Las infructuosas gestiones de Chile ante Bolivia por la crisis migratoria en Colchane
Dos personas muertas mientras intentaban cruzar la frontera de Bolivia y Chile. Otros mil 600 indocumentados instalados a la fuerza en Colchane, una localidad de la Región de Tarapacá que normalmente tiene una cifra similar de habitantes. Cerca de 400 extranjeros trasladados en buses desde ahí hasta residencias sanitarias en Iquique. Todo esto es sólo parte de la crisis migratoria que se vive en el norte del país, con cientos de personas ingresando de manera irregular.
El cuadro preocupa en La Moneda, donde el Ministro del Interior, Rodrigo Delgado, anunció un viaje a la zona, que fue rechazado duramente por el alcalde de Colchane, Javier García, en entrevista este miércoles con Tele13 Radio. Pero también en la Cancillería, donde -según admiten fuentes de RR.EE.- se han realizado una serie de gestiones para coordinar acciones con otros países de la región.
Una de las líneas de acción, ya anunciadas por el canciller Andrés Allamand el pasado 23 de enero, es empujar una mesa de trabajo con los gobiernos de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Esto, considerando que buena parte de los migrantes vienen desde Venezuela y atraviesan por todas esas fronteras. La mesa, indican desde RR.EE., aún no está funcionando, pero las conversaciones se mantienen. “Estamos trabajando para lanzar una verdadera ofensiva que frene este tráfico internacional e ilegal de inmigrantes”, aseguró el Canciller ese día, en una rueda de prensa en La Moneda.
Sin embargo, uno de los escollos principales ha sido el trabajo conjunto con Bolivia. O más bien, la ausencia de éste, según reconocen en Santiago.
Según dicen en el ministerio de RR.EE., el canciller Allamand ha tenido varias conversaciones con su par de ese país, Rogelio Mayta. Y también ha habido contactos a nivel de la dirección consular, encabezada en Chile por Raúl Sanhueza.
En ese contexto, los mensajes han apuntado a mejorar la coordinación entre las policías de ambos países, entre los Ministerios Públicos y las mismas direcciones consulares de las Cancillerías. Además de otro punto específico y muy sensible: que Bolivia logre frenar el paso de inmigrantes que vienen desde Arequipa, en Perú, y cruzan a territorio boliviano con el objetivo de ingresar posteriormente a Chile a través de la zona de Colchane.
Sin embargo, según admiten en RR.EE., las gestiones con las autoridades paceñas han sido infructuosas. Hasta ahora no se han acordado acciones conjuntas y tampoco se han gatillado mayores controles en la zona boliviana de la frontera.
En Santiago comentan que las autoridades paceñas aún no han culminado su período de instalación, luego de que el Gobierno del Presidente Luis Arce asumiera en noviembre pasado.
Pero también señalan que el nuevo gobierno del país vecino enfrenta un cuadro interno complejo, con dificultades para controlar la pandemia del coronavirus, duros efectos económicos y sociales y los resabios, además, de una crisis política luego de la traumática salida de Evo Morales de Palacio Quemado.
Además, indican en Chile, en ese complejo contexto interno, en La Paz no tienen ningún incentivo para contener el tránsito de inmigrantes que tienen como destino final el territorio chileno.
Otros observadores de círculos diplomáticos dicen que tampoco ayuda el perfil del canciller Mayta, militante del MAS, ajeno a los temas de política exterior y quien fue abogado de las víctimas de la llamada “Guerra del gas” de 2003, masivas protestas por la venta de gas natural boliviano a Estados Unidos a través de puertos chilenos, que terminaron con la caída de los gobiernos de Sánchez de Losada y Carlos Mesa.
Las gestiones chilenas por el tema migratorio se enmarcan en la disposición del canciller Allamand de retomar el diálogo diplomático con Bolivia, suspendido desde el juicio marítimo en La Haya en octubre de 2018.
El difícil cuadro con Bolivia, señalan en RR.EE., contrasta con el fluido diálogo y trabajo conjunto que se desarrolla con Perú. La frontera con ese país, señalan en Santiago, es lo opuesto de lo que sucede con Bolivia, con mayores controles y cooperación entre las autoridades.