“Distancia, por favor, distancia”, decía insistentemente una funcionaria del Palacio de La Moneda cuando, cerca de las 14:30 horas, en un casi atestado Patio de los Canelos Gonzalo Blumel y Claudio Alvarado se despedían -con ojos llorosos- del gabinete presidencial. Ese, coinciden varias fuentes del oficialismo, fue uno de los momentos más emotivos de la jornada de cambio de ministros de este martes.
La despedida no era un evento cualquiera. La Primera Dama, Cecilia Morel, se sumaba desde una ventana con los aplausos del resto ahí presentes. Luego bajó las escaleras y les dedicó unas palabras.
Los entonces titulares de Interior y de la Secretaría general de la Presidencia (Segpres) fueron la cara visible del costo político de la profunda crisis que vive Chile Vamos, especialmente, luego de que el viernes se promulgara la ley de retiro anticipado del 10% de los fondos de AFP.
Habían sido tres semanas duras tanto para el gobierno como para el oficialismo. En cuatro votaciones en las salas de ambas Cámaras del Congreso, ni el comité político ni los líderes partidarios habían sido capaces de alinearse en torno a rechazar la iniciativa.
Y desde ahí, afirman en Palacio, el diseño de un nuevo gabinete se empezó a cocinar a fuego lento. Los articuladores, justamente, fueron la dupla Blumel-Alvarado. Junto al Presidente Sebastián Piñera definieron una fórmula y ciertos criterios que finalmente se vieron reflejados en la jornada de este martes.
Con la renuncia de Blumel -militante de Evópoli- se daba por cerrado el periodo del protagonismo de los colaboradores de Avanza Chile, la entonces fundación de Piñera con la que llegó al poder por segunda vez.
Lo principal de este nuevo diseño era recomponer las relaciones con los partidos oficialistas, y para eso era clave que Evópoli “volviera al tamaño que le correspondía”. Respecto a la UDI planearon nombrar a un histórico y a un dirigente de la llamada renovación; mientras que uno de los puntos fundamentales fue dejar representadas las dos corrientes de RN -la de Mario Desbordes y, por otro lado, la de Andrés Allamand-, pero en lugares “no vistosos”.
Fue así como se concretó la incorporación de los UDI Víctor Pérez (Interior) y Jaime Bellolio (Segegob) y de Desbordes (Defensa) y Allamand (Cancillería).
Un triunfo para la UDI
La presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, a inicios de este mes, había disparado contra la gestión política de Blumel. “La conducción política de este gobierno está bastante endeble. O confusa”, dijo en T13.CL. Eso significó un duro golpe para Blumel luego de que el gobierno decidiera no vetar la ley que limita las reelecciones de cargos populares. Las críticas de la senadora fueron respaldadas por todo su partido.
Por eso, la salida de Blumel -y que haya sido reemplazado por el entonces senador Pérez- ha sido visto en el oficialismo como un triunfo para el gremialismo. El parlamentario fue el principal impulsor de la primera candidatura a la presidencia de la UDI de Van Rysselberghe y ha sido un estrecho colaborar de su gestión.
Pérez, además, ha ocupado cargos en las distintas directivas de la UDI y se ha caracterizado por tener un estilo duro y directo con sus detractores.
En tanto, la llegada de Bellolio -otrora contrincante de Van Rysselberghe en la interna de 2016- significó un aire para la bancada de la UDI y de la incipiente disidencia de ese partido. La diputada María José Hoffmann, de hecho, celebró especialmente su llegada.
En medio de la crisis interna que vive la UDI, en ese sentido, este escenario, dicen, los hace tomar una directriz clara para los próximos meses.
Si bien se ha hablado de una llamada mesa de transición, cercanos a Van Rysselberghe afirman que, con este escenario, se agota la mínima posibilidad que había de que renuncie antes de noviembre, mes en que se deben llevar a cabo las elecciones internas. Una especie de “resurrección” para Van Rysselberghe, afirman en la UDI.
“La llegada de Víctor Pérez me recuerda cuando Andrés Chadwick llegó a Interior, porque en ese momento había déficit político como ahora. Chadwick llegó a llenar a ese vacío”, dijo la senadora Van Rysselberghe tras el cambio de gabinete, aunque recalcó que para Blumel solo tenía palabras de “gratitud” por haber aceptado el desafío en momentos tan complejos.
Por ahora, la mesa UDI se propuso zanjar “cuanto antes” el reemplazo de Pérez y Bellolio en el Congreso.
El vacío de poder en RN
Buena parte de los dirigentes de RN y de la UDI se sorprendieron con la llegada del entonces presidente de Renovación, Mario Desbordes, al gabinete en un cargo tan alejado de la contingencia.
El diputado buscaba ir a la reelección en noviembre, mes de la elección interna de RN e incluso el domingo, en entrevista con T13.CL, había sido taxativo respecto a sus deseos de ser senador dada su alta popularidad, que reconoció orgulloso. “Tengo capital político propio hace mucho rato”, dijo. Tampoco era partidario de un cambio de gabinete.
Su protagonismo en la opinión pública le había valido ser elegido como el mejor parlamentario tras el estallido social del 18 de octubre. Por eso, varios coinciden en Chile Vamos que Desbordes fue el perdedor en esta pasada. “El Presidente le hizo un jaque mate”, dicen. ¿Por qué? El exdiputado deja la contingencia política y su promisorio futuro político.
Los mismos dirigentes sorprendidos también se preguntan por qué aceptó. El análisis en RN es claro: debía mostrar que estaba disponible para el proyecto colectivo de Chile Vamos, más allá de sus legítimas aspiraciones políticas. “Al Presidente no se le puede decir que no en crisis”, sería el mensaje que envió Desbordes a sus cercanos.
Para Andrés Allamand el escenario no es tan distinto. Con una carrera política más extensa que Desbordes, el entonces senador también tenía dibujado su futuro: dejaría la senaduría de Santiago Poniente, se estaba haciendo la cara principal y visible del Rechazo y pretendía además tener su propia fundación.
“También perdió”, afirman fuentes de Chile Vamos. Eso sí, hay una diferencia: Allamand siempre quiso ser canciller. La pregunta que queda es si aún tenía ese deseo.
Desbordes y Allamand se mostraron serios en la ceremonia en Palacio. Su enemistad había ganado notoriedad durante las últimas semanas, sobre todo después de enfrentarse públicamente por la discusión del retiro del 10%. Por eso, en Palacio afirman que la jugada de Piñera fue terminar en “paz” su gobierno.
Pese a que ambos pueden salir de la discusión pública, en RN el vacío de poder quedó en evidencia. Manuel José Ossandón -uno de los líderes de la llamada derecha social que impulsaba Desbordes-, dicen, ahora estará concentrado en recuperar el poder en RN. Pero los “allamancistas” también pelearán por lo suyo. Hasta el cierre de esta edición, la mesa RN, de hecho, discutía el reemplazo de Desbordes y de los cupos parlamentarios que ambos dejaron.
¿Cómo se gestó el cambio?
El puzle fue complejo, dicen en Palacio por el diseño del profundo cambio de gabinete que realizó Piñera este martes. Hasta la noche del lunes, la entonces vocera de Gobierno, Karla Rubilar, era una carta que en Chile Vamos daban por renunciada sin un reemplazo en el gabinete.
Pero ese escenario cambió una vez que Alvarado decidió dar un paso al costado, a pesar de las insistencias del Presidente Piñera para que se mantuviera como cabeza de la Segpres.
Según cercanos a Alvarado, el entonces ministro decidió dejar su cargo, en honor a la lealtad con su “partner” Blumel. “Consideró que era injusto que solo Blumel pagara los costos”, dicen desde Palacio.
Así, el cargo quedó vacante y fue ofrecido a otras cartas antes de Cristián Monckeberg. Entre ellos a Alberto Espina (ex Defensa) y Teodoro Ribera (excanciller). Ambos rechazaron la oferta. Cercanos al entonces titular de Defensa, afirman que luego de varias conversaciones con Piñera, el exsenador admitió que no tenía la suficiente paciencia para el cargo. Además, dicen, le pesan sus doce años en el Congreso -que ya había dejado atrás- por lo que, agregan sus cercanos, tampoco asumiría en reemplazo de Andrés Allamand en el Senado.
Fue uno de los grandes perdedores, dicen en Chile Vamos, pues su gestión había sido altamente valorada en el sector, entre otras cosas, por la ley del cobre y la de gastos reservados. “Fue un daño colateral”, afirman.
Al rechazar ambos el cargo, entonces, se produjo un espacio en Desarrollo Social, pues Monckeberg tendría que tomar el liderazgo en Segpres.
El cargo de Interior fue uno de los primeros en zanjarse. Dicen que el nombre de Víctor Pérez quedo definido el lunes por la tarde. El proceso fue más bien expedito, toda vez que Blumel había decidido su salida más de 10 días antes.
En Palacio afirman que cuando el miércoles 22 de julio, el retiro del 10% se aprobó en la sala con votos oficialistas, el extitular de Interior decidió poner definitivamente su cargo a disposición.
Tras perder en la primera votación de esa ley, en todo caso, desde La Moneda afirman que todos los ministros del comité político pusieron su cargo a disposición.
¿Una apuesta por la derecha dura?
Una de las principales críticas de los partidos hacia el entonces comité político fue la falta de entendimiento con los “códigos políticos”.
Por eso, afirman en el Ejecutivo, una de las apuestas fue darle experiencia política a este segundo tiempo de gobierno, sobre todo considerando la aguda crisis por la que atraviesan. “Llegaron pesos pesados, personas que hablan de igual a igual con Piñera, que no le llevan el amén en todo, y que no son estrictamente de su confianza”, aseguran.
En Chile Vamos agregan que no se pudo eludir que los dirigentes entrantes hayan tomado de antemano marcadas posturas ante el plebiscito constitucional del 25 de octubre.
La semana pasada, de hecho, recién el entonces diputado Bellolio había anunciado -en La Tercera- que su postura ya no estaría por el Apruebo a una nueva Constitución, debido a la violencia imperante. Allamand, por su parte, había sido hasta hoy un entusiasta defensor del Rechazo. Lo mismo, el senador Pérez.
Una de las principales críticas de la oposición al nuevo gabinete es que haya girado hacia la derecha dura.
“Han dicho algunos que este es el gabinete del Rechazo, yo quiero proponerles otra fórmula: no es el gabinete del rechazo, es el gabinete que no quiere descansar hasta que todas las personas podamos salir bien de la pandemia y podamos recuperarnos cuanto antes”, dijo el ahora vocero de Gobierno en una de sus primeras declaraciones.
En Palacio coinciden en que una de las primeras definiciones que deberá tomar Piñera con su nuevo gabinete es qué camino tomar frente al plebiscito: ¿se mantiene o no la “neutralidad”?
En la UDI algunos ven complejo el camino de la “prescindencia” y apuestan por jugársela por el Rechazo. Otros altos dirigentes de Chile Vamos, por el contrario, dicen que el gobierno no debe polarizar aún más la discusión. En La Moneda defienden su diseño: apelan al justo equilibrio entre los “duros” y los “dialogantes”. Eso sí, están conscientes de que pronto se debe dar una señal ante el plebiscito que se aproxima.