, además, que el secretario general de los republicanos, Arturo Squella, también se comunicó con Macaya.
“Son distintos tipos de oposición”, respondió más tarde el senador UDI, al ser consultado por el episodio de la acusación constitucional. Y sobre la campaña del Rechazo, requerido por T13.CL, señaló que “la franja es un espacio donde es la sociedad civil la protagonista” y que “no es la relación política binaria con acusaciones constitucionales, interpelaciones y la pelea política del Parlamento la que va a ser protagonista de la franja ciudadana por el Rechazo”.
En ese sentido, Macaya lanzó una advertencia: “Todos los que quieran mirar esta campaña del Rechazo de una manera tradicional, donde los políticos se ponen detrás de un candidato, como lo hacemos para la Presidencia de la República, lo están mirando de forma equivocada”.
Por su parte, Edwards comentó a T13.CL que “las discusiones que ocurren en el Congreso no debiesen afectar absolutamente en nada el formato de la franja”.
El complejo rol del “silencio”
Si bien esta disputa entre Chile Vamos y Republicanos fue pública, se dio otra desavenencia el mismo martes, pero en privado. Durante esa jornada, en las afueras del Congreso, en Valparaíso, un grupo de parlamentarios de Chile Vamos -como los líderes de la UDI y RN, Macaya y Francisco Chahuán, y los Evópoli Felipe Kast, Francisco Undurraga-, e incluso los senadores DC Ximena Rincón y Matías Walker, salió a acompañar una actividad del grupo “Plan Ciudadano” que se movilizó en buses para llegar hasta la sede parlamentaria y entregar un petitorio en torno a una nueva Constitución post plebiscito.
El acto fue altamente “campañero”, dicen. En momentos incluso Undurraga entonó el himno nacional, con micrófono en mano. Antes, el diputado dijo, en medio de la calle, ante una treintena de personas: “Vamos a decir Rechazo a la injusticia; vamos a decir Rechazo a la segregación, queremos a nuestros pueblos originarios, queremos construir unitariamente una patria, la vamos a construir, por eso mi llamado es a que, todos juntos, libres e informados, el 4 de septiembre vayamos a las urnas y digamos, con la fuerza de un lápiz, ¡Rechazo! Queremos una mejor y una nueva Constitución”. Y luego sostuvo: “Yo no soy afinado, ustedes sí, pero los invito a cantar el himno nacional”.
Ese acto, cuentan, molestó a buena parte de los Republicanos y a algunos RN, según comentan en el Congreso. Personeros de la colectividad de José Antonio Kast recalcan en privado que ese acto sobrepasó los límites de lo que han acordado: que los políticos estarán en segunda y tercera línea. “¿Por qué salieron los presidentes de partido?”, se cuestiona un parlamentario.
Mientras en las encuestas el Rechazo se consolida -esta semana Pulso Ciudadano mostró un 62,3% de los consultados en el Rechazo y un 37,7% en el Apruebo-, en la derecha aparecen las ansías por figurar al lado de una opción triunfante. Los dirigentes se adelantan: “¿Y qué pasa si luego dicen que el Rechazo ganó sin el Partido Republicano, sin José Antonio Kast?”. Así, el temor también asoma en la UDI y RN, es decir, que su propia estrategia de la segunda línea luego les afecte de manera negativa.
Pero buena parte de la derecha subraya, en privado, que el silencio es un rol, difícil, pero crucial en esta etapa. Los más pragmáticos relevan que no hay que envalentonarse ante los sondeos públicos y mantener la línea no tradicional que han dibujado hasta ahora.
Por eso, además, en el sector dan cuenta del silencio de Sebastián Piñera y del propio Kast. ¿Un acuerdo tácito de no salir en la prensa? Más allá de si llegan a dar sus razones públicas para rechazar el texto de la Convención Constitucional, afirman, el timing debería ser bien pensado para así no afectar la ventaja que llevan hasta ahora.
En el sector, en ese sentido, se apuran en explicar que existen dos estrategias paralelas, a menos de dos meses del plebiscito. Por un lado, dicen, está la estrategia política, que es un rol acotado de conversar, por ejemplo, sobre proyectos de ley en torno a la Constitución, respecto de su ofensiva en contra del gobierno, así como también el ojo fiscalizador de que La Moneda cumpla con la prescindencia. Por el otro lado, añaden, está la estrategia electoral que tiene tres áreas: la franja ciudadana, el despliegue territorial y la presencia en redes sociales. La franja, así, fue cedida a las organizaciones civiles o “grupos afectados” por el texto constitucional; el despliegue territorial está siendo nacional y, mencionan, “informativo”; y, finalmente, las redes sociales de las figuras políticas, aseguran, solo deben ser usadas para “amplificar” el mensaje de la sociedad civil, en ningún caso para jugar un papel protagónico.
Las reglas de oro de la derecha
Hasta ahora, existe tranquilidad tanto en el Partido Republicano como en las colectividades de Chile Vamos en torno a que la franja tendrá un tono adecuado que representará a las distintas audiencias del Rechazo. Porque bien saben en ambos conglomerados que el Rechazo de los Republicanos es opuesto al de los partidos de la centroderecha.
Así, las mesas directivas de las cuatro colectividades se reunieron en varias ocasiones para llegar a un consenso y establecer ciertas condiciones. Conocedores de esas tratativas afirman que hubo al menos tres aspectos en los que se hizo hincapié: que no aparezcan políticos en el material audiovisual, que haya espacio para todas las organizaciones civiles (hasta ahora son nueve) y “no tratar mal” a ninguna “audiencia” del Rechazo.
“Aquí tienen que estar representados desde los amarillos hasta los patriotas”, dice un dirigente. En los partidos, así, comentan que se acordó que el espectro de temas debe ser amplio, que logre abordar las implicancias que tendrá este texto propuesto por la Convención Constitucional en la vida de las personas, en voz de la sociedad civil.
Por sobre todo, recalcan, el acuerdo es que el discurso de campaña logre impactar al indeciso, o, como dice más de una fuente, al “hijo” de padres de derecha que ya tienen decidido votar Rechazo, pero que el joven aún no se convence por una opción y que, probablemente, se inclinó por el Apruebo en octubre de 2020. Un dirigente lo grafica de otra manera: si en una casa que pueden votar cinco personas, hay dos indecisos o desmotivados, “tenemos que movilizarlos a que vayan a marcar Rechazo”.
En ese sentido, los republicanos están alineados con la idea de que eventualmente la franja le hablará a un grupo más cercano a la centroizquierda. Pero la clave, recalcan, estará en un hacer un “buen mix” del discurso y hacer guiños constantes a todos los grupos. Y, por lo demás, dicen, evitar temas polémicos como aborto. El diputado Meza, incluso, verbaliza la seguridad que hay en su partido respecto a que se sentirán representados en la campaña conjunta (ver entrevista relacionada).
Diputado Meza: “Los Republicanos no renunciaremos al Estado subsidiario como sí lo hizo Chile Vamos”
“No caer en la descalificación de un extremo u otro dentro de la gama que hay de por qué alguien está por el Rechazo o por qué alguien debiera cambiar del Apruebo al Rechazo es una regla de oro. Por eso, de hecho, entregamos con tranquilidad nuestro tiempo de la franja. No caer en las descalificaciones es una regla de oro”, explica, en tanto, a T13.CL la presidenta de Evópoli, Luz Poblete.
Si bien en el sector creen que los electores del “Rechazo a secas” -representado por los Republicanos- están consolidados en su postura, y no necesita demasiada persuasión, sí subrayan que tampoco se le puede ofender. La última encuesta Cadem mostró, de hecho, que, desde mayo de este año, el “Rechazo para seguir con la actual Constitución” no se sale del 18% o el 20%. En cambio, el “Rechazo para un nuevo proceso que permita tener una nueva Constitución” ha fluctuado, en el mismo rango de fechas, entre el 28% y el 38%.